El mundo en el que vivimos ha vivido más cambios en unos 100 años que los que vivió en miles de años anteriores, esto desde luego no quiere decir que en el pasado no hayan existido avances o grandes logros sobre todo en el pensamiento, el arte, la arquitectura, la literatura y aún en las ciencias, y que nos sorprendamos ante las maravillas del llamado mundo antiguo, pero aún en la edad media tan criticada nos encontramos con grandes pensadores, artistas y arquitectos cuyas obras nos causan admiración como por ejemplo las imponentes catedrales, y así nos llegamos al llamado renacimiento que nos ha dejado obras de admirable belleza, y de esta manera hemos avanzado sin detenernos, sin embargo en estos últimos tiempos y en base a todos los desarrollos anteriores las generaciones que hoy habitamos el planeta tierra hemos sido testigos de una vertiginosa transformación en la forma de vida y de pensamiento.
En la generación de los bisabuelos prácticamente se movían entre el caballo y los primeros automóviles que todavía causaban admiración en unos y espanto en otros, y admiraban las máquinas de vapor que movían los ferrocarriles en vías que día a día crecían para unir a más poblaciones, y con asombro vieron cómo las ciudades se empezaban a iluminar con energía eléctrica y las distancias se acortaban en la comunicación con eso que se llama teléfono.
Después vino un desarrollo tecnológico de todo lo anterior, etapa en la que muchos crecimos, pero fue un desarrollo un tanto calmado, hasta que llegó un momento en que se destapó un crecimiento exponencial y aparecieron las computadoras, primero enormes aparatos que requerían de instalaciones especiales pero que después estarían al alcance de millones de personas en todo el mundo. Y así en forma vertiginosa fueron apareciendo sistemas y equipos que han modificado la forma de vida de casi todos, excepto tal vez en algunos países que se han estancado en la pobreza; y así, llegó la televisión, una caja que después se transformó en pantallas planas de enormes dimensiones, el internet, los teléfonos móviles hoy con multitud de funciones que parecen de fantasía, con todo lo que implica en la comunicación como Facebook, Twitter, YouTube, Instagram, Google y otras más que se manejan en mayor o menor grado y que hacen que las generaciones actuales interactúen más con sus teléfonos que con las personas que se encuentran a su alrededor y esto ha generado inclusive un cierto distanciamiento intergeneracional, e inclusive por contradictorio que parezca en un mundo donde abundan los medios de comunicación, distanciamiento con las realidades cotidianas y con las realidades políticas que tanto necesitan de la acción ciudadana para que no se desvíen del objetivo del bien común.
Indudablemente que también en lo social, político y económico se han hecho avances creando instituciones, que han colaborado a una mejoría social, pero no en el grado esperado ni requerido, por lo que no tenemos un país que podamos colocar entre los más desarrollados y menos aún igualitarios.
Pero algo que es más profundo de lo que a veces separa a las generaciones es el pensamiento y la visión de la vida. Las generaciones mayores vivimos todavía en los finales de una era conocida en occidente como era cristiana, no porque todo el mundo tuviera la misma fe, sino porque la herencia del cristianismo en casi todos los campos había moldeado una forma de ser y de ver las cosas, ciertamente desde la Revolución Francesa y los gobiernos liberales y socialistas hicieron una labor incansable utilizando la censura impuesta por el laicismo para que no se hablara de Dios en la sociedad, se fuera expulsando poco a poco de los sistemas educativos y llegaremos a lo que hoy muchos llaman la era poscristiana, donde inclusive algunos valores antes generalmente aceptados se han no solamente cuestionado, sino aun impuesto los contrarios tanto por la fuerza de ciertos grupos, como de los medios de comunicación y organismos internacionales y por las mismas leyes como son cuestiones relativas al aborto, la familia y el matrimonio entre otros.
Pero pese a estas circunstancias podemos estar seguros que en el fondo la naturaleza humana es la misma, y por lo tanto debe haber muchos puntos de encuentro entre las diferentes generaciones para trabajar por una mejor sociedad que permita en la libertad encontrar caminos que conduzcan a una mejor manera de convivencia social con mejores oportunidades, y esto se debe de encontrar en los valores que son comunes a todos y que unos debemos recordar y vivir y a otros se les pueden compartir como son el respeto, la responsabilidad, la honradez, la solidaridad, la empatía, la búsqueda del bien y la verdad, la compasión, el perdón, la gratitud, la búsqueda del sentido de la vida, la formación del carácter, forjar ideales más allá de los intereses a corto plazo, espíritu de sacrificio por una causa noble y terminar también con esa censura impuesta por el laicismo que han impedido hablar de Dios en forma libre para los que así lo desean como se habla hoy de muchos otros temas.
En concreto para afrontar la situación que vive el país actualmente, se necesita el involucramiento de todas las generaciones independientemente de sus diferencias, por lo que hay que buscar los puntos de encuentro que sean necesarios, para que jóvenes y mayores se involucren en los grandes problemas nacionales y sobre todo se comprometan a la participación en las próximas elecciones pensando que el resultado no está determinado como muchos pretenden hacerlo creer, sino que se puede lograr un cambio de rumbo con la acción ciudadana.
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