La tragedia de Ciudad Juárez donde murieron al menos 38 personas de una forma horrible y otras tantas se encuentran heridas, algunas de extrema gravedad, nos hace mirar a ese inmenso mundo de los llamados inmigrantes, que son solamente una pequeña muestra de un gran drama que estamos viviendo no solamente en México, sino también en muchos lugares del planeta, en un mundo de contrastes donde en algunas regiones, vemos al menos en apariencia, un mundo deslumbrante dónde el lujo y la tecnología parecen ser el símbolo del progreso en una sociedad súper tecnificada y supuestamente muy avanzada en cuestiones sociales en cuanto a derechos y libertades.
Desde luego el tema de la inmigración es sumamente complejo, y no es difícil imaginar lo que estas personas deben haber sufrido en sus regiones de origen para arriesgarse a cruzar montañas y valles, desiertos y ríos y a enfrentar autoridades desalmadas, y lo sucedido en Ciudad Juárez simplemente ha venido a sacar a la luz una vez más el fracaso del gobierno en el manejo de la situación, puesto que lo que se ve reflejado en los testimonios de muchas de estas personas es que en México son maltratadas desde que cruzan la frontera hasta que son alojadas en refugios que más bien son auténticas prisiones.
Pero este problema es uno de los ángulos que refleja el gran fracaso de los sistemas en boga desde hace más de cien años, donde el capitalismo y el socialismo se disputan el control de naciones y de regiones completas.
Por un lado, el éxito de los países más ricos del mundo no ha sido capaz de reproducirse en el resto del planeta, y de los sistemas socialistas, salvo unos cuantos ejemplos, en el caso latinoamericano la mayoría terminan por desembocar en un fracaso económico y, además acompañado de gobiernos con aspiraciones totalitarias, que en muchos casos se han concretado en dictaduras, como Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Pero la situación de los países económicamente destacados hacia los que volteamos a ver con cierta envidia, cuando vamos un poco más al fondo nos encontramos que no solamente no están exentos de problemas, sino que tienen muchos que se reflejan a nivel personal y familiar y que están siendo flagelados por ideologías destructivas de la familia y de la persona.
La institución familiar, base de nuestra sociedad se encuentra dañada para empezar por el crecimiento de los divorcios que fragmentan la unidad familiar, que después es muy difícil reconstruir, el matrimonio del que antes se decía que era una unidad total de hombre y mujer se ha convertido en muchos casos en una sociedad de tipo económico, que cuando no conviene ya se disuelve, los hijos que se consideraban una bendición hoy son en muchos casos vistos como una carga, encontramos que los hijos únicos no tienen hermanos para compartir juegos y el crecimiento natural, lo anterior también limita lo que anteriormente era algo común, las reuniones familiares donde se encontraban numerosos primos, tíos, abuelos, sobrinos etc., lo que va haciendo sociedades individualistas.
Por si fuera poco, la llamada ideología de género ha sembrado una gran confusión entre muchos jóvenes que se confunden y van por caminos equivocados, y las presiones que se están introduciendo en las leyes y en los sistemas educativos para diseminarla contribuyen todavía más a sembrar estos desconciertos.
Se requiere de hacer un alto en este mundo que vive estresado por una competencia despiadada y hacer una introspección, reflexionar sobre lo que es el hombre y su destino trascendental, que tanto vino a trastocar la imposición del laicismo al impedir a las personas expresar públicamente su fe y a cambio, sacralizar la figura del Estado, nuevo guía de lo que hay que pensar y hacer, y haciendo a un lado las imposiciones ideológicas estatales pensar sobre las posibilidades de trabajar sobre sistemas más humanos que puedan involucrar a más personas dentro del llamado progreso, y en el mundo supuestamente exitoso también analizar si ese éxito está creando una sociedad de personas felices, ya que constantemente vemos que muchos de los estereotipos de éxito como lo es el glamoroso mundo de los artistas, de los deportistas, o de los grandes empresarios, está lleno de fracasos sentimentales con consecuencias de estabilidad emocional..
Ciertamente no hay que caer en el pesimismo, y para los creyentes siempre existe la fe que abre grandes horizontes, pero a todos corresponde reflexionar sobre lo que es posible hacer para que la humanidad tenga una mentalidad más solidaria y algún día podamos tener una sociedad más equitativa en todas las naciones.
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