El mensaje del Amor se traduce en la invitación a mirar al mundo de manera diferente para actuar con los demás de manera diferente.
Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído, pues todo sucedió tal como se les había dicho.
Lucas 2, 20
La Navidad es una fecha muy importante en el calendario de todos los mexicanos y, aunque la pandemia y las diversas variantes del virus siguen presentes, sin duda, llega con mayor esperanza y cercanía que el año anterior.
Ese reencuentro con familiares, colegas, colaboradores y amigos se vive de manera diferente y nos permite revalorar esas relaciones, nos permite recordar a los que nos han dejado; pero lo más importante debe ser reencontrar el verdadero sentido de la natividad de Cristo en nuestro diario hacer.
El mensaje de la Navidad apela de manera directa a los cristianos por la venida al mundo de Aquel que se hace como todos nosotros para compartir nuestra naturaleza humana y completar la promesa de la Salvación. Es el infinito Amor de Dios que se nos manifiesta en el Niño Jesús quien, como cualquier bebé, nos conmueve con su pequeñez.
Sin embargo, es insuficiente quedarse ahí: debemos movernos a tratar de ver a los que están a nuestro alrededor con la misma ternura y amor que el Recién Nacido nos suscita. Como fueron conmovidos aquellos pastores que reciben el anuncio del Ángel y que acuden presurosos tanto a adorar al Niño Jesús como, según la Tradición nos enseña, a llevarle aquellas cosas materiales que podría necesitar la familia para asegurar su supervivencia: pan, queso, miel, leña, alguna piel… y salen de ahí tocados en lo más profundo difundiendo el mensaje del Amor.
Es ahí que el mensaje del Amor se traduce en la invitación a mirar al mundo de manera diferente para actuar con los demás de manera diferente. Ese mensaje es tan profundamente humano que puede ser compartido por todos los hombres y mujeres de buena voluntad pues nos invita primordialmente a tomar acción en el cuidado de los demás.
Ese cuidado de los otros comienza en los círculos más próximos como son la familia y los amigos; pero se puede extender hacia el ambiente laboral, la comunidad de vecinos y, en general, a toda la sociedad.
Ese cuidado se puede concretar de muchísimas maneras empezando por las necesidades básicas que se resuelven con apoyo económico de familiares y amigos; pasando por las necesidades del espíritu, traduciéndose en ofrecer presencia y compañía a los que sufren pérdidas de sus seres queridos, situaciones de soledad, padecimiento de una enfermedad, etc.
Ese cuidado al otro se puede impulsar más allá revisando si las condiciones de trabajo de quienes laboran con nosotros en verdad son justas, e incluso si los son, si pueden todavía ser mejores. O quizá, valorando y reconociendo al empleador es esfuerzo que ha hecho por mantener nuestro empleo en medio de tantas dificultades.
Ese cuidado puede abrir las puertas y fomentar mejores relaciones entre los vecinos, escuchando a los otros y limando las asperezas que la convivencia suele traer. Y, por supuesto, la ayuda concreta a esa familia que vive ahí junto y que está pasando por dificultades particulares que si cada uno de la comunidad pone un poquito se puede convertir en un mucho para ellos.
Ese cuidado también incluye el buscar aquellas causas sociales o del medio ambiente que nos son más próximas para cooperar de manera concreta con un donativo o con voluntariado en las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en ese renglón específico. Esa solidaridad se requiere en el ambiente actual más que en otros años.
Esos variados cuidados también van a ayudar a la reconstrucción del tejido social de nuestro país. Ese tejido hoy presenta huecos especialmente graves porque han sido hechos por los discursos de división y por la irrupción del crimen organizado en tantas comunidades; pero que sigue, con todo, contendiendo de manera asombrosa a millones de mexicanos que de otra manera habrían caído en la desesperanza.
Contribuyamos pues, inspirados por el Niño Jesús y el Amor que viene vivir con nosotros, a otorgar los cuidados que está en nuestra mano dar y movamos así con nuestro ejemplo a muchos más que sólo necesitan ver que alguien da el primer paso.
¡Feliz Navidad!
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