En política desde hace muchos años se suele hablar de si eres de derecha o de izquierda, recordando que esta clasificación proviene de la época de la Revolución Francesa, tiene su origen en la Asamblea Nacional, o sea el parlamento de Francia.
El año 1789 marcó el inicio de la Revolución Francesa, una revuelta que cuestionaba el poder de la monarquía y quería acabar con los privilegios de la aristocracia. Los miembros de la Asamblea tuvieron que votar sobre el veto real, es decir, si el rey de Francia debía tener la capacidad de rebatir cualquier ley, aunque hubiera sido aprobada por mayoría en el parlamento.
A la derecha del presidente de la asamblea se sentaron los nobles y el clero y, los llamados revolucionarios que estaban contra el veto del rey a la izquierda y, desde ahí se generó la idea de que la izquierda estaba más a favor del pueblo y la derecha de las clases privilegiadas.
Posteriormente en forma abreviada podemos decir que política y publicitariamente se ha etiquetado a los de izquierda como más favorables a buscar el bien de las clases más necesitados otorgándole al Estado como representante de la comunidad más capacidad en el manejo del poder y de los recursos, mientras que a la derecha se le ha identificado más con las libertades del individuo y de la libre empresa para que mediante el desarrollo de estas se lleve el beneficio a toda la sociedad.
Ninguna de las dos tendencias ha logrado en forma plena llegar a sus objetivos, con resultados muy diversos en diferentes regiones, pero en general podemos decir que para fines políticos sobre todo en las naciones menos desarrolladas o hasta pobres, la izquierda ha tenido mucho más habilidad que la derecha para presentarse como la opción más esperanzadora, aunque muchas veces haya demostrado no solamente no ser capaz de cumplir con sus propósitos, sino al fracasar en los mismos caer en el totalitarismo, sin dejar de reconocer que las derechas en ciertos países también han impuesto dictaduras contrarias a la libertad que han profesado.
En México hemos jugado con muy poco éxito con una extraña mezcla de ambas corrientes que a veces se mueven más a un lado que a otro, y a veces se llega a ciertos extremos que no han solucionado, sino más bien empeorado la situación de un país que pese a no haber estado involucrado en fuertes conflictos internacionales como las grandes guerras no ha podido consolidarse en los llamados tiempos de paz. Y es que en el fondo de este fracaso, que se está recrudeciendo, no están solamente las ideas económicas de una u otra corriente, sino algo en lo que aparentemente estamos prestando muy poca atención, y esto es en los valores fundamentales de las personas que después se reflejan en la sociedad.
Diariamente se ponen por escrito miles de palabras, algunos defendiendo las actuales políticas y otros poniendo en evidencia el fracaso de las mismas, también es lo mismo en la comunicación, cientos de horas y discursos en favor y en contra, pero muy pocas veces, o casi nunca se profundiza sobre el tema que los autores de las situaciones que estamos viviendo, incluyendo una violencia nunca antes vista, provienen de ciudadanos que se han formado en familias como las nuestras, y tal vez han sido nuestros vecinos o son nuestros parientes, y nosotros es posible que no hemos actuado con el valor y la energía que se requiere como individuos y como sociedad para enfrentar los problemas y proponer soluciones.
Estamos educando para el éxito antes que para vivir conforme a los valores de rectitud, responsabilidad, generosidad, respeto, amor, libertad, igualdad, justicia, amistad, tolerancia, espiritualidad, solidaridad, orden, amistad, religiosidad y otros muchos que hacen personas trascendentes que buscan no solamente el bien próximo y propio, sino trascendente y para la sociedad, debemos buscar que nuestros políticos posean estas virtudes más que promesas, la mayoría de las veces incumplibles.
Tal vez nos hace falta un poco de reflexión sobre lo que requerimos para rectificar esta situación de crisis en la que estamos metidos, pero difícilmente se logrará si no se buscan las soluciones en base a los valores que trascienden más que andar clasificándonos en si somos de derecha o de izquierda, si somo ciudadanos íntegros y buscamos verdaderamente el bien social sin decir por ello que no nos interesa el bien propio.
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