Del ensueño a la locura; Carlota una princesa infortunada – Cap XXX Viaje a Mérida

Los emperadores planearon un viaje a Mérida; sin embargo, la situación del gobierno no era fácil y el entorno económico requería de mucha atención, así que Maximiliano decidió quedarse, y Carlota siguió adelante con los preparativos para un viaje que en aquella época era extraordinariamente complicado.



El 4 de noviembre de 1865 Carlota emprende el viaje sola, para lo que sería sin lugar a dudas una de las mejores etapas de su vida; por cierto, ese día se festeja a San Carlos, así que como decimos era día de su santo.

La primera etapa del recorrido ya la conocía Carlota, sólo que ahora sería en sentido inverso hacia Veracruz. La comitiva se desplazaba en cinco carruajes, el recorrido estaba planeado para hacerse en seis días; para los que conocen la región, ya se imaginarán que hubo etapas donde el lodo hacía muy difícil el desplazamiento de los carruajes, y el clima caluroso, más los insectos, hacían muy cansadas las jornadas.

En un lugar llamado San Agustín del Palmar, se detienen porque el programa indicaba que en ese lugar la emperatriz entregaría unas condecoraciones a miembros del grupo de voluntarios austriacos que habían venido a ayudar a la implantación del imperio. Las crónicas dicen que la pobre emperatriz salió de su carruaje totalmente llena de polvo.

En las afueras de Orizaba, donde tomaría el ferrocarril, se hospeda en la casa de la familia Bringas. Descansa, y al fin se dirige a Veracruz; pero al llegar, se encuentra con que está entrando un norte y no se puede navegar, por lo que tiene que esperar dos días.

En el puerto se encontraba la fragata austriaca Dándalo, con todas las comodidades dignas de la realeza, pero Carlota, como ya es mexicana, se empeña en navegar en una embarcación nacional llamada Tabasco, lo que hizo que el viaje de la real señora fuera toda una pesadilla llena de incomodidades.

Llega al puerto de Sisal el 22 de noviembre de 1865, le encanta el paisaje y la gran cantidad de sol; los yucatecos la recibieron con gran entusiasmo y ella dice que las personas son muy amables y agradables y se ven felices. Frente a la catedral hay una gran casa perteneciente a don Darío Galera y su esposa doña Dominga Pastor. Las iglesias echan a vuelo las campanas y por donde quiera que pasa le arrojan flores de los balcones.

Carlota dice en un discurso que pocas veces ha visto un entusiasmo tan sincero, y se dedica a visitar escuelas donde recibe muchos regalos hechos por los niños a base de caracoles de mar, recorre muchos pueblos y se hospeda en casa humildes, con lo que gana el reconocimiento y cariño de todos los pobladores.

Se dirige a visitar Uxmal y se entusiasma con las ruinas, por lo que se expide un decreto para que se prohíba exportar piezas prehispánicas y así se conserve el patrimonio cultural. Ciertas comidas no le agradan y tanto esfuerzo se empieza a traducir en ligeras crisis nerviosas.

Se embarca Carlota para Ciudad del Carmen, donde es recibida en sus blancas playas; sin embargo, tanto esfuerzo se empieza a reflejar en cansancio y más crisis nerviosas. Empieza a pasar noches enteras sin dormir, rezando, y termina así este viaje que le resultó maravilloso.

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