En los últimos días, diversas versiones periodísticas dan cuenta que la percepción de inseguridad es mayor y los datos lo confirman.
Cada día es más común que los noticieros llenen sus espacios con crónicas e informes sobre los múltiples asaltos a mano armada en el transporte público, robos en comercios, abusos de autoridad, homicidios y demás.
Ante manifestaciones de los empresarios que no se sienten seguros para invertir y después del llamado al presidente en el sentido que en la medida en que exista la garantía del respeto a la ley habrá inversión, no se detecta una estrategia gubernamental clara, ni se vislumbra una posible solución o, al menos, una disminución de los índices delictivos.
Llama la atención cómo el gobierno de la ciudad “atiende” rápidamente el muy mediático caso de un sacerdote a quien se acusa de estar involucrado en un secuestro y asesinato, mientras las cifras de delitos como asaltos, robos de auto y otros, crecen exponencialmente sin que eso pareciera preocupar a nadie.
De acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el número de víctimas de delitos del fuero común en 2019 aumentó a nivel nacional desde 2015.
De enero a mayo, el total mensual de víctimas pasó de 123 520 en 2018, a 133 539 en 2019; es decir, aumentó 8.11% la incidencia delictiva.
En el caso de la Ciudad de México, la situación es aún peor. En los primeros cinco meses del año se incrementaron hasta en 36.29% los delitos. De 6 255 víctimas de delitos del fuero común en 2018, a 8 525 en 2019.
Después de los recientes casos de homicidios registrados en la capital del país, la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, hizo ajustes a su equipo de seguridad. Quedamos a la espera de ver si el problema reside en el equipo o en la cabeza.
A poco más de siete meses en el poder, es momento de atender de una vez por todas las demandas claras y permanentes de hombres y mujeres que exigen justicia. La desesperación es tal que durante la presentación del Sistema Nacional de Búsqueda en Palacio Nacional una mujer se arrodilló frente a un impávido López Obrador pidiendo encontrar a su familiar desaparecido.
El gobierno federal y el de la Ciudad de México tienen que dejar de hablar del paraíso imaginario de la llamada 4T, olvidar a los culpables del pasado, reales o ficticios, y empezar a gobernar de una buena vez.
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