¿Qué nos pasa, México?

La periodista Adela Micha hizo ayer esa pregunta durante un programa dedicado a reflexionar sobre el reciente hallazgo de “campos de exterminio” en varias localidades de nuestro país. Es una pregunta necesaria. La reiteraron, con otras palabras, pero con la misma seriedad, nuestros obispos en su carta pastoral dedicada a ese mismo asunto. Y seguramente miles de mexicanos nos estamos haciendo esa misma pregunta. Es la misma pregunta que hace una persona cuando siente en su cuerpo dolores de los cuales ignora la causa. Es una pregunta que nadie en esta nación debería dejar de hacerse cotidianamente, del mismo modo que cotidianamente, nos guste o no, necesitamos preguntarnos cuando nos aprietan las finanzas familiares, o nos mortifica la relación con el cónyuge y con la familia política, la salud de los hijos, la situación laboral y todas esas cosas que hacen posible la vida. El desbalance en esos factores hace imposible el bienestar. Es imposible siquiera imaginarnos una vida suficientemente satisfactoria, disfrutable, si sabemos que en muchos rincones de la nación se han instalado recintos, sistemas e infraestructura destinada a entrenar a los jóvenes en el arte de asesinar, y diseñada para asesinar a aquellos que se nieguen a aprender. Evidentemente, la pregunta de la periodista se refiere a las causas de la grave enfermedad moral nacional que ha encontrado su más reciente síntoma en esos casos de exterminio. 

Una de las causas, la más evidente, quedó ya señalada en la carta pastoral mencionada líneas arriba: la criminal irresponsabilidad gubernamental que disfraza su inacción y su inefectividad con slogans de supuesto apoyo a los pobres, y de búsqueda sincera de unidad y paz. Esta misma causa ya ha sido antes detectada por nuestros obispos y denunciada por una gran mayoría de ciudadanos. Esta inacción criminal es un tema pendiente que el descubrimiento de los centros de muerte debería poner en primer plano en la agenda nacional. 

Otra de las causas es la forma como la ciudadanía reacciona ante todos los sucesos que ponen de manifiesto la causa anterior. Nada parece poder mover los ánimos de la ciudadanía, la cual permanece ajena e irresponsiva ante la irresponsabilidad gubernamental y sus trágicas consecuencias. Ni los criminales despilfarros del gobierno, ni los evidentes desvíos de dineros hacia objetivos evidentemente clientelares, ni las injustificables e ilegales modificaciones de las leyes, ni la falta de medicinas, ni las mentiras e indefendibles excusas de los políticos parecen ser suficientes para mover al ciudadano común a la acción, a la protesta airada. No hay oposición visible. El gobierno se sabe inmune a cualquier crítica, pues la ciudadanía no parece dispuesta a respaldarla. Y los criminales se saben protegidos tanto por la inacción planeada del gobierno como por la inacción inconsciente de la ciudadanía. 

Pero la pregunta más importante es la referente a qué hizo que México llegara a este estado de cosas. ¿De dónde procede, o cómo se originó este profundo y trágico desbarrancamiento moral de nuestro país? ¿Cómo fue que México se enfermó tan gravemente de abulia moral? ¿Fue sólo el afán de riquezas fáciles, ajeno o indiferente a criterios morales, de muchos políticos y de muchos más ciudadanos? ¿Fue sólo el haber caído en el relativismo reinante en el mundo? ¿Fue la historia del país, desde siempre dependiente de la avidez de grupos de gavilanes disfrazados de redentores? ¿Fue el debilitamiento de la fe cristiana y de la obediencia a sus valores morales por parte de este país, visitado personalmente por Dios y su Madre? 

Te puede interesar: Lo comprensible y lo incomprensible

* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

@yoinfluyo

Facebook: Yo Influyo

comentarios@yoinfluyo.com

Compartir

Lo más visto

También te puede interesar

No hemos podido validar su suscripción.
Se ha realizado su suscripción.

Newsletter

Suscríbase a nuestra newsletter para recibir nuestras novedades.