¿Cómo será el próximo Presidente?
Como lo habíamos anticipado en nuestro último artículo, en las elecciones presidenciales más participativas de la historia de México, el candidato del PRI José Antonio Meade, no pudo avanzar de su tercer lugar, a pesar de todos los apoyos que recibió desde las esferas del poder para inflar su posición en las encuestas, que incluyó la encuesta de salida de Mitofsky que manejo Televisa, y que lo ponía en un empate con Anaya, del que quedó muy lejos al obtener 15.8% de la votación, siete puntos debajo de Anaya, en el lugar que siempre tuvo durante el proceso electoral.
Asimismo el candidato del Frente por México Ricardo Anaya, que logró 22.5% no pudo acercarse al primer lugar incuestionable durante todo el proceso electoral, dinamitado por los ataques dirigidos desde una PGR politizada y realzados en todos los medios de comunicación, auspiciados por el gobierno.
Andrés Manuel López obrador, por su parte alcanzó el histórico récord del 53.3% del respaldo popular, lo que ni en la alternancia de Fox pudo verse, obligando al inmediato reconocimiento de sus adversarios que ante la prensa lo hicieron antes de que el INE diera a conocer sus resultados oficiales del conteo rápido.
La fuerza de Morena se dejó sentir como un huracán que recorrió todo el país, alzándose con las gobernaturas de Tabasco, Morelos y Chiapas con márgenes también arriba del 50% del voto popular, más las de la CDMX, y Veracruz, dejando al PAN y al Frente por México con las de Guanajuato, Puebla, Yucatán y Jalisco. Como habíamos previsto, la más estrepitosa derrota para el PRI, que no logró una sola gobernatura y cayó en el voto popular como nunca antes, aún más abajo que cuando el impopular Roberto Madrazo fue su candidato presidencial.
Respecto del voto del sector conservador ProVida y Familia, el PRI y sus promotores lograron que durante todo el proceso electoral se debatiera quién iba realmente en el segundo lugar, que en la realidad nunca soltó Anaya, impidiendo el efecto del voto útil en favor de este.
No obstante hay que reconocer, dada la magnitud del respaldo a AMLO que más allá de la pretensión de las asociaciones comprometidas con estas causas trascendentes, de ser un factor de alta influencia o definitorio de la elección, su influencia no fue así ante la población que respaldó mayoritariamente la opción de Andrés Manuel, indignada por la corrupción la inseguridad y la violencia, sin reflexionar más allá en su voto, dejando de lado consideraciones que formuló en su momento tanto el sector empresarial, como la invitación a la reflexión en conciencia de la búsqueda del mayor bien posible, de obispos y líderes religiosos.
Los mexicanos reconocieron también la perseverancia en un tercer y finalmente exitoso esfuerzo por llegar a la presidencia, ante políticas públicas y resultados que no estuvieron la altura de las expectativas del pueblo en los dos gobiernos del PAN y la última oportunidad que se dio al PRI de Peña Nieto.
¿Cómo será el próximo Presidente?
Los mensajes que dió Andrés Manuel después de reconocido su amplio triunfo, nos describen su camino.
En la rueda de prensa formal ante los medios de comunicación, presentó un mensaje para dar tranquilidad y estabilidad al cambio de gobierno, que anunció como la cuarta gran transformación de México, planteó la necesidad de la reconciliación, bajo el principio del interés nacional, un nuevo proyecto de nación, con una verdadera democracia y cambios profundos pero conforme a derecho.
Hay que decir, que justamente la vigencia de la democracia permitió el reconocimiento de su victoria, y expresó que el Estado dejará de ser un comité que representa a una minoría para representar a todos, con sus distintas preferencias, incluidas las sexuales, en especial dando preferencia a los más humildes y olvidados, “por el bien de todos primero los pobres”.
Éste es ciertamente un reclamo de la sociedad ante los escasos resultados de las políticas liberales de los últimos gobiernos que no han dado los resultados esperados en el combate a la pobreza y la inequidad.
Planteó el respeto a las libertades y derechos políticos, a la autonomía del Banco de México, a las empresas privadas y a los compromisos del gobierno, descartó el aumento de impuestos y los gasolinazos.
Reiteró que los contratos en el sector energético serán revisados, pero conforme a la ley y que no habrá confiscaciones ni expropiaciones.
Ratificó su compromiso de acabar con la corrupción y la impunidad, que no excluirá, dijo, a sus amigos compañeros y familiares.
Señaló que el combate a la inseguridad y la violencia será por sus causas: la pobreza y la desigualdad y volvió a decir que no traicionara, que tiene la ambición de pasar a la historia como un buen presidente de México.
En Política Exterior se comprometió a volver a los principios constitucionales de no intervención, la autodeterminación de los pueblos y la solución pacífica de las controversias. En economía, a fortalecer el mercado interno y a producir lo que consumimos.
Hizo un reconocimiento al “respeto” de Peña Nieto en el proceso electoral y al “ejemplar” comportamiento de los medios de comunicación, manifestando también su respeto a quienes no votaron por él.
Más tarde en el Zócalo además de confirmar algunos nombramientos que ya había hecho públicos, para su futuro gabinete, como la exministra Olga Sánchez Cordero, abierta promotora de la ideología de género, para Gobernación, anuncio que desde el primer día de su gobierno duplicará la pensión para los adultos mayores y el derecho universal al estudio y al trabajo de todos los jóvenes.
Cerró diciendo que “amor con amor se paga, como me quieren a mí así los quiero”.
La primera alternancia por la izquierda en nuestro país ha provocado un entusiasmo desbordado en la mitad de la población que respaldó a López obrador pero abre preocupaciones y despierta alarmas en la otra mitad de la sociedad.
Los mexicanos decidimos en libertad la elección con nuestro voto, con nuestra participación construiremos el futuro de México, como dijo Enrique Krauze, “el valor de la palabra, la transparencia y la verdad serán indispensables para el triunfo de la democracia y el fortalecimiento de nuestras instituciones” con respeto a la discrepancia y las libertades.
Ese debe ser nuestro compromiso, construir todos, sociedad y gobierno en el diálogo y el respeto, el camino a la reconciliación y la paz.
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