La fecha límite para la aprobación en la Cámara de Diputados de la primera parte del paquete económico para 2024 es el viernes 20 de octubre. Se trata de la Iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación (ILIF), que deberá pasar a la Cámara de Senadores para ser aprobada a más tardar el 31 de este mes. Esta ley refleja en algunos números significativos lo que ha sido el gobierno actual, es el último presupuesto no sólo que ejercerá el actual gobierno, sino que será el último que se apruebe por parte de una mayoría aplastante de partido del titular del Ejecutivo. Lleva seis años así, razón por la cual este es reflejo de las acciones acumuladas en estos últimos años.
Esta iniciativa contempla un aumento en términos reales del 4.2% respecto al año anterior, pero, como puntualiza el Instituto Mexicano para la Competitividad A.C. (IMCO) en su análisis del paquete económico, respecto a 2019 —el primer presupuesto ejercido por este gobierno y aprobado por su mayoría en el Congreso— hay un aumento del 18%.
Ese incremento es significativo, pero lo es más al rastrear que se está alimentando de deuda pública, puesto que no ha habido ni una reforma fiscal ni un dinamismo económico que permita de manera natural aumentar la recaudación, y además los ingresos petroleros y la CFE se contraerán en un 7 por ciento.
Ambos casos resultan dramáticos porque deben su minusvalía a las decisiones de este gobierno que con los cambios en la administración de ambas empresas, así como la inhibición de las inversiones privadas que habían logrado un dinamismo favorable, se ha logrado llevarlas a una situación crítica. El caso de Pemex resulta todavía más grave, pues su caída en ingresos se estima en 24 por ciento menos que en 2023 y sus adeudos que crecen día a día han sido respaldados plenamente por el gobierno federal. Hoy Pemex es una empresa que se sostiene por las transferencias millonarias, y aun así se han reportado retrasos importantes a proveedores del país y de todo el mundo. La calificación crediticia de la empresa es negativa, y amenaza con manchar la calificación crediticia de todo el país.
Esto todavía no ocurre, pero se apunta a complejizar el ejercicio fiscal del próximo año y quizá de 2025 si seguimos por este camino. Puesto que el presupuesto para el siguiente año prevé tener ingresos propios de 7.3 billones de pesos con 1.7 billones de pesos de deuda, es decir, casi un 20 por ciento de los ingresos serán de préstamos que se solicitarán, lo cual se suma a lo que ya se pidió el año pasado que también un monto importante. Este aumento de la deuda, como ya se ha comentado, es uno que no se había dado desde finales de los años 80 y supone una diferencia del 41 por ciento respecto a 2023.
En la iniciativa de ley, además del aumento de 41 por ciento en la deuda, también se prevé un aumento de ingresos de las aportaciones del IMSS y ISSSTE, que serán del 10 por ciento. Este incremento resulta una buena noticia de entrada, ya que apunta a un incremento de las cuotas obrero-patronales y las de los burócratas que se explicaría tanto por el aumento de los trabajadores de la iniciativa privada —los burócratas en teoría no aumentan— como de los sueldos que reciben. Sin embargo, dado que tras el fracaso del INSABI se ha adoptado el esquema del IMSS-Bienestar ese aumento podría acabar usándose no para los derechohabientes que aportaron esos recursos sino para subsidiar/suplir la atención de la salud de la población abierta. Puede sonar un tanto agresivo plantearlo así, pero ni los trabajadores del Estado ni los de la iniciativa privada (ni los patrones de esos trabajadores) tienen obligación de compartir los servicios del IMSS con los demás. El Estado está obligado a mantener y mejorar la atención a los derechohabientes del IMSS y del ISSSTE, no puede sacrificarlos para atender (y mal) a ellos y a la población que no tiene seguridad social. Este renglón en particular es necesario evidenciarlo como una muestra de uno de los fracasos más dolorosos de este sexenio, debido a la ineptitud y falta de miras de este gobierno; pero peor aún que en su afán de salir del error está arrastrando a todos las demás áreas del sector salud. Una extraña manera de acabar con la desigualdad, logrando que todos estén igual de mal.
Se sabe que los diputados de Morena han recibido la instrucción de no salir de la Ciudad de México para no poner de ninguna manera en riesgo el quorum para lograr su aprobación. Es poco probable que se tengan dificultades para aprobar esta parte del paquete económico, aunque signifique un grave aumento de la deuda pública.
El siguiente paso es la aprobación de la Propuesta de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) que es facultad exclusiva de la Cámara de Diputados. También es poco probable que haya alguna dificultad en esta aprobación, aunque existe la leve amenaza de los diputados que apoyan a Ebrard que hace unas semanas dijeron que pedirían modificaciones a esta iniciativa, supuestamente para beneficiar a sus distritos, pero en el fondo sería para meter presión interna. Estos diputados podrían en efecto quitarle los números a Morena y aliados para lograr aprobar también la ILIF no sólo la PPEF por lo que su amenaza al parecer es solamente una táctica —bastante floja en sus efectos— para ganar posiciones internas y asegurar su propia posibilidad de reelección.
Los mexicanos estamos muy lejos de tener un paquete económico en el que se escuchen y atiendan las necesidades más apremiantes de la sociedad en su conjunto y que se use para crear oportunidades de crecimiento para todos, es un paquete económico que dejó de ser asistencialista y es totalmente electoral. Pero peor que nos acerca a pasos acelerados a una crisis fiscal severa, no sabemos si en 2024 o en 2025, lo que sí tenemos la certeza es que los platos rotos los pagaremos los contribuyentes cautivos en primer lugar, y luego los demás componentes de la economía si llegamos a una contracción severa del crecimiento o a un escenario donde la calidad crediticia de la nación caiga, y ni siquiera contemos con ese apoyo para salir de nuestros problemas.
La Iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación es un reflejo de la actuación del gobierno de este sexenio, pero también puede ser un amargo augurio del futuro del país que a los diputados y senadores de Morena no parece importarles con tal de ganar las elecciones, parecen ciegos a que si llegaran a ganar en 2024 tendrán que lidiar con esa tormenta económica que hoy están contribuyendo a crear.
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