El populismo, una pésima idea

Los populistas para conseguir apoyo, son más rápidos y generosos con sus ofertas que los partidos tradicionales y a menudo prometen cosas que pueden no ser factibles.


Manipular a la gente


Claro este populismo, desde hace años, nos ha ido llevando hacia una corrupción galopante, que hoy día vemos que ha rebasado todas las esferas sociales, políticas.

La corrupción de los PODEROSOS, y quienes son estos poderosos, entendiendo desde funcionarios y políticos “no todos” que planean con tanta maldad, el robo, el engaño, desean campos, casas y se apoderan de ellas, oprimen explotan al ciudadano y sus bienes, los roban con la ayuda de ciertos cómplices, y se solapan unos a otros, con ese dicho que dice “ladrón que roba a ladrón”, pero esto es sólo la pura excusa que colocan contra el pueblo, contra la gente y claro con la apariencia de llevar un bien haciéndose pasar por buenos.

Y nos encontramos que son astutos y engañan tomando de bandera el pasado, confunden, se hacen pasar por buenos que sólo ven por sus propios intereses y del grupo de políticos que los siguen, y estos poderosos son pocos, sin embargo hacen un daño terrible a nuestra sociedad, primero promueven igualdad, lucha contra corrupción, llevando a la pobreza general, y aparecen ya que esta este entramado, como los buenos y empiezan a regalar lo que es fruto del pueblo trabajador, a los que son flojos.

Este populismo parece de libertades al principio y poco a poco se va comportando con muchas corruptelas, y aquí aparece otro dicho “no avanza el que no transa” y por desgracia tenemos tanto de ello en el país en todos los niveles, es aprovecharse del más débil, al final serán cadenas que atentan contra la libertad, analicemos un poco el populismo, tomando la idea del libro de Benjamín Moffitt, El auge del populismo.

En ciencias políticas, populismo es la idea de que la sociedad está separada en dos grupos enfrentados entre sí: “el verdadero pueblo” y “la élite corrupta”, explica Cas Mudde, autor de Populismo: una muy breve introducción. El verdadero líder populista, explica, asegura representar la unificada “voluntad del pueblo”. Y se presenta como oposición a un enemigo “fifís” con el propósito de “drenar el pantano”. Algunos rasgos de un líder populista, son “los malos modales”: el comportarse de una forma que no es típica de los políticos, una táctica empleada por muchos de ellos en la actualidad.

Otro es “perpetuar un estado de crisis” y dar la impresión de estar siempre a la ofensiva. “Un líder populista que llega al poder está ‘obligado’ a estar permanentemente en campaña para convencer a los suyos de que no es y nunca serán traicionados, luchan por los más desprotegidos”. Este populismo es “extraordinariamente poderoso porque se puede adaptar a todas las situaciones”. Otro hilo común entre los líderes populistas es que por lo general no les gustan los “complicados sistemas democráticos” del gobierno moderno, prefiriendo la democracia directa como referendos.

Eso también explica sus vínculos con el autoritarismo, sostiene, pues la falta de confianza en los sistemas establecidos permite el surgimiento de “hombres fuertes” como líderes.

“El líder eventualmente toma decisiones en una forma que no es posible en las democracias tradicionales”.

Un sentimiento tal vez mejor personificado por el fallecido Hugo Chávez, quien una vez dijo: “Yo exijo lealtad absoluta, porque yo no soy yo, no soy un individuo, yo soy un pueblo”. Es por eso que los líderes populistas a menudo son vistos con sospecha. Y la razón por la que el término acostumbra ser empleado como un insulto que describe a los políticos que prometen demasiado, “oferta irresponsable”.

“Para conseguir apoyo, son más rápidos y generosos con sus ofertas que los partidos tradicionales y a menudo prometen cosas que pueden no ser factibles”, explica.

El populismo es el fenómeno político clave del siglo XXI. El término se ha utilizado para describir a líderes, partidos y movimientos en todo el mundo que interrumpen el statu quo y hablan en nombre del ‘pueblo’ contra ‘la élite’.

Sin embargo, el término sigue siendo un enigma: mal entendido, vagamente definido y, la mayoría de las veces, usado como un término de abuso: “Y uno se debe preguntar qué tan bueno es eso para la democracia”.

Hoy estamos viviendo este movimiento populista que finalmente conduce al socialismo, la lucha de clases.

Depende de nosotros ser mejores artífices con los legisladores buscando siempre el bien común de nuestra sociedad.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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