Que la Navidad no pierda su sentido ni religioso, ni familiar, ni social, y nos ayude a tener paz interior y a ser creativos para proponer ideas y acciones que nos permitan enfrentar las diferentes crisis que se han presentado.
Estamos a punto de finalizar un año más, sin embargo, podemos decir que es un año totalmente diferente a los que podemos recordar en los últimos tiempos, y por lo tanto es en estas fechas que usualmente son de festejos, felicitaciones, abrazos, regalos, reconocimientos y reuniones familiares de amistades y empresariales, en esta ocasión todo lo anterior se ve severamente reducido o inclusive cancelado y además rodeado por el luto de muchos mexicanos, no solamente por la violencia que no cede, sino por las muchas muertes ocasionadas por el llamado COVID-19.
Estamos viviendo una situación que nos está obligando a buscar nuevas formas de vida tanto sociales como personales, y también profesionales, pero hasta este momento no acabamos de implementar una forma de enfrentarla con acciones prácticas, pues hay un sinfín de opiniones y criterios en los que también se encuentran involucradas muchas emociones personales, lo que dificulta aún más hacer un análisis sereno y presentar alternativas claras.
Y en esta situación tan confusa hay una gran responsabilidad del gobierno, que con sus políticas ha generado enormes problemas a la población y al sector productivo del país, además de las decisiones tan polémicas sobre la forma de enfrentar la crisis de la pandemia, pero también aquí aplica que la responsabilidad ciudadana ha dejado mucho que desear y también el conflicto que hay entre los que están en el extremo de vivir un encierro prácticamente conventual, lleno de temores, y los del otro extremo que no toman las medidas más elementales que se recomiendan para evitar en lo posible los contagios como es el uso del cubrebocas y limitar la salida de casa lo más posible.
Así con este panorama de tanta confusión estamos llegando al final del año 2020, y es tiempo de dedicar un espacio a la reflexión personal sobre la responsabilidad que tenemos como personas y como ciudadanos de tomar parte en las soluciones de las situaciones provocadas por el entorno político, así como los provocados por la pandemia. Y dadas las condiciones de que el confinamiento mantiene mayor tiempo en contacto a las familias, es una excelente oportunidad para involucrar en esta reflexión a todos los miembros de la familia que tengan edad de hacerlo, porque también sucede que ahora con los medios electrónicos a veces vivimos en completa soledad, aunque físicamente estemos conviviendo en el mismo espacio con otros familiares.
Que la Navidad no pierda su sentido ni religioso, ni familiar, ni social, y nos ayude a tener paz interior y a ser creativos para proponer ideas y acciones que nos permitan enfrentar las diferentes crisis que se han creado o que han empeorado por la situación actual.
Te puede interesar: La pasión por el ideal ha muerto
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com