En la segunda lectura de la misa dominical donde las cartas paulinas son leídas con frecuencia, se escucha en ocasiones fragmentos de la carta de san Pablo a los Gálatas, y surge muchas veces la duda de quienes eran estas personas, y cómo sería su situación en aquellos tiempos, por lo que resulta interesante repasar el contexto geográfico, histórico y religioso del lugar y la época para entender mejor lo difícil de la empresa del apóstol.
Gálata es el nombre griego de galo o celta trasladado al Asia Menor. Por el año 280 A.C. algunas tribus Celtas se dirigieron a la región del Danubio, para cruzar los Balcanes y Grecia y dirigirse a la región donde hoy se encuentra la ciudad de Ankara en Turquía.
Encontramos dos descripciones de cómo eran los gálatas, una de San Jerónimo que dice que, aunque eran gentes rudas tenían un corazón noble, y de César, que lo complementa diciendo que son personas que están ansiosos de saber, curiosos, de espíritu despierto, vanidoso y fogosos, amigos de espectáculos, un tanto fanfarrones pero muy amables.
Conservaban algunas de sus tradiciones del culto druídico, pero las habían venido cambiando por el culto a otros dioses, uno de los más importantes el culto a Cibeles, madre de todos los dioses. Con sus cultos orgiásticos, que empezaban con danzas sagradas que pronto iban derivando en fenomenales borracheras y hasta mutilaciones fanáticas, había altares por todas las montañas rocosas y hordas de sacerdotes mendicantes que pasaban por el país la imagen de la diosa.
Sus hijos como el dios de la vegetación que representa todo un ciclo de nacimiento, crecimiento, muerte y resurrección encontraban honda raíz en todo el pueblo, que también degeneraba después en horribles manifestaciones.
Hay que destacar que también había en la región comerciantes judíos, alguno de los cuales se convertirían al cristianismo, y después presionarían a la comunidad para que se adoptaran las costumbres judías por los cristianos, uno de los motivos por los cuales Pablo escribirá su famosa carta a los Gálatas para aclarar esos puntos doctrinales.
Así en este mundo tan radicalmente opuesto al mensaje cristiano y a la idea de un Dios único, tenía Pablo que llevar la predicación evangélica, este repaso al panorama nos da una idea de la monumental misión que tenía que hacer el apóstol, para cambiar no solamente las ideas, sino la forma de ser de aquellas gentes orgullosas de su forma de vivir.
Una vez fundada una comunidad y consolidada la misma, Pablo lanza su mirada hacia Europa, para que el cristianismo dejara de ser una religión muy focalizada en las regiones de Asia y se encaminara con más claridad a ser una religión universal, tal como se lo había pedido Jesús a sus apóstoles y en especial a él, y empezó a fijar su mirada en la Isla de Samotracia, que sería su primer punto de predicación en Europa.
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