La persona está compuesta de cuerpo y alma, y hay que alimentar ambos para lograr seres humanos con perspectivas de plenitud y trascendencia.
El tema de la mujer ocupa diariamente múltiples espacios que se abordan bajo diferentes aspectos, muchas veces con enfoques verdaderamente profundos, y muchas otras veces más bien con enfoques políticos, ideológicos, partidistas, de grupos, y aún comerciales.
Es un tema que a todos atañe, porque en este mundo, aún en épocas pasadas en las que se daba poca o ninguna importancia a la mujer, en el fondo su participación en los destinos del mundo fue siempre fundamental, ya que sin ella simplemente no existiría la vida humana sobre este planeta y no habría ya ninguna historia que contar ni quien la contara. La historia nos recuerda casos extraordinarios de mujeres que incidieron en grandes acontecimientos como por ejemplo Isabel La Católica o Juana de Arco, y otras más, pero omite incontable números de casos de mujeres extraordinarias que fueron parte fundamental para que a través de sus hijos y de sus esposos por la educación, formación espiritual, fuerza del amor y sacrificio que ellas entregaron se llevaran a cabo hazañas y logros que han marcado el derrotero histórico desde el inicio hasta nuestros días.
Hoy en una sociedad verdaderamente contrastante encontramos a mujeres destacando en casi todos los campos de la sociedad: intelectuales, económicos, laborales, culturales, científicos y aún deportivos, que hasta hace poco tiempo se encontraban reservados exclusivamente al hombre con resultados muy notables, también vemos que hay mucho interés porque se protejan sus derechos personales y su integridad física, lo que hay que seguir promoviendo e inculcando desde todos los medios posibles.
Sin embargo, también hay que reflexionar en que en esta promoción de la mujer han surgido muchos intereses que van más allá del fin que supuestamente promueven, movimientos que toman una dirección equivocada, apuntando que la promoción y defensa de la mujer debe provocar un enfrentamiento con el hombre y con la esencia de las relaciones entre ambos como lo hacen ciertas corrientes extremistas del feminismo, creando un ambiente de desconfianza y de confusión acerca de las relaciones naturales entre hombre y mujer, y el principal fruto que nace de esta relación natural que es la familia.
Dentro de estas propuestas ideológicas que han llegado a ser plasmadas inclusive en elementos legales podemos por ejemplo analizar las propuestas de la llamada equidad de género, en dónde se propone y en ocasiones se obliga a que determinadas funciones sean ejecutadas 50% por mujeres y la misma proporción por hombres, lo que en primera instancia puede sonar muy equitativo, pero que no resiste un análisis un poco más profundo, porque para la realización de una labor se requiere de conocimientos, capacitación y sobre todo ciertos talentos, y ésos no necesariamente se pueden tener por simple decreto, es decir, puede ser que para ciertos cargos o funciones se presenten tal vez una cantidad de mujeres más capacitadas o con las cualidades necesarias para esas labores, entonces lo justo sería que en ese caso el porcentaje de asignaciones para esas responsabilidades recayera en más mujeres, pero también la situación contraria, y en ese caso lo correcto sería que más hombres los ocuparan, es decir, se trata de pensar en personas y dar las mismas oportunidades desde la educación y capacitación a hombres y mujeres y que sea su talento y esfuerzo lo que determine a quien se le asigne esa oportunidad, ya que el hombre y la mujer tienen el mismo derecho y la misma dignidad.
Mucho se habla también de las aportaciones económicas de la mujer, del grado de participación en los trabajos remunerados, en las posiciones que tienen dentro de las empresas, en la equidad que debe haber en salarios y reconocimientos, en su participación en la educación, en la ciencia y en la política. En este último punto se refuerza mucho esa idea de lograr ese 50% del que hemos hablado y muchas veces se fuerzan situaciones para cumplirlo, y hay que ser objetivos al decir que realmente sí han habido muy importantes aportaciones de la mujer en la política a todos los niveles, tanto en el plano nacional como internacional, pero también es cierto que también hemos tenido muchas y grandes decepciones en muchas mujeres que han llegado a ocupar todo tipo de puestos políticos y gubernamentales y, su actuación no se ha diferenciado mucho de las de sus colegas hombres, lo cual reitera que no es el género lo que determina la capacidad de ejercer una función, sino la capacidad y también desde luego las condiciones morales de las personas, que no son condicionadas por el sexo.
