Este sexenio marca un antes y un después de la participación ciudadana, y la muestra más palpable de ello han sido las tres marchas convocadas por diversos grupos organizados. La motivación en esas tres marchas fue la preservación de las instituciones que nos han dado certeza como una república democrática: el Instituto Nacional Electoral, el Poder Judicial específicamente la Suprema Corte de Justicia, Instituto Nacional de Acceso a la Información y Protección de Datos, entre otras instituciones claramente atacas. Hoy esas mismas organizaciones de la sociedad civil convocan de nuevo para el 19 de mayo unirse en otra concentración en el Zócalo y en decenas de ciudades a lo largo del país.
En esta ocasión, por las circunstancias, la marcha mostrará su compromiso político con los candidatos del antes llamado Frente Amplio por México, pero registrados en las boletas como Fuerza y Corazón por México, bajo las siglas partidistas de PAN, PRI y PRD, alianza que antes que nada tiene un muy fuerte componente ciudadano. Y es justo ahí donde la convergencia de fuerzas política y ciudadanía explica porque la derivación en una marcha que se decanta por una opción, en particular, con rumbo a la presidencia con Xóchitl Gálvez; pero también importante para las gubernaturas y la composición de las Cámaras.
Es por todo lo anterior que, aunque suponga un esfuerzo participar nuevamente en una marcha de manera voluntaria, ajustando actividades familiares en domingo, encontrando formas de transporte y demás temas a resolver para los asistentes, es muy importante volver a hacerlo tanto en Ciudad de México como en todos los puntos donde ya se ha convocado. En ese mero punto de que es el ciudadano de a pie quien por sus propios medios y venciendo dificultades se planta representa el mayor valor de estas marchas. Es verdad que lo fundamental será acudir a las urnas y concretar el apoyo real a Fuerza y Corazón por México; pero las calles inundadas de personas animadas por el mismo espíritu, tendrá un efecto unificador y positivo para impulsar a los indecisos a participar en favor de un México con garantías institucionales, con libertad económica, con un sistema de salud funcional y con un compromiso claro en el combate al crimen organizado.
En este último punto, cabe resaltar que en la marcha de febrero de este año, de manera espontánea la multitud se unió en el grito denuncia de Narco Presidente dirigido al actual titular del Ejecutivo, pues unos días antes se habían tenido contenidos periodísticos que destapaban que la vinculación y el compromiso con el narco tráfico escudado en la famosa frase de “abrazos no balazos” se venía gestando desde 2006. El libro que abunda en todos estos temas, La historia secretade Anabel Hernández ha venido a abundar y refrendar sobre esos nexos. La periodista que era aplaudida cuando revelaba los secretos de otros con pruebas testimoniales del mismo calibre, por supuesto que hoy está siendo descalificada.
Es evidente que el tema es álgido, incluso mucho más que cualquier otro, porque tener un gobierno que de manera estructural está sometido a otro poder, en este caso al poder del narco es en realidad no tener un gobierno ni mucho menos un Estado. Si ese desorden extremo en la estructura gubernamental no acabó de consolidarse con actual titular del Ejecutivo, sí pinta hacerlo con Sheinbaum y con las candidaturas para todos los puestos que están en juego.
Así que si en otras elecciones, el voto diferenciado tenía alguna lógica porque el ciudadano “repartía” la responsabilidad del ejercicio de gobierno en varios partidos, en esta ocasión sería absolutamente riesgoso hacerlo con cualquier candidato de Morena. No sólo por su vinculación con el narco, sino porque en las Cámaras los legisladores emanados de ese partido nunca actuaron conforme a su función de representantes populares y se plegaron absolutamente a los deseos del Poder Ejecutivo. Por otra parte, el voto de “carro completo” para Fuerza y Corazón por México sí resultará por sí mismo en una “repartición” porque habrá legisladores de los tres partidos y dispuestos ejercer el poder legislativo que el ciudadano —que ya no es el mismo que en años anteriores y será vigilante— le entregue.
Finalmente, no estaría de más que entre las exigencias de los manifestantes se uniera la de pedir los nombramientos faltantes en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Nación (el Trife de antes) porque este órgano es el encargado de calificar las elecciones y a tres semanas de las mismas, no tiene suficientes integrantes para hacerlo. Hay procedimientos que pueden subsanar esa falta, y se requiere hacerlo lo más pronto posible para abonar a la certeza jurídica y la tranquilidad general. Así que motivos para manifestarse, apoyar a Xóchilt y a Fuerza y Corazón en toda la república, sobran.
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