Recuerdo que de pequeño no había nada durante el transcurso del año que me ilusionara más que aquella reunión cena del 24 de diciembre que normalmente terminaba ya en la madrugada del 25 que es el día de la Navidad. Aquella reunión donde nos encontraríamos con la abuelita, tíos y los primos y algunos amigos en torno a las figuras del gran nacimiento que representaba lo sucedido en Belén, o sea la llegada de Jesús a este planeta, la tradicional posada, los cantos de los villancicos, las oraciones y ciertamente como niños la espera de los regalos.
Pero todo lo anterior estaba acompañado por un entorno que se acogía completamente a la Navidad, donde las casas, los edificios aún los de gobierno, las escuelas, los centros comerciales y hasta las calles estaban adornadas con figuras alusivas a la Navidad, donde no podían faltar las figuras de Jesús, María y José en el centro de todo. Lo mismo sucedía en los medios de comunicación con muchas alusiones e incluso programas que hablaban del acontecimiento considerado por muchísimos como el más importante de la historia.
Pero además era una práctica casi generalizada que con cualquier persona que uno se encontrara por la calle, el cartero, el policía, el taxista, el chofer de camión, los empleados de las oficinas y de las tiendas, y no se diga los conocidos, se decía como saludo:” Feliz Navidad”, y si la persona era algún amigo o pariente inclusive se sellaba con un abrazo muy afectuoso.
Sin embargo, con el avance del laicismo en la sociedad lo anterior fue poco a poco disminuyendo en intensidad, hasta que alguien fue propagando una campaña para que en lugar de decir el clásico y tradicional “Feliz Navidad” se dijera “Felices Fiestas”, como si fiestas no hubiera todo el año, al mismo tiempo se fueron disminuyendo la presencia de las figuras sagradas hasta casi desaparecer y fueron sustituidas por renos, duendes, osos, Santa Claus, y hasta figuras comerciales.
Ahora resulta hasta extraño que las personas digan que en la Navidad van a festejar el Nacimiento de Jesús, y se habla de muchas cosas, de buenos deseos, de sentimientos, de diversión y de otras acciones que en sí son buenas, pero que ya no representan el sentido profundo de la Navidad.
Ojalá se recobrara esa bella costumbre de desear a todos una Feliz Navidad a la hora de cualquier encuentro formal o casual, yo por lo pronto quisiera desear a ustedes una Feliz Navidad, un bonito festejo en torno del nacimiento del Niño Jesús, una muy profunda y amorosa reunión con sus queridos familiares y amigos y aprovecho la presente para enviarles un abrazo cariñoso.
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