Hay imágenes que por reflejar una situación especialmente dolorosa se convierten en referente para algunos temas. Hace pocos días, entró a esa vergonzante categoría la imagen de las piernas de una pequeña de 6 años en una camilla atrapada entre pisos por la falla de un elevador, situación que le acarreó la muerte. El tema puso de manifiesto lo que parece ser una constante en este sexenio: se ha escatimado en el gasto a mantenimiento y las consecuencias ya se están viendo, pero puede ser la punta de un iceberg que ponga en riesgo al país en los próximos años.
Los hechos lamentables en el hospital general del IMSS en Playa del Carmen, Quintana Roo, revelaron que la empresa contratada para dar mantenimiento tiene sobradas irregularidades; pero al escarbar más, el periódico El Universal encontró que en 2022 no se ejerció ni un solo peso de los 282 millones 717 mil 52 pesos presupuestados para ese rubro particular de los elevadores que son de las estructuras más sensibles en cualquier edificación que las tenga.
Por su parte, Juan Ortiz, especialista en Gestión Pública y Parlamentos en su cuenta de TW (@Juan_OrtizMX), reportó que el 71 por ciento de los estados no ha recibido recursos para el mantenimiento de los hospitales de 2019 a 2022. El estado que más recursos tuvo fue Morelos, incluso, más que la Ciudad de México. Asimismo, el subejercicio en este apartado ha sido constante, y es un cambio significativo y característico en el ejercicio del presupuesto de este sexenio. Hay que recordar que se hicieron cambios legales para que los montos no ejercidos se integren en una bolsa especial en la que el Ejecutivo tiene total soberanía para decidir su destino. Esta modificación en cierta medida atenta contra el principio constitucional de que es facultad del Legislativo el establecer los montos y usos de los recursos públicos y por otra parte, deja un enorme margen de discrecionalidad al titular del Ejecutivo para usar dinero a su completo gusto haciendo más difícil su rastreo.
Cabe destacar que estos subejercicios además, en casi todos los casos, se dan en presupuestos disminuidos respecto a los años anteriores. Eso se puede ver en el caso de Pemex que el sábado anterior al deceso de la pequeña tuvo un evento que evidencia cómo los recortes en materia de mantenimiento cobran vidas en todas partes. En la madrugada del 8 de julio tuvo lugar devastador incendio en una plataforma del complejo Cantarell en las costas de Campeche. Se reportaron dos muertos y un desaparecido.
No se trata de un hecho aislado, han ocurrido otros semejantes, aunque no todos con fallecidos como el actual derrame incontrolable que se ha tratado de ocultar en la misma zona. E igualmente la falta de inversión en mantenimiento parece ser el factor desencadenante.
El periódico El Economista dio a conocer cifras de las cuales se desprende que en los 5 años que van de este sexenio el presupuesto asignado a tareas de mantenimiento en la paraestatal apenas supera la mitad de lo asignado a en el sexenio anterior. En términos reales, de 2012 a 2018 se asignó el 4 por ciento de total del presupuesto y en este sólo ha sido el 2.4 por ciento. El diario no exploró si ese ya de por sí bajo porcentaje en realidad se ejerció, y no es presuntuoso pensar que no fue así, porque el subejercicio ha sido la constante.
En el caso de Pemex además de las pérdidas humanas y el riesgo constante en el que están miles de trabajadores en sus sitios de trabajo —como millones de mexicanos y personal médico en los hospitales al parecer— las omisiones en el mantenimiento ya hicieron que la calificación crediticia de la paraestatal llegara a su nivel más bajo (nivel conocido como “bonos basura”) según definió el viernes 14 de julio la calificadora Fitch Raitings.
En una de esas coincidencias —o no tan coincidencias si el origen es el mismo vicio— un día antes del accidente en la plataforma, Latinus difundió un reportaje donde daba cuenta del potencial peligro que hay en las carreteras operadas por CAPUFE pues no se ha invertido en el mantenimiento del viaductos, puentes y pasos a desnivel. Con información oficial se reportó que el 57 por ciento de esas estructuras están en condiciones “no aceptables”, y sólo el 0.4 por ciento está el excelente estado, mientras que el 33 por ciento está en nivel aceptable y 9 por ciento en buenas condiciones.
Estas estructuras van desde puentes sencillos (usados por el ganado o por población local) que se pueden ver al circular por cualquier carretera hasta los grandes puentes que cruzan las impresionantes barrancas que caracterizan a nuestro escarpado territorio. El daño inmediato que podría causar la caída de estas estructuras sería variable, en todos los casos podría costar vidas, y en términos económicos podría resultar muy oneroso por el transporte de mercancías y los gastos para su reparación.
Estos eventos y reportes se han acumulado los últimos 12 días, pero los habitantes de la Ciudad de México, que destaca no sólo por ser la capital sin por haber estado gobernada básicamente por el mismo grupo político que hoy está en el gobierno federal, ha tenido en el Metro una clara muestra de lo que la falta de mantenimiento logra. No se trata sólo del accidente del 4 de mayo de 2021 que dejó 27 muertos y más de un centenar de heridos, sino de otros eventos y de las fallas que a diario se enfrentan los usuarios. Claudia Sheinbaum con apoyo del titular del Ejecutivo trataron de desviar la atención al tema con otro de los favoritos del sexenio: “el boicot” y mandaron a la Guardia Nacional por meses a vigilar las instalaciones sin que eso reportara ningún beneficio.
El primer problema de posponer cualquier mantenimiento es, por supuesto, que cause un accidente mortal; pero el segundo es que entre más tiempo pase revertir los daños suele ser mucho más difícil y mucho más caro. Los próximos meses, por desgracia, eventos como los vistos en estos últimos días van a seguir ocurriendo y, sería deseable que por lo menos políticamente le cobrara factura al gobierno actual por su negligencia de no invertir en lo que no puede traducir en compra de votos. Pero independientemente de eso, quienes resulten electos tanto en el Congreso como en el Poder Ejecutivo tienen ahí una tarea pendiente que saldrá mucho más cara, pero que es impostergable: revisar e invertir en mantenimiento de todas las áreas de gobierno.
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