La Cartilla Moral de AMLO: pobre solución a la inmoralidad

No puedo imaginar a los maestros de la CNTE, claros ejemplos de todo lo que Cartilla censura, enseñando moral.


Cartilla Moral


“Lo que debe procurarse es una prudente armonía entre cuerpo y alma. La tarea de la moral es dar a la naturaleza lo suyo sin exceso, y sin perder de vista los ideales dictados de la conciencia. Si el hombre no cumple debidamente sus necesidades materiales, se encuentra en estado de ineptitud para las tareas del espíritu y para realizar los mandamientos del bien”.

El texto precedente forma parte de la Cartilla Moral escrita por don Alfonso Reyes, ilustre pensador mexicano, y que ha sido seleccionada por el presidente Andrés Manuel López Obrador para servir de texto obligatorio en las actividades escolares de formación cívica y ética. El texto citado resalta el evidente propósito del primer mandatario: lograr la aptitud del ciudadano mexicano para realizar los mandamientos del bien. Y nadie hay, creo yo, que se atreva a negar la validez, la justificación y la urgencia de lograr tan noble meta.

El problema es cómo emplear las ideas expresadas en la versión amloísta de la Cartilla Moral para tener éxito en esa elevada empresa. Porque, aparentemente, en su esfuerzo por hacer asequible el pensamiento del filósofo neoleonés a la actual ciudadanía mexicana, los encargados de redactar la versión según los criterios de AMLO, no tuvieron empacho en mutilar y alterar el texto original.

Entre los trozos alterados hay unos cuya modificación reduce las posibilidades de mantener vivo el pensamiento de don Alfonso Reyes. Basta citar un ejemplo que salta a la vista desde el inicio del texto. El original preservado en la Universidad de Nuevo León dice: “El hombre debe educarse para el bien. Esta educación y las doctrinas que ella inspira constituyen la moral o ética. La moral de los pueblos civilizados está toda contenida en el Cristianismo. El creyente hereda, pues, con su religión, una moral ya hecha. Pero el bien no sólo es obligatorio para el creyente sino para todos los hombres en general”. La mención del Cristianismo y de su capacidad de inclusión de la moral de los pueblos civilizados fue omitida por AMLO y trasformada en un sincretista y acomodaticio “Todas las religiones contienen un cuerpo de preceptos morales que coinciden en lo esencial”, con lo cual se intenta alejar la atención del ciudadano medio a lo que evidentemente don Alfonso intentó decirnos cuando destacó el papel del Cristianismo (no se puede olvidar que la civilización de los países a los que parece hacer mención el maestro Reyes es, en gran parte, fruto de la influencia cristiana, incluida la moral). De paso, AMLO intenta lo que otros ya han intentado también para aguadar la influencia del Cristianismo: hacerlo igual a todas las demás religiones.

La característica distintiva de la moral cristiana no consiste en tener normas muy diferentes de las que enseñan otras religiones –la ley natural en la que se inicia la mayor parte de la moral cristiana básica no se separa de las normas básicas de otras religiones o corrientes de pensamiento– sino en dar a tales normas un sentido y una finalidad que las demás no pueden dar: la trascendencia de la vida humana y su finalidad. Este sentido final de la moral está notablemente ausente en la Cartilla de AMLO. ¿Y qué van a decir a este respecto los docentes encargados de transmitir la enseñanza de la Cartilla? Probablemente nada; se contentarán con repetir sin matices ni explicaciones lo que dice el texto del presidente. Y con ello la enseñanza de la moral de la Cuarta Transformación habrá privado a la nación mexicana de aquello que realmente da sentido a la vida moral y encaminará al pueblo hacia el relativismo.

La Cartilla de AMLO sigue a pie juntillas al filósofo de Nuevo León al hablar de los elementos constitutivos de la persona: el alma y el cuerpo. Pero, quizás por presuponer don Alfonso que sus lectores no se sienten generalmente muy inclinados a meterse en las veredas de la filosofía, prefirió abstenerse de las definiciones abstractas de la tradición filosófica de siglos. Simplemente definió al cuerpo como la parte animal, sensible y carnal, y al alma como la parte humana, racional. Con ello le hizo muy poco favor a la persona. Según la Cartilla, la dignidad de la persona humana sólo encuentra una sola causa: el espíritu, que lo distingue de las bestias. La visión que muchos en tiempo de don Alfonso Reyes tenían de la antropología cristiana tampoco lo ayudó. Porque el bien, cuya búsqueda es el objeto de la moral y de la Cartilla, queda reducido a respetar los seres de nuestro mundo mientras vivimos en la Tierra. Respeto para uno mismo, para la familia, la sociedad, la naturaleza, etc. Pero no explica qué gana la persona individual con ser respetuoso, excepto, claro, y en todo caso, la felicidad de saber que uno no se dejó vencer por la animalidad que constituye la mitad de nuestra persona. Al final de la vida ¿de qué nos sirve haber sido respetuosos toda la vida si lo único que sigue es el silencio de la tumba? No es esa, es evidente, una motivación muy poderosa para portarnos bien. Mientras no se haga mención de la trascendencia a la que está llamada la naturaleza humana, la simple felicidad terrenal no será un atractivo suficiente para obrar moralmente. Comamos y bebamos que mañana moriremos, como reza cierta conseja popular.

Además, surge una pregunta. Si esta Cartilla será texto escolar obligatorio, ¿podemos suponer que los docentes mexicanos están capacitados para explicar todo lo anterior a sus alumnos; para motivar a los jóvenes a vivir moralmente usando únicamente los contenidos de la Cartilla? No puedo imaginar a los maestros de la CNTE, claros ejemplos de todo lo que Cartilla censura, enseñando moral.

Se me ocurren algunas otras preguntas pero sólo menciono dos.

El capítulo sexto de la Cartilla tiene varias largas e interesantes afirmaciones sobre la naturaleza y la finalidad de la familia conformada por papá, mamá e hijos, que la hacen ver como un organismo originado en la naturaleza (no fruto de caprichos sociales, dogmas religiosos o normas de gobierno), pilar de la sociedad, cuna de las virtudes cívicas y semillero de ciudadanos valiosos. ¿Cómo explica entonces AMLO y su gente el apoyo decidido que han venido dando a tantas acciones que están directamente encaminadas a destruir tal familia? ¿Quién va a creer en la enseñanza de la Cartilla sobre la familia si Morena y sus partidos parásitos están tratando de borrarla del mapa?

El capítulo octavo de la Cartilla, por su parte, enseña lo siguiente: “El sistema legal es inevitable y benéfico porque constituye el armazón que sostiene a la comunidad… Cuando el gobierno (que no es lo mismo que la ley) comienza a contravenir las leyes o a desoír los anhelos de reforma que el pueblo expresa, sobrevienen las revoluciones”. ¿Cómo harán los docentes para explicar a sus alumnos que el presidente de México, quien fue el que mandó imprimir y repartir la Cartilla, es el ejemplo más claro de un gobernante que contraviene las leyes y desoye las voces y las razones de los ciudadanos que no están de acuerdo en su gobierno? ¿Cómo evitar que el armazón de la sociedad mexicana se derrumbe si el presidente es el primero en ignorar lo inevitable y benéfico que es el sistema legal? ¿Si él quiere hacer que su gobierno y la ley sean la misma cosa?

 

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