La Semana Santa y la comunidad

Como cada año, el mundo cristiano se adentra en la Semana Santa, antes conocida como Semana Mayor. Nombre que remarca la trascendencia que tiene en la historia de la salvación la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor y la repercusión que debe tener su conmemoración en cada uno de nosotros, en nuestro interior; pero también en nuestro andar comunitario.

Las reflexiones del Vaticano para el inicio de la semana destacan que en este año litúrgico las lecturas de san Lucas; las cuales son las más ricas en detalles humanos que nos permiten además ver mejor la inmensa misericordia del Señor, desde el profundo amor a sus apóstoles en la Última Cena, hasta el detalle de curar al soldado herido por uno de los discípulos en el momento de la detención en el monte de los Olivos. 

Así nos resalta el texto reflexivo: “A lo largo de los momentos más dolorosos de su sufrimiento, Jesús no deja de preocuparse por los demás, de perdonar y de orar por aquellos que lo hieren. Esta es la clave para entender el profundo mensaje que nos deja la narración de la Pasión”. En otras palabras, el cristiano que quiere seguir a Jesús no puede ignorar lo que ocurre a su alrededor, sino que se ve movido a atender el sufrimiento de los demás, para transformar ese dolor en experiencia de amor.

En el momento actual de nuestra patria, conviene recordar justamente esta actitud de acudir en auxilio del otro, incluso desde nuestro propio sufrimiento. Hay que recordarlo en especial en la coyuntura actual porque parecería que dar la espalda a los demás, encerrarnos en nuestro pequeño círculo, buscar evadir las graves necesidades de tantos, quedarse sólo con respuestas individuales que resuelvan sólo mis problemas se está convirtiendo en la norma.

Hay que impulsar el romper este encerramiento que ignora a la comunidad en sus múltiples dimensiones —la inmediata de la colonia o barrio; de la ciudad, del estado, la nacional e incluso la internacional— y aprovechar las reflexiones de Semana Santa es una buena oportunidad para hacerlo. Hubo un tiempo en que un mal entendido estado laico nos llevó a mucho a vivir como dos realidades separadas la fe y la ciudadanía; y esa distancia en lugar de hacernos mejores ciudadanos y cristianos, tuvo el efecto contrario. 

Los ciudadanos que además se consideran cristianos no pueden volver a esas épocas, al contrario, en la medida en la que vivimos los ritos propios de esta Semana Santa, también debemos encontrar caminos para conecten de manera más práctica y comprometida con la comunidad. Las opciones son muchas: se puede iniciar o regresar a la ayuda a través de organizaciones de la sociedad civil; revivir o dar el paso al compromiso de trabajar a través de organizaciones de corte político; consolidar el trabajo en asociaciones de profesionistas, de patrones, de vecinos, etc. entre algunas ideas básicas. 

Lo central es que el mensaje de la Pasión, Muerte y Resurrección no se queden como un evento más que sucede cada año, sino que en verdad mueva y conmueva nuestro corazón, rompiendo nuestras ataduras y no vuelque al servicio del otro y de la comunidad. 

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