Estamos en Semana Santa, que para los creyentes es la conmemoración del sacrificio máximo del Señor y su resurrección con lo que nos compró la salvación, lo que se traduce en entender que el amor nos compró esa salvación lo debemos vivir a nuestra vez en acciones concretas que busquen el bien de los demás en este mundo, con la promesa de alcanzar la plenitud en el otro.
Aunque los ritos de esta semana ya no son compartidos por la mayoría de la población en la actualidad, el recordatorio de que es una época propicia para la reflexión sigue vigente y que la Iglesia como institución no sólo está presente para el bien de las almas, sino para impulsar iniciativas que den luz y contribuyan a crear un camino propicio para una mejor convivencia con justicia y paz.
El inicio de esta semana en particular ha sido precedido por uno de los fines de semana con mayor número de fallecidos por homicidio y con brotes de violencia que no se habían visto antes, como el secuestro masivo de 66 personas (incluyendo varios menores) en Sinaloa, fueron arrebatadas de sus propios hogares. En Chiapas, en un tramo de carretera hacia Tuxtla Gutiérrez hubo un enfrentamiento que dejó personas acribilladas y muchos vehículos en llamas. En Guerrero se han difundido videos de operadores de transporte golpeados por no cumplir con las órdenes o expectativas de algunos criminales. Los reportes de personas que son bajadas de sus autos y despojadas de sus pertenencias en las carreteras aún a plena luz de día crecen a diario. Y desgraciadamente la lista de eventos violentos podría seguir por páginas y páginas.
Este clima tan adverso ha llevado a que varios obispos hayan levantado públicamente la voz, en parte, como intermediarios que buscan aliviar la situación de la gente desprotegida y por otra, para exigir al gobierno que asuma su responsabilidad de proteger a la población y combatir al crimen. Así lo hicieron José Herrera, obispo de Culiacán; Mario Espinosa Contreras, obispo de Mazatlán y el cardenal Francisco Robles, en Jalisco.
Las palabras de este último prelado resuenen especialmente al decir textualmente: “Siempre hemos batallado con este régimen con los otros datos”, y luego enlistar las realidades que todos constatamos día a día. Esas declaraciones no se pueden aislar de lo acontecido en la presentación del Compromiso por la Paz, un documento fruto de un arduo y puntual trabajo de toda la jerarquía para ofrecer un instrumento de trabajo no sólo a quien ocupe la presidencia el próximo sexenio sino a cualquier candidato a puestos de elección popular.
En el citado evento, la candidata de la oposición no tuvo reparos en adoptar el documento como propio. En contraste, la candidata oficial que sí bien se presentó —había estado cancelando eventos previamente y el peso negativo de faltar a ese encuentro era muy fuerte— y estampó su firma, lo hizo con un discurso que básicamente negaba los postulados principales del documento y reiterando que seguirá las políticas del actual titular del Ejecutivo, o sea, su compromiso es con “los otros datos” no con la realidad ni con los mexicanos.
Así en esta semana ya sea que se participe activamente en las ceremonias de la Semana Mayor elevando a Dios plegarias por la paz, o se aproveche que el ritmo de la vida se detiene un poco y hay mayor cercanía con la familia, sea propicia para plantear con seriedad qué queremos, a qué clima de desarrollo personal aspiramos y quiénes nos ofrecen una mayor posibilidad de tener un futuro con esas condiciones.
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