EL almirante del Mar Océano

Aunque mucho se dice sobre Cristobal Colón y el descubrimiento de América, lo cierto es que fue un hecho que marcó la historia.


Colón


Genovés, o tal vez catalán o portugués, judío converso o hasta griego, no han faltado historias sobre el más conocido de los navegantes que llevan a un personaje totalmente real a convertirlo en un mito de la historia, no han faltado otros que lo han imaginado pirata en su juventud, aventurero o soñador, la mayoría muy poco conocemos de su historia, de sus pesares y de sus angustias, de su pensamientos y de su profunda fe que llegó a convencerlo de ser un enviado de la Providencia, así dice de él mismo dirigiéndose a los Reyes Católicos: “Encontré al señor muy bien dispuesto a mi proyecto, y de Él recibí la inteligencia para cumplirlo: Me dio las dotes que corresponden al arte de navegar, a la astrología, a la geometría, a la aritmética. Me dio suficiente espíritu y manos capaces para dibujar esferas y situar en ellas, muy en su sitio, villas, ríos, montañas, islas y puertos… como con un golpe de mano humana El Señor me abrió el entendimiento… ¿Quién, por tanto, osaría decir que esas luces no vienen del Espíritu Santo? Es un verdadero milagro que el Señor se dignó hacer para esta empresa de las Indias”.

Hoy está de moda denigrar la vida de este gran personaje, pero sin lugar a dudas sus viajes representan una de las hazañas más trascendentales de la historia, y podemos asegurar que de nuestra propia historia personal, pues por este acontecimiento existimos en este momento de la historia y en este país donde hemos nacido.

Ya desde hace mucho tiempo la historia oficial en forma muy absurda y autodestructiva y una campaña a nivel internacional se han ocupado en desprestigiar y menospreciar o denostar todo lo que tiene relación con lo hispano y con lo católico. No se pueden negar muchas injusticias ocurridas, pero tampoco se puede olvidar que Inglaterra, Holanda y otras naciones sus colonizaciones fueron verdaderamente destructivas y esclavizaron a muchos pueblos sin preocuparse en lo más mínimo de transmitirles ni una cultura ni una fe. No faltan otros que neciamente quieren quitar méritos a Colón hablando sobre otros que llegaron antes a tal o cual lugar, a final de cuentas esos arribos, algunos reales y, otros inventados no dejaron ninguna trascendencia para la historia, no modificaron el mundo y hoy no sirven más que de anécdota o de tema de entretenimiento.

No conocemos ningún retrato real de Colón, los hay tan diversos que es difícil imaginarlo, una descripción nos dice que era un hombre apuesto, de estatura mediana, de rostro alargado y mejillas bien definidas, ni delgado ni grueso. Tenía nariz fina y ojos claros, que encaneció a los 30 años de edad, dejémoslo pues de esta manera para nuestra narración.

Génova era un gran puerto, posiblemente no una gran ciudad en sentido de no poder competir con las grandes catedrales, iglesias y palacios de lugares como Florencia o Venecia, pero tenía un enorme atractivo y llamaba mucho a todos aquellos que tenían sangre de aventura. Hombres como Colón no han nacido para seguir las tradiciones familiares cuando estas son tranquilas y rutinarias, hay quienes están destinados para grandes cosas y Colón era uno de estos hombres. Pronto el mundo donde se movía le quedó pequeño y decidió partir para Portugal donde tenía amigos y conocidos de la familia, suceso muy poco notable porque muchos genoveses se movían para Portugal, nación que estaba también ligando su destino a los viajes por el océano, y donde Colón empezaría a construir su proyecto.

Después de no conseguir su objetivo en Portugal, pasó a España donde también tuvo que luchar mucho y, cuando parecía que se le iba de las manos Colón recibió una ayuda inesperada, un personaje muy cercano al círculo de familiares del rey llamado Luis de Santángel, ofreció una parte importante de la aportación financiera que requería la aventura y, convenció a la reina que la relación de inversión contra los posibles beneficios de la empresa propuesta era muy buena. Equipar tres embarcaciones no muy grandes no era un dispendio mayor comparado con lo que requerían las grandes flotas mercantes de la época, así consiguió Luis que se iniciaran negociaciones entre los Reyes Católicos y Colón en lo que sería conocido como “Las capitulaciones de Santa Fe”.

