Estamos en el llamado mes patrio que se dedica a festejar la independencia, principalmente el 15 y 16 de septiembre hay la llamada ceremonia del grito, el tradicional desfile militar, y muchas familias se reúnen para degustar platillos nacionales como el famoso pozole, pese a que el día que verdaderamente se debería festejar es el 21 de septiembre, en el que Iturbide entró a la capital encabezando al Ejército Trigarante.
Hagamos un breve recuerdo histórico que no concuerda con los mitos de la historia oficial que nombra a Hidalgo como autor de la independencia, cuando solamente fue su iniciador en forma un tanto desordenada, sin planes estratégicos ni a corto ni a largo plazo, y con el error fundamental de haber lanzado a los indios contra los mestizos, criollos y españoles por igual, produciendo grandes saqueos, muertes y destrucción de gran parte de la riqueza colonial, lo que en pocos meses generaría como resultado su propia muerte, y aunque murió arrepentido por el mal causado su movimiento fue un total fracaso.
Siguió Morelos con una idea mucho más clara y con mejores estrategias, sin embargo, este movimiento también fracasó y solamente quedarían pequeños brotes de insurgencia, entre los cuales el más importante era el de Guerrero, pero insuficiente para poner en peligro el gobierno virreinal.
Por fin llega Iturbide que había combatido a los insurgentes por la falta de planes y por los desórdenes causados, a diferencia de los otros combatientes vislumbra un plan donde la clave sería la unidad, de ahí el diseño de nuestra bandera tricolor cuyo verdadero significado es verde independencia, blanco religión y rojo unión de todos los habitantes de la Nueva España, Iturbide invita a Guerrero a unirse al movimiento y él acepta, y así se fueron uniendo prácticamente todos los grupos interesados y se logró la Independencia casi en forma pacífica.
Así realmente el libertador de México es Agustín de Iturbide injustamente tratado por la historia oficial, y así nacía un Imperio Mexicano de enormes proporciones pues toda Centroamérica hasta nicaragua se uniría a México, y ya sabemos que por el norte se tenían todos los territorios que después forzadamente se tendrían que vender a Estados unidos.
México nacía con muchas esperanzas y posibilidades de convertirse en una potencia en América, sin embargo, muchos factores harían que esto no se realizara y primero Centroamérica se desmembró y luego la trágica guerra contra los vecinos del norte terminarían por dejarlo a menos de la mitad del territorio de cuando se independizó.
Después de más de doscientos años de independencia y con un territorio aunque mutilado todavía importante y con muchos recursos naturales se podría esperar que México estuviera colocado dentro de los países más desarrollados del planeta y figurara como una de las grandes potencias en todos los órdenes, político, económico, industrial, profesional, científico y cultural entre otros, con un nivel de vida donde la pobreza extrema fuera cuestión del pasado, donde la seguridad y la salud fueran una de las características de vida y el nivel de delincuencia se tuviera controlado, no digamos que se esperaría que el problema del narco ni siquiera existiera como lo conocemos.
Por lo anterior y porque estamos viviendo una etapa política muy densa donde el camino al autoritarismo se está construyendo día a día con la pretensión de controlar al Poder Judicial como de hecho ya se hace con el legislativo podemos decir que nuestra independencia está seriamente herida y los festejos deben ser más bien una reflexión sobre las posibles actuaciones de la ciudadanía, prácticamente abandonada a su suerte pues no se puede decir que los partidos de la oposición estén realmente haciendo un buen trabajo. Pero como mientras hay vida hay esperanza deberemos estar unidos y pendientes de las acciones que se puedan hacer para evitar este colapso de la democracia y que el autoritarismo se consolide.
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