Mucha tinta se ha vertido ya sobre el primer debate que a la mayoría no ha dejado satisfecho, ni a los comentaristas especializados ni al público ciudadano. Ni por el desempeño de los protagonistas ni por el muy criticado formato y una deficiente producción.
Ya se han hecho juicios sobre la participación, sobre todo de las candidatas que si tienen la oportunidad de ganar las elecciones, pues pese a lo que se diga todavía nada está decidido, sin embargo aunque faltan dos debates la situación por la que atraviesa el país después de 5 años del presente gobierno ya nos puede llevar a tener una decisión de lo que se quiere, seguir por este camino donde todo es regido por la voluntad de un hombre, que se prolongará en la figura de Claudia que abiertamente ha dicho que seguirá la misma ruta y estilo que estamos padeciendo, o la oportunidad de buscar un camino con más oportunidades democráticas con Xóchitl.
No se trata de ver en un debate cuál de las candidatas resulte con más simpatías o con un triunfo efímero en un formato acartonado donde existe todo menos debate, se trata de decidir no en cuestiones menores de quién va a implementar tal o cual programa, o tal o cual plan para una situación, sino de decidir por la manera en que queremos que sea conducido el país por muchos años más, ya en el presente gobierno la destrucción de las instituciones y de proyectos como el aeropuerto nos han causado un daño enorme que será tardado reconstruir, pero es mejor dar la oportunidad de empezar dicha reconstrucción a seguir por el camino de una transformación que no ha sido para bien, y ni la salud, ni la seguridad ni la corrupción han sido atacadas como se nos prometió, sino al contrario han ido al deterioro continuo bajo la dirección del Palacio Nacional
Es deseable que la ciudadanía vaya muy por encima de la simple propaganda publicitaria que nos recetan a todas horas y en todos lados y tome en serio su capacidad de participación en las urnas, y no caiga en la apatía por unos debates que resultan muy publicitados, pero que aportan poco al sentido de la realidad que estamos viviendo.
En otras elecciones se ha jugado el que gobierne un partido u otro más o menos con objetivos que en el fondo no significaban un cambio definitivo, pero la diferencia con la elección presente es que se proyectan dos naciones totalmente diferentes, una basada en el modelo de un estado bajo la figura de una sola persona con un partido que no puede ni siquiera cambiar una coma a las iniciativas que les manda su jefe, o un país donde la autoridad pueda ser discutida en un ambiente de libertades democráticas, con todo y las dificultades enormes que tendría que enfrentar el nuevo gobierno para enderezar el camino.
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