El Senador Germán Martínez bien profetizó cuando dijo -recién aparecida Xóchitl en el inhóspito escenario de la preparación para la contienda presidencial del año entrante- que ella debía irse preparando para sufrir un calvario. Y la profecía no tardó en cumplirse. El mismo AMLO ha dirigido personalmente desde sus inicios este viacrucis que Xóchitl está debiendo sufrir. El temperamento, el ingenio y la vitalidad de la actual senadora le ha servido para salir sin heridas visibles hasta este momento, pero la perversidad del presidente no tiene límite y su desdén por la ley le es sumamente útil a la hora de crear formas de golpear a Xóchitl. Estoy seguro que los ataques que ha sufrido la actual senadora hasta hoy son sólo el aperitivo de lo que seguramente pronto va a tener que enfrentar. Y si Xóchitl resulta elegida candidata, MORENA hará lo que sea, lícito o ilícito, moral o inmoral, al costo que sea para tratar de descarrilarla. AMLO y sus gentes han demostrado, durante los años que lleva este gobierno, que el dolor y el sufrimiento de los ciudadanos individuales, el dolor causado a la nación entera por la ejecución de sus políticas y actos de gobierno, no les provocan el menor arrepentimiento, el menor sentimiento de piedad o de misericordia. AMLO y sus secuaces han venido observando, sin inmutarse, fríos e inmisericordes, las terribles consecuencias económicas, políticas, sociales, educativas y sanitarias de sus actos, los miles de vidas que se han perdido por su culpa, ¿la vida y el honor de una legisladora podrán sacudir su conciencia?
Todo eso suscita una pregunta: ¿Quién va a cuidar a Xóchitl?
Muy probablemente, llevados por el entusiasmo que ella ha despertado entre la población, muchos ciudadanos van a levantar la mano. De hecho parece que ella ya ha venido contando con una especie de protección ciudadana gratuita durante los eventos en los que ha participado. Pero es obvio que esta protección ciudadana no puede ir muy lejos cuando el peligro aumente. Es probable entonces que, aunque no le guste a Xóchitl, dadas las macabras señales que envía cotidianamente el Presidente, haya que recurrir en el futuro a un servicio de escoltas profesionales. Pero el problema es que no es únicamente la vida de la Senadora Gálvez lo que corre peligro. Los rudos de Morena van a tratar de encarcelarla, de hacer quebrar sus empresas, de atosigar a su familia, de crearle enemigos, de avergonzarla públicamente, de convertirla en enemigo público número uno. Y si ella llegase a triunfar en la elección federal el año próximo, la protección debida a Xóchitl será aún más necesaria, porque Morena, azuzada por AMLO, no se va a tocar el corazón para iniciar algún tipo de rebelión que llegue a poner en peligro el gobierno de esta mujer que ha venido a zarandear los proyectos de continuidad del presidente. ¿Habrá muchos ciudadanos valientes que estén dispuestos a arriesgar todo, a hacer frente a la maquinaria militar que con seguridad ya se está preparando, para defender a ese gobierno libremente electo?
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