La noticia del viaje papal a Canadá siguió a la visita realizada al Vaticano por un grupo de representantes de los pueblos originales de ese país, durante la cual se trató el tema de los abusos de la iglesia canadiense.
Hace algunas semanas el Vaticano anunció que el papa viajaría a Canadá en julio del presente año. La razón, según se informa, es visitar a los pueblos indígenas de ese país, y pedirles disculpas oficialmente por las muertes clandestinas de cientos de niños, pertenecientes a dichos pueblos, en centros educativos administrados por la Iglesia Católica en siglos pasados. La noticia del viaje papal a Canadá siguió a la visita realizada al Vaticano por un grupo de representantes de los pueblos originales de ese país, durante la cual se trató el tema de los abusos de la iglesia canadiense. Esta visita, a su vez, se dio en medio de una furibunda campaña desatada en contra de la Iglesia Católica de ese país norteamericano, acentuada por encendidos discursos políticos acusatorios de la maldad de las órdenes religiosas católicas que dirigieron los mencionados centros educativos. Los resultados de esta campaña fueron decenas de templos católicos incendiados por turbas airadas y algunas víctimas inocentes.
Todo empezó cuando una investigadora realizó, con tecnología de última generación, unos estudios de los terrenos en los que se sitúan dichos centros educativos. El resultado, unas señales sospechosas en las pantallas y fotografías, llevó a la investigadora a deducir que ahí se encontraban cientos de cadáveres de niños. Se trataba de un cementerio clandestino -afirmó ella- en el que los religiosos habrían sepultado a esos niños, quizás para esconder a la vista de los padres de los mismos los signos del maltrato al que éstos habían sido sometidos en la escuela. La publicación de las conclusiones de la investigadora desató la furia nacional contra la Iglesia, y claro, especialmente contra las órdenes religiosas que laboran en los territorios de los pueblos originarios.
Ya desde entonces, no obstante, varias voces de científicos locales habían criticado las conclusiones de la investigadora. Dudaban de su validez y objetividad. A resultas de tales críticas se formaron comisiones gubernamentales para que verificaran in situ la realidad e informaran de los resultados.
Pero hasta el momento, ni se ha verificado la información proporcionada por la investigadora, ni se ha hecho público ningún estudio que diera seguimiento oficial al que inició el escándalo. Sí hay, por el contrario, diversos estudios realizados por investigadores independientes que niegan absolutamente la objetividad de las conclusiones originales de la investigadora. Se trató, afirman estos estudios, de un trabajo mal hecho, inconcluso y subjetivo. La conclusión a que han llegado estos estudiosos es que ni existen tales cementerios en las escuelas ni hay ningún niño enterrado en ellos. Todo ha sido una gran mentira, apoyada por los medios y el gobierno canadiense para atacar a la Iglesia Católica. Recientemente, el New York Times publicó un artículo en el que critica las conclusiones de la investigadora canadiense y la maldad de quienes se aprovecharon de ella para atacar a la Iglesia. Pero ahora ¿quién va a devolver la credibilidad a la Iglesia? ¿Quién pagará el costo de la reconstrucción de los templos incendiados? ¿Quién restituirá el buen nombre de las órdenes religiosas?
En ese contexto, uno se pregunta: ¿Está el papa Francisco enterado de todo esto? ¿Si es así, de qué va a disculparse ante los pueblos originarios canadienses? ¿No sería más lógico que fuera la Iglesia la que exigiera disculpas a Canadá? ¿O hay algo más, algo que no haya sido hecho público aún pero que merezca un mea culpa papal ante el pueblo de ese país? ¿Algo que el resto del mundo no sabe pero que deba saber? ¿Se sabrá algún día?
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