Para evitar que sólo el presidente y su grupo decidan el rumbo del país, es necesario que los ciudadanos participen y voten en las próximas elecciones.
Somos un caso muy particular, nos hemos dedicado por generaciones a destruir lo que se empezó a construir con mucho esfuerzo y por un largo camino, una nación que surgió, no de una conquista como se nos ha enseñado, y aunque no es el tema de este artículo podemos decir que esa enseñanza que nos inculcó una mentalidad de conquistados, diríamos hoy de perdedores, ha sido el inicio de nuestra autodestrucción. México como lo conocemos nunca fue conquistado por los españoles como la historia oficial lo ha planteado, por la sencilla razón de que México no existía cuando Hernán Cortés llegó a estas tierras, dónde se asentaban muchos pueblos que no compartían un sentido de nación, más bien eran totalmente independientes y algunos inclusive enemigos entre sí, muchos de ellos dominados por lo que consideraban un pueblo extranjero muy poderoso, el Imperio Azteca.
Fue más bien después de la conquista, como con dolores de parto que se inició la construcción de nuestra nación que se fue consolidando con el paso del tiempo con la cultura de nuestros pueblos locales amalgamada con la de la España cristiana, que vinieron a formar las bases de nuestras tradiciones y de nuestra nacionalidad, y en torno a ellas se desarrolló la arquitectura de nuestras ciudades de las que tan orgullosos estamos y se modeló la forma de ser de nuestras familias y de nuestra sociedad.
Pero hoy lamentablemente se han fracturado gravemente esos lazos de unión y de identidad que nos proporcionaron nuestros antepasados porque hemos arrinconado nuestras tradiciones morales y culturales más profundas.
Y hoy vivimos una de las peores situaciones desde la época de la Revolución Mexicana, porque el nuevo gobierno ha querido implantar estrategias que ya han probado ser totalmente ineficaces para mejorar las condiciones económicas y sociales de los países dónde se han aplicado, recordemos cómo el llamado bloque soviético ya lo vivió, y en estos tiempos lo han sufrido ya varios países latinoamericanos, y ahora se agrava la situación por la presente epidemia del llamado coronavirus.
Las elecciones pasadas dieron como resultado un gobierno sin contrapesos al darle la presidencia y también la mayoría del Congreso, y esto en la práctica ha permitido que se tomen decisiones muy perjudiciales para el desarrollo económico de México, desde la cancelación de obras que eran vitales como el aeropuerto de Texcoco, la aprobación de otras cuya viabilidad económica está muy en duda, una política muy extraña sobre seguridad que nos ha llevado a tener una cantidad mayor de muertos que en los gobiernos anteriores sin que se le dé mucha importancia, o el debilitamiento y la extinción de muchas instituciones autónomas, disminuciones de presupuesto para el desarrollo de la cultura, problemas graves en el sector salud, y por el contrario otras asignaciones de aparente beneficio social, pero que apuntan más bien a un asunto electoral, y cuestiones también muy delicadas como pretender controlar la educación de los hijos sobre temas que corresponden en primer lugar a los padres de familia como la moral sexual, la llamada ideología de género que se pretende imponer a toda costa, así como favorecer la mentalidad abortista en contra de la del respeto a la vida.
Es por eso que los miembros de la sociedad debemos estar muy interesados en buscar soluciones reales que puedan funcionar, manifestar nuestros puntos de vista y buscar unidad entre el mayor número posible de ciudadanos de todos los niveles culturales, sociales y aún económicos para lograr que en las próximas elecciones se pueda tener una representatividad de los auténticos intereses ciudadanos y no sea tan sólo el presidente y su grupo los que puedan decidir el rumbo del país.
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