La calidad educativa pende de un hilo

El panorama no pinta nada alentador en materia educativa. La pregunta ya no es qué hará el gobierno al respecto, la respuesta es bastante clara. La pregunta pertinente y apremiante es ¿qué vamos a hacer como sociedad?



Algo no sigue bien en la educación en nuestro país. Durante muchos años venimos arrastrando un grave déficit en materia educativa, y aunque quizá en los últimos años se trató de dar pasos en el camino correcto y rectificar una de las deudas más grandes que las autoridades tiene con la sociedad, nuevamente los focos rojos se encienden desde la oficina que alguna vez fuera del maestro José Vasconcelos.

Y es que seamos claros, por todos es bien sabido que uno de los pilares en los cuales debe sostenerse todo el futuro de cualquier nación es el referente a la calidad educativa que brinde a sus ciudadanos.

Esa es una obviedad que raya en perogrullada podrán decir algunos, pero en México nomás no se nos da por comprender la importancia y trascendencia que el tema debe tener.

Basta ver ejemplos tan ilustradores como el de Japón devastado por una guerra y dos bombas nucleares, o los casos de Corea del Sur, Singapur o Finlandia quienes todavía en el siglo pasado podrían haber sido señalados como países pobres y sin una educación de excelencia.

Hoy todos ellos son modelo de una calidad educativa que les ha permitido, en un tiempo relativamente corto, ser potencias mundiales y referentes obligados en la materia.

Ahora bien, en México seguimos debatiendo la pertinencia o no de un Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, tema que debería estar más que superado ante lo inobjetable que resulta el que para mejorar y avanzar es fundamental un mecanismo evaluativo que proporcione datos concretos y duros de en qué vamos bien y qué podemos mejorar.

Insistimos, algo no está bien en la educación en nuestro país cuando vemos con asombro a un secretario de Educación Pública señalar con todas sus letras que para el modelo educativo que pretenden impulsar es válido copiar en los exámenes, apostando indirectamente con esta medida a erradicar un modelo de competencias: donde destaquen y sobresalgan los mejores, donde se apoye con diversas herramientas educativas a quien lo necesite. No. La apuesta es por la mediocridad.

Algo no está bien en la educación de nuestro país cuando el mismo secretario de Educación asegura que los profesores podrán enseñar inglés en sus escuelas aunque ellos mismos ¡no sepan inglés! Es decir, la mediocridad también se permitirá para los maestros. La idea no es contar con un cuerpo docente de excelencia; una aplicación podrá hacer el trabajo por ello.

Algo no está bien en la educación de nuestro país cuando el presidente de la República anuncia la creación de 100 nuevas universidades en el país, bajo un esquema que ya probó ser fallido en la Ciudad de México. Universidades patito para formar profesionales patito, hábiles para “la grilla” y el golpeteo político, masas dóciles listas para utilizar por el gobierno en turno con fines claramente políticos. El desarrollo integral y profesional para los jóvenes universitarios pasa a un segundo, tercero o cuarto plano. Lo verdaderamente importante es contar con capital político.

Y ahora vemos a un gobierno que parece desconcertado dentro de su propio laberinto al no saber cómo actuar ante un grupo de pseudoprofesores integrantes de la tristemente célebre Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, expertos en la extorsión y el chantaje, quienes apoyaron abiertamente al actual gobierno y ahora quieren pasar factura.

El panorama no pinta nada alentador en materia educativa. La pregunta ya no es qué hará el gobierno al respecto, la respuesta es bastante clara. La pregunta pertinente y apremiante es ¿qué vamos a hacer como sociedad?

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@yoinfluyo
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*Las opiniones vertidas en este artículo son responsabilidad del autor

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