Contrapunto al 20 de noviembre

La Revolución Mexicana es un acontecimiento histórico con muchas aristas para analizar que involucra muchos intereses y sentimientos que se han tratado de englobar en una interpretación simbólica de un movimiento unido que nunca fue así y, por el contrario, hubo muchas divisiones, algunas de las cuales culminaron con el asesinato de algunos de los protagonistas en manos de otros actores de este drama histórico.

Una vez terminado el movimiento armado se esperaba que surgiera un país plenamente democrático, sin embargo desde el poder de los vencedores se instauró un sistema para que unos cuantos fueran los que decidieran quienes regirían los destinos del país, así llegó al poder el general Plutarco Elías Calles, que sin mayor causa desencadenó una persecución religiosa que daría como resultado un movimiento de resistencia por parte de la sociedad y dentro de esta resistencia surgió un movimiento armado principalmente en el centro del país que se conocería como la Guerra de los Cristeros, movimiento heroico por ser enfocado a la defensa de la libertad y muy manipulado por la historia oficial lo que ha hecho que sea muy poco estudiado en profundidad con la debida objetividad, y que algunos consideran fue la última parte de la Revolución.

Una de las banderas que se ha manejado podemos decir desde la Revolución Francesa como un logro de la libertad, es el laicismo, sin embargo, en la práctica ha resultado una censura para la expresión de la religión, y en especial del catolicismo, bandera que tomó con gran fanatismo el presidente Calles.

Durante esa época surgieron grandes personajes defensores de la libertad religiosa, como el Lic. Miguel Palomar y Vizcarra fundador entre otras organizaciones del Partido Católico Nacional y de la Liga Nacional defensora de la libertad Religiosa, y en Guadalajara el Lic. Anacleto González Flores, nacido en Tepatitlán Jalisco y que sería conocido como “El Maestro” por su gran labor con toda la sociedad y principalmente con los jóvenes, y que por su gran compromiso con la fe católica llegaría al martirio y sería años después proclamado beato por el gran Papa Juan Pablo II, aunque su ceremonia de beatificación sería durante el pontificado de Benedicto XVI en el estadio Jalisco junto con otros mártires y cuya memoria se celebra precisamente el 20 de noviembre.

El Lic. Anacleto González Flores fue un mexicano ejemplar, muy preocupado porque la religión fuera no solamente una actividad espiritual y personal, sino que se manifestara en acciones concretas para el prójimo y para la sociedad en toda su complejidad y para México mismo.

Persona de una gran cultura no se conformaba con leer libros y acumular conocimientos, sino que era un gran líder, cualidad que demostró desde pequeño en su natal Tepatitlán, donde pese a pertenecer a una familia de muy humilde origen, llamó la atención de unos sacerdotes que viendo sus grandes cualidades lo enviaron al seminario de San Juan de los Lagos, y fue ahí donde empezó su formación intelectual y encontró que su vocación no era el sacerdocio sino las leyes para de esta manera servir mejor a Dios y a la sociedad,

Consideraba que el laicismo era un gran movimiento contra la libertad y decía que: “Desde hace tres siglos los abanderados del laicismo vienen trabajando para suprimir a Cristo de la vida pública y social de las naciones. Y con evidente éxito, a escala mundial, ya que no pocas legislaturas, gobiernos e instituciones han marginado al Señor”.

Participó en movimientos en defensa de los obreros, propagador de la doctrina social de la Iglesia habló tanto de los defectos del materialismo capitalista como del socialista, y proponía la integración de todos en base al trabajo y a la justicia.

Desde el punto de vista de maestro podemos decir que enseñaba que los grandes problemas del país se debían a la apatía y falta de participación de la sociedad, y hablaba de la necesidad de una gran transformación personal y social, podríamos decir en términos modernos que era un gran motivador, pero con la virtud de que no solamente predicaba, sino que encarnaba sus ideas en la vida propia hasta que le costó la vida misma.

Señalaba que: “Hasta ahora hemos vivido totalmente resignados con nuestra estatura y con el milímetro de tierra que las vicisitudes nos han dejado, y allí esperamos con los brazos caídos que se cierren nuestros ojos y se nos sepulte lejos del grito de la vida. No pedimos ni más espacio ni más sol. Nos basta lo poco que una acometida, que todavía no ceja ni cejará, nos ha dejado por ahora, a reserva de arrojarnos de allí y matarnos de asfixia, de hambre y sed”… “Necesitamos poner ya desde hoy, en la raíz de nuestra vida, la osadía para empezar”.

Y sobre la formación personal:  “Podremos comprar en el mercado un libro que abra delante de  nuestros ojos, rutas inesperadas y llenas de luz y que nos enseñe métodos y procedimientos para completar la propia personalidad[…]Pero las fórmulas y las recetas y los métodos no son suficientes; es necesario ante todo estar dispuestos a hundir las propias manos en nuestra carne y en la sustancia de nuestro espíritu para amasar el barro, para estrujarlo…Ni el carácter, -atributo esencial de las fuertes personalidades-, ni la orientación del espíritu, ni la virtud…se compra en ningún mercado. Todo eso lo hace, lo tiene que hacer, lo debe hacer el forjador que todos llevamos dentro de nosotros mismos”.

“Que cada día nos sorprenda con la mano sobre el arado, con la vista fija en el surco, con el brazo dispuesto a seguir adelante y con el ánimo de arrancar para siempre de nuestra vida individual y de nuestra alma colectiva la vieja enfermedad que siempre nos deja y nos ha dejado empezar, pero nunca nos deja ni nos ha dejado terminar. Y hoy es preciso terminar con éxito en la mano prendida en la asta de nuestra bandera”.

Considerado un peligro para el gobierno fue detenido, martirizado y fusilado el 1° de abril de 1927 en compañía de sus amigos y discípulos que compartían sus ideales y su trabajo; los hermanos Jorge y Ramón Vargas González Y Luis Padilla Gómez, todos beatificados en la ceremonia antes mencionada.

Ojalá que este gran ejemplo de mexicanos comprometidos nos motive a la participación cívica, social y política que se requiere en estos momentos críticos, en donde el próximo año se decidirá el futuro de la nación tal vez para muchos años más que el de un sexenio. 

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