En especial para tiempos difíciles

La vida siempre nos lleva a épocas muy buenas, pero también a algunas difíciles y hasta críticas, lo mismo sucede con las sociedades, hay etapas que podemos clasificar como buenas, pero otras que conjuntan una serie de factores de diverso tipo que las convierten en críticas y que desde luego afectan de una manera u otra a los miembros de la sociedad.

Podemos decir que uno de los sentimientos que para las buenas etapas y muy particularmente para las difíciles nos ayudan a salir adelante es la amistad, palabra que desafortunadamente se usa también con mucha ligereza. Y muchas veces las personas decimos que tenemos amistad con alguien porque lo hemos tratado superficialmente, o nos hemos cruzado casualmente en el camino en alguna reunión, o coincidimos en cuestiones de negocios o laborales, o compartimos alguna afición, y ciertamente que se pudo haber generado una corriente de simpatía o empatía y ayuda a tener una relación cordial, pero no se llega a profundizar en esa relación como para llegar a una intimidad de sentimientos compartidos, de ideales semejantes, de metas colaboradas, de sueños comunes.

Una de las definiciones que me parece reflejan de una manera muy elocuente es la que hace el Lic. Anacleto González Flores y que dice así: “La amistad se traduce siempre en una dádiva recíproca, damos y recibimos, al dar fortalecemos a los demás, al recibir reforzamos nuestra propia personalidad. El solitario tendrá que ser en todo tiempo una personalidad incompleta, porque no solamente necesitamos de los demás para cubrir nuestra desnudez y para guarecernos de la intemperie. Muchos de los rasgos salientes de nuestra fisonomía moral tienen que ser trazados sobre nosotros cuando-puestos en el ancho respiradero de todas las almas-hayamos encontrado el aliento de los que podrán, sobre todo por su semejanza con nosotros, poner los trazos que nosotros jamás podríamos sospechar.

La amistad es un aliento espiritual irremplazable, el afecto de la sangre fortalece y alienta, pero no siempre hay en las almas el imán misterioso que junta la suerte y los pensamientos de los que llegan a ser amigos. El afecto de la amistad, espontáneo, sincero, franco e intensamente cordial levanta en las caídas, cura las llagas con la compasión del samaritano, corta sin lastimar y alienta en todos los desfallecimientos. No basta el encuentro de las almas en una forma superficial y transitoria para retocar y acabar de hacer nuestra personalidad, se necesita un contacto íntimo, profundo de corazón a corazón, de alma a alma, para que haya transfusión de espíritus y esta compenetración se realiza por medio de la amistad en toda su plenitud”.

En la amistad se requiere de la lealtad y generosidad de ambas partes, ojalá que la amistad se fomente en todos los ámbitos de la vida familiar, social y aún política, pues de esa manera seguramente la sociedad se desarrollaría de una forma más armónica y se disminuirían tantas crisis hoy presentes incluyendo la terrible plaga de la violencia.

Te puede interesar: Función subvaluada

* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

@yoinfluyo

Facebook: Yo Influyo

comentarios@yoinfluyo.com

Compartir

Lo más visto

También te puede interesar

No hemos podido validar su suscripción.
Se ha realizado su suscripción.

Newsletter

Suscríbase a nuestra newsletter para recibir nuestras novedades.