Pero hay una situación principalmente relacionada con las mujeres de la cual se habla muy poco, y en ocasiones hasta con cierto desprecio, de los millones de mujeres que llevan a cabo una labor social de gran importancia y que se refleja en casi todos los aspectos de la sociedad, que son las mujeres que trabajan en una labor no remunerada, pero que requiere de mucho esfuerzo, entrega y también preparación, que son las que lo han decidido, o ciertas circunstancias las han llevado a estar dedicadas a lo que llamamos labores del hogar, que en realidad bien analizadas son de una gran responsabilidad y requieren también de mucho talento, y que inclusive muchas mujeres con formación profesional y cultural muy elevada han decidido llevar a cabo en forma libre y por una decisión de una visión más trascendente de la vida que simplemente estadísticas numéricas, que implican cuestiones económicas, o de prestigio o de poder económico, político o social.
La formación de una familia desde esta perspectiva es de tal importancia que requiere de la dirección, ejecución y entrega de tiempo completo, con una perspectiva de la trascendencia de la vida que no se sujeta simplemente a los parámetros de lo que llamamos éxito, sino que tiene un sentido de trascendencia que sin despreciar lo anterior se enfoca más en la formación de valores y principios, de conciencia y de fe, en el criterio de oportunidad en caso de las madres de estar exactamente en los momentos claves en que los hijos necesitan el apoyo o el consejo que puede hacer que sus vidas no vayan a caer en una de tantas trampas y dudas que presenta la sociedad actual y que muchas veces desemboca en situaciones como la drogadicción u otras también muy dramáticas, y por el contrario, van formando personas equilibradas y dispuestas para trabajar no solamente por los intereses propios, sino también por los de la comunidad, bajo la óptica de generosidad y de justicia.
Cuando parece que se minusvalora lo que llamamos una familia tradicional y se sujeta a una serie de juicios despectivos, sería muy importante que se dé el reconocimiento social que merecen las mujeres que han decidido que el valor de estar dedicados a la formación familiar de tiempo completo empezando por los esposos e hijos de esas familias, al esfuerzo enorme de estas mujeres, que además también muchas de ellas están conscientes de que este reto requiere de una formación mayor a la que se requería en otros tiempos, pues los desafíos que enfrentan en un ataque de los medios y las llamadas redes sociales que llegan a los niños y jóvenes con todo tipo de influencias, requieren que ellas también estén continuamente informándose de los avances que la pedagogía, la psicología y otros medios ponen a su alcance, y también la importancia que tiene pese a que el laicismo ha penetrado profundamente las mentes, la formación religiosa y espiritual, pues la persona está compuesta de cuerpo y alma, y hay que alimentar ambos para lograr seres humanos con perspectivas de plenitud y trascendencia.
Vivimos en un tiempo que presume de ser el más libre de la historia, sin embargo en la práctica estamos llenos de condicionamientos y cada vez cobran más impulso ideologías que se van imponiendo aún por la fuerza, como por ejemplo la ideología de género, que menosprecian cada vez más lo que son las formas tradicionales de familia y educación, pero basados en esa idea de libertad creo que es importante que se reconozca la labor de esas mujeres que se han decidido por lo que podemos llamar la forma tradicional de llevar una familia, dedicando su tiempo completo a la formación familiar y manejo de un hogar, y también debería haber una gran preocupación social para que a estas mujeres se les proteja y buscar una forma en las que también la sociedad les retribuyera su esfuerzo y estuvieran protegidas en su salud, en sus derechos de todo tipo, en su futuro bajo cualquier circunstancia que se les pueda presentar, y sobre todo darles el pleno reconocimiento a esa gran labor que es formar con dedicación y amor hombres y mujeres con valores, determinación, fuerza, y fe para ser elementos de acción en la transformación de esta sociedad que ha caído en una situación de crisis y conflictos, no solamente económicos y políticos, sino de responsabilidad y visión de futuro.
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