El diccionario nos dice que la esperanza es la confianza de lograr una cosa o de que se realice algo que esperamos y, por otra parte, desde el punto de vista religioso se dice que es una virtud teologal, por la que aspiramos al Reino de los Cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo. En cualquier caso, es una espera de que vendrán mejores situaciones en todos los aspectos de la vida, tanto material como espiritual y, cuando los tiempos son malos. Esa esperanza se acrecienta porque, con ella, se pueden sobrellevar las cosas y, sin ella, se puede llegar a situaciones que inclusive nos pueden enfermar física y emocionalmente y conducirnos hasta la muerte. En un tiempo como el que estamos viviendo, en que, con muy pocas excepciones, la mayoría se encuentra angustiada, o al menos preocupada por la situación que atraviesa el país e inclusive el resto del planeta.
Es imposible evaluar la esperanza como si fuera un número estadístico, pero por algunos signos o efectos podríamos decir que tal vez estamos viviendo en una crisis de esperanza y eso podría explicar al menos en parte algunas de las situaciones que estamos viviendo, algunas que inclusive nos parecen muy normales, pero que en realidad no lo son, nos hemos acostumbrado a convivir con ellas, o tal vez hasta ser parte de ellas por nuestra falta de tiempo o de capacidad para analizarlas y evaluarlas.
Por ejemplo, el aborto, que es un acto dramático donde se corta violentamente el desarrollo de una vida, bajo argumentos aparentemente muy válidos, pero que, en el fondo, implican un gran egoísmo de todos los involucrados. Desde luego el padre y no solamente la madre, y todos los que indirectamente participan en el mismo, alentando o aconsejando dicha acción, cuando si hacemos un análisis sereno podemos fácilmente saber que todos los que habitamos este planeta somos lo que somos desde la concepción misma, porque, desde ese momento, simplemente hemos seguido el ciclo natural de la vida, si desde la primera semana o en cualquier otra etapa se hubiera evitado este desarrollo, simplemente no existiríamos, esa cultura de la muerte se puede explicar entre otras cosas por esa falta de esperanza.
La banalización del sexo y de lo sexual es otro de nuestros grandes problemas causante inclusive de muchos delitos y aún de crímenes muy lamentables, pues al desprender el sexo del amor y de la procreación nos lleva más fácilmente al descontrol de nuestras pasiones y conduce a muchas faltas y abusos, si a eso añadimos la confusión de los llamados grupos vulnerables, que ahora han convertido esa vulnerabilidad en un poder temible que inclusive legisla a su favor aún en contra de los derechos de la llamada familia tradicional.
La corrupción que vivimos en el gobierno pasado hizo poner a los ciudadanos su esperanza en un cambio, y en eso no se equivocaron porque estamos viviendo cambios radicales, el problema es que han sido cambios para mal y no para bien como lo esperaba la gente, y no solamente hablamos de cuestiones económicas, sino sobre todo y algo que es de una gran gravedad, la inseguridad y la violencia desatada a niveles nunca antes vistos, problemas en la salud, en la educación, en el comercio, en la industria, en el respeto a las libertades y otras tantas cuestiones.
Ante tal panorama creo que es imprescindible volver a establecer en nuestra vida la esperanza, tanto para las personas religiosas como para las no creyentes, porque de otra manera podemos derrumbarnos, pero es preciso que esta sea una esperanza activa y comprometida, es decir, para el hombre religioso confiar en Dios, orar con fe, pero al mismo tiempo trabajar em forma comprometida en el campo donde se encuentre porque las situaciones mejoren, en concreto en el ámbito diario, y participar lo más posible en acciones ciudadanas y cívicas que obliguen al gobierno a cambiar de rumbo, e igualmente para quienes tienen otras filosofías o formas de pensamiento, independientemente de cualesquiera que sean, estar comprometidos en sus actividades personales con el máximo de sus talentos y capacidades, pero estar siempre comprometidos y activos con todas las actividades ciudadanas, sociales y políticas en las que puedan colaborar.
Miremos con esperanza el próximo 2023. Busquemos la unidad y la colaboración de todos para trabajar por el bien común, y bajo esta perspectiva me permito desearles un Feliz Año Nuevo en compañía de sus seres queridos-
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