Corresponde a los ciudadanos decidir si quieren tomar alguna acción acudiendo a expresar su opinión en la revocación de mandato o prefieren seguir siendo espectadores pasivos en medio de la tormenta que estamos padeciendo.
Nos han enseñado una historia mítica, muy poco apegada a la realidad sobre todo en sus interpretaciones, y hoy más que nunca lo estamos padeciendo. Si nuestra historia fuera tan inmaculada y gloriosa como nos la presentan en los libros de texto sin lugar a duda seríamos una nación de las más poderosas con los mejores índices de vida y de las más seguras, y la realidad nos dice día a día todo lo contrario.
Pero tan sólo consideremos cuatro de los pasajes que se nos presentan como de los más gloriosos de este drama histórico; el primero respecto a nuestra independencia en el que se hace referencia al padre Miguel Hidalgo como el autor de la misma y se le nombra: “Padre de la Patria”, capítulo que de niños me parece que todos los mexicanos hemos creído y aún hoy en día una gran parte de los mexicanos lo sigue considerando así. La realidad fue que este movimiento fue una especie de mini guerra civil, sin un plan definido, con enormes errores estratégicos, y divisiones entre sus principales dirigentes como las hubo entre Hidalgo que perdiendo el piso permitió enormes matanzas y al final se nombró el mismo “Su alteza serenísima”, hasta que el mismo Allende lo destituyó y tomó prisionero, terminando con la muerte de los caudillos tan solo 6 meses después siendo un tropezón tremendo, que realmente poco tuvo que ver después con la verdadera consumación llevada a cabo por Iturbide.
El segundo capítulo y muy polémico fue el de la llamada época juarista, personaje favorito de los políticos y de nuestros historiadores oficiales, que presentan a Juárez y sus allegados como los campeones del patriotismo, tan sólo vamos a decir aquí que desde luego fueron muy activos bajo las consignas de la masonería a la que pertenecían y muy protegidos y ayudados por los vecinos del Norte cuyos intereses se veían favorecidos por los liberales y no por los conservadores, el supuesto progreso que iban a lograr con la Nacionalización de los Bienes Eclesiásticos que según ellos era la causa principal de las grandes diferencias económicas, no fueron realmente del beneficio que tanto proclamaron y aún hoy en día admiran sus propagandistas, incluso se perdieron muchos colegios, hospitales y asilos, bibliotecas y otros centros que en mucho ayudaban a la población de más bajos recursos, así como muchas actividades económicas que se movían con el dinero de la Iglesia que prestaba a un interés muy bajo, lo único que sucedió es que estas confiscaciones cambiaron de dueño beneficiando a muchos liberales y algunos que otros conservadores, pero México realmente no avanzó, y Juárez se perpetuó en el poder hasta su muerte, que es lo que a la mayoría de los políticos les encantaría.
El tercer capítulo bajo el signo que todos nacimos y que durante años fue la bandera de los gobiernos es la Revolución Mexicana, presentada como un movimiento de todo el pueblo mexicano que unido se levantó contra el tirano llamado Porfirio Díaz e implantó un régimen de justicia y libertad bajo la bandera de la constitución de 1917, así fuimos gobernados por el partido supuestamente creado por la Revolución llamado PRI, pero después el PAN mantuvo también intocable el mismo símbolo y hoy seguimos bajo la misma tónica, cuando que en el fondo la revolución fue una guerra de caudillos que se fueron eliminando unos a otros hasta que los más poderosos Calles y Obregón se impusieron, y este último que había eliminado a todos sus contrincantes con múltiples asesinatos murió de la manera más increíble comiendo en un restaurante bajo la pistola de un ciudadano que lo consideraba el gran enemigo de la libertad religiosa, y que nos recuerda el dicho de que: “al que a hierro mata a hierro muere”.
Y hoy bajo un gobierno electo por una gran mayoría de los que acudieron a votar, por lo cual no se puede negar su origen democrático, vivimos la cuarta etapa de los tropezones históricos y estamos en medio de múltiples crisis, que se hubieran presentado aunque no hubiera llegado la pandemia, porque está generada por las malas decisiones que se han venido tomando, por lo que ahora corresponde a los ciudadanos decidir si quieren tomar alguna acción acudiendo a expresar su opinión en la revocación de mandato o prefieren seguir siendo espectadores pasivos en medio de la tormenta que estamos padeciendo.
Te puede interesar: El valor de la razón ante la democracia populista
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com