En México vamos avanzando hacia una idea de socialismo que ha logrado una profunda división en la sociedad, pues una sociedad desunida es fácil presa de un gobierno autoritario.
Es difícil dar una definición exacta de lo que es el socialismo, pero en la imaginación colectiva suena a un sistema que pretende que las clases más populares lleguen a ser las que guíen los destinos de una nación y dejen de existir las grandes desigualdades que no podemos negar se han generado en la sociedad moderna. También hay quienes piensan que el socialismo es tener un gobierno que sea el que mueva casi toda la economía y después reparta justa y generosamente los beneficios que se han generado, teniendo nuevamente como en el caso anterior una sociedad más equilibrada.
Pero en la realidad los resultados han sido en general muy opuestos a lo que se esperaba, y generalmente lo que termina sucediendo es que es un sistema que no solamente no elimina las diferencias, sino que las agrava, pues el pequeño grupo que se convierte en dueño tanto del poder político como el económico, es generalmente el gran beneficiario, y para conservar esa situación se llega en no pocos casos a una tiranía que limita las libertades, como entre otras las de expresión, la de la propiedad, la del libre tránsito, la de la educación y desde luego la religiosa y aún la familiar.
Hay que reconocer que es extraordinaria la habilidad de los llamados políticos de izquierda para seguir vendiendo con gran popularidad un sistema tan gastado y tan ligado al fracaso, y que sin embargo sigue arrastrando a multitudes de todo tipo, incluyendo muchas veces a intelectuales, a artistas, estudiantes, a universitarios y trabajadores entre otros, que cuando se dan cuenta de la realidad y de que ellos son igualmente perjudicados ya no hay marcha atrás.
Una de las estrategias favoritas es crear uno o varios enemigos que son los malos de la película, generalmente empezando por los empresarios, la Iglesia, los medios críticos, aquellos que han sido exitosos por su ingenio y trabajo independiente, la clase media, y en general todos aquellos que analizan y critican las malas decisiones que se van tomando en el camino y que poco a poco van minando las fuerzas que pueden oponerse a esta propuesta.
Lo increíble es que su estrategia de comunicación es tan efectiva, que pese a los resultados tan desastrosos del socialismo en países como Cuba, Venezuela, y otros, los siguen presentando como ideales de lucha revolucionaria y niegan lo que es evidente, que esas revoluciones han degenerado en dictaduras y la pobreza de la gente que decían favorecer es innegable. Otros hablan de algunos gobiernos con la etiqueta de socialistas de algunos países europeos que son exitosos, pero la realidad es que estos socialismos basan mucho de su éxito en mantener su economía en ideas capitalistas, pues tienen un sistema empresarial muy importante que respetan, así como las libertades de expresión y muchas otras, por lo que más parece una mezcla de conveniencias políticas que un socialismo como lo entienden los populismos aquí en América.
Es tiempo de ver con toda claridad, que aquí en México vamos avanzando hacia una idea de socialismo que en primer lugar ha logrado ya su objetivo de una profunda división en la sociedad, y una sociedad desunida es fácil presa de un gobierno autoritario.
Es desde luego también muy importante plantear que necesitamos un cambio radical en la forma de cómo se ha conducido el país desde hace muchos años, inclusive antes del gobierno actual, no solamente en cuanto a la corrupción, sino también a la idea del trabajo, de la responsabilidad social, de las empresas, el compromiso de los políticos con el bien común, de la necesidad de restablecer valores en la educación, de la importancia de la estabilidad familiar, de la libertad de expresión responsable tanto política como humana y religiosa, y sobre todo de la necesidad de actuar todos dentro de las posibilidades de cada quien para frenar el rumbo por el que vamos caminando tan peligrosamente.
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