La norma debe ser enriquecida para que contribuya a la productividad y rentabilidad de las empresas; pero también al desarrollo integral de los colaboradores.
A partir de 15 de julio de este año comenzaron a correr los 60 días para hacer observaciones a la NOM-037-STPS-2022, la cual fue elaborada para reglamentar el teletrabajo o home office. Esta norma se volvió necesaria porque la pandemia de coronavirus marcó un antes y un después para este tipo de relación laboral.
A mediados de marzo de 2020, súbitamente el home office se volvió indispensable como parte de las primeras respuestas a la crisis sanitaria. Fue una especie de tabla de salvación que permitió la supervivencia de las empresas ya fuera porque toda la operación se pudo trasladar a los hogares de los colaboradores o porque ciertas áreas sí lo hicieron.
Con el paso de los meses, las ventajas y desventajas de esta modalidad comenzaron a emerger. Fueron muchos los que encontraron muy benéfico este nuevo esquema de trabajo por permitirles una mayor convivencia familiar, contar con más tiempo para el deporte y la recreación, mejores opciones de comida saludable y mayor productividad.
Otros la encontraron problemática: no contar con el lugar adecuado para trabajar o una silla de oficina; ser varios miembros de la familia trabajando y estudiando en un espacio reducido y con servicio de internet no tan eficiente; tener que ser profesoras o profesores auxiliares de los hijos que estudiaban en línea; las dificultades para despegarse de las pantallas ya fuera por la exigencia real o imaginada de que se debía responder de inmediato; no faltó quien extrañó las horas de transporte, que no sólo servían de traslado físico de un lugar otro, sino que permitían una saludable transición mental.
Mientras algunas personas encontraron el esquema su forma ideal de trabajar y tener esta opción se ha vuelto parte de sus requerimientos básicos en la búsqueda de posiciones laborales; otros, sienten que su estilo personal requiere tanto de supervisión cercana como del enriquecimiento de la convivencia en persona. En encuestas, la mayor parte se inclina por un esquema mixto consensuado como el ideal.
En el lado de las empresas, el cambio implicó ajustes que nadie había previsto hacer de manera generalizada. Por ejemplo, la ciberseguridad se convirtió en un reto para muchas empresas. Pues de pronto había el riesgo de comprometer la información delicada de clientes, de pagos, de transferencias, etc. que debía alojarse y/o manejarse en las computadoras personales de los empleados, enfrentando así riesgos nuevos de hackeo o de pérdida de control.
Al paso de los meses, algunas empresas encontraron que el home office les ahorraba muchos gastos inherentes a contar con oficinas y les pareció más rentable y ahora es su única modalidad; otras constataron que, en efecto, la productividad de sus colaboradores sí podía mantenerse a buenos niveles, y solamente los convocan de manera presencial por días o en esquemas rotatorios entre departamentos. Pero otras están buscando ya volver a la presencialidad de forma cotidiana y dejar el home office para circunstancial muy puntuales, ya que sus esquemas de trabajo requieren el contacto humano o no encontraron ventajas significativas en el trabajo remoto.
El abanico de situaciones es amplio. Pero si lo reducimos a números, se estima que en México, hay más de 13 millones de personas que pueden trabajar bajo esa modalidad. La cifra es considerable y por tanto, es necesario contar con reglas de juego claras y justas tanto para las empresas como para los colaboradores.
Por ello, es importante la participación de empresas y colaboradores para enriquecer la NOM-037-STPS-2022 en las próximas semanas, pues de ello dependerán las condiciones laborales que regirán, y a partir de lo decidido, el gobierno podrá intervenir cuando haya incumplimientos. La norma debe, por tanto, ser enriquecida a partir de la experiencia, necesidades y requerimientos de las personas para que sea una norma realista, pero que contribuya, por supuesto, a la productividad y rentabilidad de las empresas; pero también al desarrollo integral de los colaboradores. Hay que participar.
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