Todas las personas viven en un tiempo bien definido entre su nacimiento y su muerte, sin embargo, hay algunas que por su actuación trascendental en su tiempo van más allá del mismo y su recuerdo permanece vigente por su vida y obra, aunque no siempre son igualmente conocidas, algunas están plenamente presentes en lo que podemos llamar la cultura general y otras más bien en sus campos de acción más especializados. Hay sin embargo otros personajes que aun habiendo tenido una gran obra y una vida muy interesante son poco conocidos en el medio general, ese es el caso de una mujer extraordinaria llamada Hildegarda de Bingen, que además de ser una monja fue: Naturista, escritora, compositora, filósofa, iluminadora, médica, poeta, teóloga, artista, dramaturga, botánica, científica, mística y abadesa. Lo que podríamos decir hoy una presentación curricular sencillamente impresionante.
Hildegarda nació en el valle del Rin en 1098, su familia era de clase acomodada y noble y fue la menor de diez hijos, por eso fue consagrada a Dios según la mentalidad medieval, y para eso eligieron entregarla para su educación a la condesa Jutta de Spamheim quien la introdujo en el rezo del salterio, la lectura de la Sagrada Escritura y una introducción al latín que nunca llegó a dominar. En ese tiempo no existían todavía los conventos de mujeres, por ello ingresaban a pequeños apartados en conventos masculinos, y así llegaron al monasterio de Disibodenberg, pasado un tiempo Hildegarda profesó bajo la regla benedictina.
Desde los tres años tuvo una visión de una luz tal que su alma temblaba, durante su vida tuvo varias visiones, pero durante las mismas estaba plenamente consciente, cuando empezó a dar a conocer esta situación, algunos consideraron que esto era obra del demonio, sin embargo dictó su libro titulado Scivias (conoce los caminos del Señor) a un monje llamado Volmar, y se envió a autoridades como el obispo de Maguncia, que a su vez lo reenvió a San Bernardo de Claraval y al Papa Eugenio III que concluyeron que dichas visiones eran de Dios, por lo cual deberían darse a conocer..
Pero Hidelgarda no solamente se dedicó a dictar obras religiosas y teológicas, sino que es autora de una especie de enciclopedia de ciencias naturales, también habló sobre la concepción heliocéntrica, sobre teorías de circulación de la sangre y una multitud de remedios para diversas enfermedades que se dice han inspirado mucho de lo que hoy se llama medicina alternativa, e inclusive estudió situaciones femeninas que en su época era inaceptable como la menstruación como que era algo enteramente natural. En su obra Liver divinotum operum, describe el universo, los ciclos que rigen la naturaleza y la interacción entre los fenómenos naturales y el ser humano. Pero también en el campo artístico fue compositora de setenta himnos litúrgicos del canto gregoriano que hoy en día se siguen reproduciendo y escribió una pieza teatral llamada Orden de las virtudes.
Por inspiración divina y contra muchas opiniones y dificultades fundó un convento exclusivo para mujeres del cual fue abadesa, y por si fuera poco y contra la costumbre de la época de que las mujeres predicaran realizó cuatro viajes de predicación y acudían a escucharla desde ciudadanos comunes hasta nobles y clérigos.
Por otro lado, tuvo correspondencia e inclusive se llegó a entrevistar con el mismo emperador del Sacro Imperio Federico Barbarroja, al cual le llegó a reprochar que entrara en guerra con el papa.
Después de una vida extraordinariamente fecunda en todos los órdenes la religiosa falleció el 17 de septiembre de 1179, dejando un enorme legado cultural que todavía hace mucha falta profundizar. Personajes de esta talla nos alientan a luchar para buscar por medio del bien dejar un mundo un poco mejor del que encontramos.
Fue canonizada por Benedicto XVI el 10 de mayo de 2012 y nombrada doctora de la Iglesia el 7 de octubre del mismo año.
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