Prácticamente todo el mundo se encuentra entre indignado y preocupado por la guerra de Ucrania a la cual se tiene acceso por innumerables medios, se reciben imágenes y testimonios.
Prácticamente todo el mundo se encuentra entre indignado y preocupado por la guerra de Ucrania a la cual se tiene acceso por innumerables medios, se reciben imágenes y testimonios hasta de mexicanos que se encontraban allá y han tenido que huir literalmente del país en situaciones dramáticas, los analistas en su gran mayoría culpan exclusivamente a Putin por el conflicto, otros sin embargo encuentran también responsabilidades por las actuaciones del gobierno de Ucrania y de la OTAN por sus provocaciones que según estos analistas ciertamente van contra la seguridad de Rusia, y aún por ciertas conductas del gobierno contra regiones de población rusa en la misma Ucrania, sea cual sea la causa, no deja de ser una tragedia humanitaria y es muy lamentable que los intereses económicos y políticos de las naciones poderosas terminen siempre en el sufrimiento de miles de ciudadanos comunes que el día anterior como la mayoría de las personas vivían con sus penas y alegrías habituales, con sus preocupaciones y sueños, con sus luchas diarias por conquistar una vida feliz dentro de los términos posibles en la realidad humana, y hoy viven temerosos y angustiados, viendo cómo algunos pierden a sus seres queridos, o los ven lastimados, algunos de por vida, o también en desaparecer bajo sus ojos el fruto de sus esfuerzos para tener un pequeño patrimonio, o la pérdida de sus trabajos, en fin ,una guerra por muy justificada o no que pueda ser siempre trae consigo sufrimiento.
Pero si una invasión militar es muy dramática por lo espectacular de sus efectos, esto nos debe llevar a profundizar sobre otras guerras que tenemos más cerca, en las que estamos inmersos y tal vez por las preocupaciones o distracciones de la vida diaria no estamos viendo en su dramática dimensión. La primera es la de la violencia a la que hemos llegado en nuestro país, números de muertos inusitados en “tiempos de paz”, en pueblos abandonados por amenazas, en negocios que funcionan bajo el pago de cuotas de protección porque la autoridad no protege a nadie, de asaltos en los medios de transporte, de bloqueos en las carreteras, de muertos que no importan porque son entre bandas delincuenciales, como si estas vidas no fueran humanas y hubiera entonces licencia para que se exterminen entre ellos porque la autoridad ha renunciado a ejercer su autoridad, y esto es cierto que no se inició en el presente gobierno, pero sí se ha dejado de trabajar en su control de una forma notablemente escandalosa.
Pero sobre este punto habría que ir más a fondo para encontrar las raíces profundas, porque todas estas personas que se dedican a la violencia han surgido de familias mexicanas que no han podido dar a sus hijos un camino a seguir por los cauces de las conductas sociales bajo la moral y la ley, y esto me liga a la siguiente guerra que ya es más amplia, más elegante y peligrosa.
Esta tercera guerra a la que me voy a referir es una guerra que nos ha afectado a todos en diferente medida y de la cual tal vez también participamos ya todos en diferentes grados y muchas veces sin plena conciencia o con una conciencia un tanto confusa, es una guerra que algunos llaman la imposición del Nuevo Orden Mundial, que en el fondo implica un gran desorden y una confusión muy delicada entre llamar derechos humanos a algunos que si lo son y, otros que podemos decir que son precisamente todo lo contrario. Legislaciones que protegen acciones que precisamente dañan los auténticos derechos humanos, una guerra que está cambiando los principios que han regido nuestra cultura occidental cristiana por muchos siglos y que se viene desarrollando desde hace muchísimos años, pero que ahora cuenta con las fuerzas políticas y económicas más poderosas del mundo así como son los medios más avanzados en su difusión y planeación y prácticamente envuelven ya a todo el planeta ,y nadie está completamente a salvo y libre de su influencia, esta es una guerra mucho más destructiva que la de Ucrania, más extendida y permanente de lo que esperemos sea aquella, que Dios quiera se resuelva en breve tiempo.
Esta tercera guerra de la que estamos hablando si es mundial, hoy en día parte desde la ONU y la mayoría de los gobiernos, más varios de los mayores millonarios del planeta como Soros, Gates y otros, políticos en los gobiernos o retirados pero que siguen siendo muy influyentes como la señora Clinton que quiere hasta que se modifique la Biblia, legisladores, medios de comunicación, profesores, y lo más delicado es que ya forman parte de su militancia millones de personas de buena voluntad que se han dejado influir por esas ideas que además ya se tratan de imponer por la fuerza y bajo amenazas por medio de leyes que van contra la libertad de expresión por la que se luchó tan vivamente por años y por tantas personas.
Sus principales banderas son el aborto, que se considera un derecho en muchos lugares, según la OMS entre abortos seguros e inseguros, o legales e ilegales, como se les clasifica hay cerca de 75,000,000 de vidas cortadas en su desarrollo por año, y esto es muy grave dado que significa que hemos perdido el sentido del respeto a la vida desde su inicio, y por ende si la vida no se respeta desde su inicio pues parece que muchos encuentran también que entonces no hay razón para respetarla en ninguna de sus etapas, al final es el respeto a la vida lo que se debe de fomentar como algo sagrado, y lo sagrado es algo de lo que esta guerra se ha dedicado a combatir bajo diversas formas ideológicas con muy buenos resultados, aunque todavía gracias a Dios la gran mayoría de las personas se siguen sintiendo ligadas a un destino superior, que simplemente a vivir unos cuantos años en este planeta y después desaparecer sin el menor sentido.
Los otros frentes de ataque están siendo el de la familia tradicional, papá mamá e hijos como columna esencial de la sociedad, y la llamada ideología de género, que simplemente trata de confundir negando lo que la biología confirma sobre la naturaleza de los sexos, dónde hombre y mujer tienen la misma dignidad, y sus diferencias complementarias son lo que hace realmente plena la sociedad. Y en nuestra cultura occidental ese afán de negar las raíces aglutinantes de nuestra sociedad que lo ha sido el cristianismo es lo que ha propiciado que haya una falta de identidad en muchas naciones y algunas inclusive como sucede en Europa estén empezando a despoblarse y a ser ocupados esos lugares por personas de otras culturas, religiones y nacionalidades.
Y lo más grave es que inclusive se han impulsado y se impulsan cada vez más leyes que pretenden hasta quitar a los padres el derecho de educar a sus hijos en estos valores tradicionales, y además se refuerza todo esto en los textos educativos obligatorios en este país y en otros muchos y, se pretende que instituciones como la Iglesia Católica modifique sus mismas doctrinas sobre estos temas para adecuarse a estos tiempos, lo cual va contra su propia esencia que es enseñar la doctrina de Jesús, no la de las ideas que más acomoden a los que rigen los destinos de la sociedad según sus propias conveniencias.
En fin, ojalá termine pronto la guerra de Ucrania con los menores daños posibles, los hombres de fe orando por esto y en general todos presionando a los políticos para encontrar una solución, pero todos profundizando sobre las otras guerras en las que estamos inmersos y que todos dentro de nuestra situación y capacidades podemos hacer algo por combatir.
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