Partieron del puerto de Palos, el viernes 3 de agosto de 1492, después de muchas vicisitudes llegaron al mar de los sargazos y Colón anotó en su diario lo siguiente: “Allí se comenzaron a ver grandes extensiones de hierba verde que, a juzgar por su aspecto, acaban de desprenderse de la tierra”. Además, se encontraron un cangrejo, una garza real, albatros y otras aves más pequeñas, sin embargo, no vieron tierra. Cuando los ánimos de la tripulación disminuían o empezaban flaquear el almirante con gran fuerza los volvía a poner con la mirada fija en el horizonte buscando la meta y les afirmaba estaba ya muy cerca de tierra.

El 25 de septiembre, Martín Alonso vio tierra; sin embargo, al acercarse se llenaron de desilusión al comprobar que había sido una nube, tan sólo un espejismo. Colón decidió cambiar el rumbo de la navegación, si no lo hubiera hecho habrían llegado a la actual Florida y pese a los buenos deseos de todos no aparecía Cipango ni ninguna otra isla, nadie había llegado tan lejos así que los patrones de las tres carabelas se pusieron de acuerdo para exigir el regreso antes de que fuera demasiado tarde. Sin embargo, Colón había llegado hasta donde había llegado gracias a su tesón y no era el momento de volver la mirada atrás después de tantos años de lucha y estando en medio del mar. Colón nuevamente demostró su ascendiente sobre los tripulantes y simplemente anotó en su diario que “los hombres se habían empezado a impacientar un poco”.

Al fin el 12 de octubre vislumbraron una pequeña isla, la emoción de aquel hombre debe haber sido infinita, considerando que algunos lo llamaron loco, otros un embaucador, otros un excéntrico soñador, pero también hoy daba la razón a los hombres que lo habían apoyado y creído en sus teorías que no eran fruto de sólo un sueño sino de estudios muy serios, por eso había que llamar a esa isla San Salvador, que hoy se acepta que pertenece las actuales Bahamas y se llama Watling. Se atrevió a realizar la hazaña con medios mínimos y podríamos decir deleznables comparado con otras flotas y, Colón triunfó porque poseía las virtudes de un jefe, de un conductor de hombres y se mantuvo con la visón de no volver atrás.

El almirante fue a tierra con los Pinzón y con Vicente Yáñez el capitán de la pinta, ahí desplegó el pendón real. Partió de ahí con seis indios a diferentes islas hasta que el 28 de octubre llegó a Cuba, que identificó con Cipango donde encontró un río muy bello y navegable.

En Haití, en lo que se llamó después la bahía de la Navidad, Juan de la Cosa confió el timón a un grumete, que se durmió, la nave fue a dar a un banco de arena y encalló. Colón hizo todos los esfuerzos posibles por ponerla a flote, pero carecía de recurso y fue imposible hacerlo. La tripulación y la carga fueron puestas a salvo con la valiosísima ayuda de los indios. Este incidente fortuito fue el que obligó a hacer el primer asentamiento de europeos en América, se quedaron treinta y nueve tripulantes en un fuerte que construyeron con lo que pudieron rescatar del barco, se les dejaron víveres y agua, y partieron pidiendo a Dios que pudieran sobrevivir en aquellas enigmáticas y lejanas tierras.

Este capítulo abriría la historia moderna de América, aislada hasta ese momento del resto del mundo porque sus habitantes, en donde había desde pueblos completamente primitivos y salvajes hasta culturas admirables nunca sintieron deseos de conquistar el mar y descubrir que había más allá del horizonte. Tampoco eran pueblos que se sintieran fraternalmente unidos entre sí, ni temían conciencia de formar un grupo cultural. Eran pueblos independientes y orgullosos de sus culturas, pero rivales de los demás, cada uno se consideraba a sí mismo con una visión particular en un papel protagonista en su cosmos y en mucho caso menospreciaba la cultura y religión de los de los otros pueblos. Este es un hecho que marca el inicio de la formación de nuevas naciones, y para los cristianos la enorme fortuna de recibir la luz del evangelio que será el sello característico de América hasta nuestros días, por eso considero que Colón debe seguir siendo unos de los héroes del mundo occidental.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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