Al borde de la dictadura

Una vez consumada la sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados y la traición de algunos perredistas que alcanzaron escaños en el Senado con la bandera de oposición a la 4T y que ahora se han alineado a ella, sumándose a la bancada de Morena, no resulta exagerado afirmar que estamos al borde de la dictadura. La distancia es un voto en el Senado y ¿quién nos asegura que no habrá nuevos traidores, transfusiones o ausentes a la hora de las votaciones trascendentales que le permitan al grupo en el poder realizar las reformas constitucionales que se ha propuesto para concentrar el poder y aniquilar la democracia?

Los signos son claros. Primero vivimos el peor de los procesos electorales desde que México, gracias a la lucha por la transición democrática se dieron desde finales del siglo pasado, arribamos a una imperfecta, pero real democracia que, incluso, permitió al arribo al poder del grupo que hoy lo ejerce y que se ha impuesto en una maquinación que mediante simulaciones, intervenciones gubernamentales, mentiras y un populismo al servicio del Socialismo del Siglo XXI, antes Nacionalismo revolucionario, logró infiltrar los aparatos electorales, inflar los beneficios a los partidos aliados a Morena, violando la ley, superando con creces al PRI en sus tiempos antidemocráticos más duros.

Ya sabemos, se ha comentado hasta el exceso, que, con la reforma constitucional, van contra el Poder Judicial de la Federación, los organismos autónomos y el sistema electoral. Se trata de una regresión al centralismo autoritario que implantó una “dictablanda” que dio origen a lo que Mario Vargas Llosa denominó la “dictadura perfecta”, porque supo acomodarse a diversas situaciones de la evolución del país, haciendo concesiones por aquí y por allá, corrompiendo, asimilando y hasta desapareciendo a sus enemigos, sin llegar a extremos que propiciaran un descontento generalizado, hasta que la sociedad, hartada de esa situación, impulsó la transición que derivó en la alternancia en el poder, pero que sin consolidar plenamente la democracia, ahora estamos en un oscuro momento con nubarrones al frente.

Enfrascados en el tema del Poder Judicial, que no es poca cosa, porque terminaría con el equilibrio entre los poderes, al propiciar la conducción “moral” de los mismos desde la Presidencia de la República, gracias al neo caudillismo de López Obrador, hemos olvidado un poco toda la reforma propuesta del sistema electoral, que aparentemente no se aprobaría en septiembre –como si se proponer hacer con el Poder Judicial, pero que ha revelado toda su cara despótica al pretender trasladar, nuevamente, el control del proceso al terreno del ejecutivo y eliminar los plurinominales o senadores de primera minoría, para evitar, con ello, la presencia y la voz de la oposición en el Congreso, ya que con la aplanadora fraudulenta con la que conquistaron la victoria en las actuales elecciones y la crisis de la oposición, hoy parecería que tienen planchado el camino para mantenerse en el poder por largo tiempo, a menos que la sociedad –como lo hizo en el pasado- despierte.

Evidentemente, la Cuarta Transformación ha asumido lo que Rolando Cordera y Carlos Tello denominaron la “Disputa por la Nación” y han dado el triunfo a quienes formaron en los setentas y ochentas la corriente que se denominó de “los ifigenios”, en alusión a Ifigenia Martínez. Esta victoria queda claramente expresada en que es ella quien presidirá la sesión del Congreso en la cual se impondrá la banda presidencial a Claudia Sheinbaum. Es un reconocimiento a lo que ella representó en su momento y que ahora se consolida con la Cuarta Transformación.

El arribo al Socialismo del Siglo XXI no sólo se nutre del Nacionalismo Revolucionario que fue concebido como una “tercera vía” hacia el socialismo, eludiendo las tesis tradicionales de Marx y Lenin y aplicada en los países desarrollados. Seguramente esta fue de las ideas en que se nutrió López Obrador durante su militancia en el PRI y que de una u otra forma ha venido expresando durante su gobierno.

Entre los primeros efectos del triunfo del morenismo, vemos como sigue la “purga” de periodistas de oposición en distintos medios, particularmente en televisa, donde se ha despedido al grupo disidente que durante las noches en La Hora de Opinar. Ya entre las tesis de Morena, en su proyecto de su constitución, se han enunciado las sanciones contra el periodismo disidente.

Refirmo. Estamos al borde de la dictadura, y no blanda.

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