El gobierno federal no es el único poder que gobierna a los mexicanos, y en medio de la tolvanera por la renovación de mandato se corre el riesgo de olvidar los daños que se generarán a corto, mediano y largo plazo si pasa la reforma eléctrica.
Pocos eventos en la historia electoral de México han creado tal expectativa como la Consulta de Revocación de Mandato. La cual llegó y se fue dejando una estela de irregularidades que conviene no olvidar; como tampoco que la tolvanera levantada por este evento ocultó la terrible realidad que vivimos los mexicanos todos los días. El gobierno actual mostró un músculo que no se debe subestimar; pero tampoco temer; pues parte de su éxito es esquivar los temas torales. Por eso, los ciudadanos debemos insistir en que esos temas difíciles estén presentes en la agenda nacional y se configuren ya propuestas efectivas de parte de aquellos que quieran representarnos y gobernarnos en el futuro próximo.
Uno de los temas que afecta a prácticamente todos los hogares el aumento de precios en la canasta básica; en general, las cifras de consumo muestran el peor inicio anual de este sexenio. En la primera semana de marzo la inflación tuvo un incremento de 7.29 por ciento, niveles que se han mantenido por meses y no se tenían desde los años setenta y ochenta.
En parte se debe a causas externas, mismas que no se vislumbra que mejoren pronto, al contrario, en ciertos productos como el trigo y otros granos se prevé que sigan subiendo por la guerra en Ucrania. Por su parte, el control artificial del precio de la gasolina ha construido a evitar un mayor impacto —obviamente esos recursos se sacrifican del presupuesto y los mexicanos igual pagaremos de manera indirecta ese control—. Sin embargo, no se puede soslayar que en productos como el limón o el aguacate el incremento se disparó por la injerencia del crimen organizado en las zonas productoras.
Aunque se habla poco, los productores agrícolas de todo el país han enfrentado con este gobierno el recorte de apoyos diversos que se tenían y que como muchos otros programas —nunca se hablará bastante del daño por suprimir las Estancias Infantiles y las Escuelas de Tiempo Completo— no se sustituyeron por un equivalente efectivo o por lo menos similar, simplemente se quitaron y ha afectado la productividad. Asimismo la sequía persistente en grandes regiones ha impactado negativamente a muchos cultivos. Ante una menor oferta, los precios se elevan.
La respuesta del gobierno a tan compleja situación sólo ha sido ofrecer control de precios. Solución que se ejerció en el pasado; pero no dio resultados efectivos; antes bien inhibe la inversión (¡otra más!), restringe el crecimiento económico y acaba generando mayores dificultades a las familias.
Si bien el último reporte del IMSS sobre la creación de empleos ha sido el más positivo en meses y también se muestra un incremento en los salarios con los que se cotiza todavía se está muy lejos de lograr una dinámica de recuperación que permita incorporar a los millones de jóvenes que en los últimos años no han encontrado opciones laborales suficientes. El desempleo en el grupo de 18 a 29 años sigue siendo un reto. Es evidente que el comercio informal per se y la llamada economía “neni” han sido parte de las salidas laborales que han disimulado mejor las carencias en este renglón. Es un hecho que nada de los buenos datos se debe a una acción directa del gobierno sino a la resiliencia de muchos empresarios de todos los tamaños y de la economía mexicana en su conjunto. La cuerda no se puede alargar ya más.
Una de las áreas donde las familias mexicanas siguen padeciendo es en el sector salud. El fracaso del INSABI ha sido aceptado con la difusión de la idea del IMSS-Bienestar. Es un refrito de formas de atención del pasado que el Seguro Popular rebasó con creces. No hay señal que apunte a que este nuevo intento tendrá éxito no sólo por retomar un esquema obsoleto sino porque la ineficiencia en el sector ha llegado a niveles criminales. Las últimas investigaciones de Latinus revelaron la absoluta ineptitud del IMSS al dejar caducar hasta 134 millones de medicamentos (con un costo de 18 mil millones de pesos) destacando sobre todo vacunas que no se aplicaron (10 mil millones de pesos). Si ya era grave que no se hubieran comprado todas las claves porque desmantelaron el sistema existente, resulta doblemente preocupante que lo que sí se compró no haya llegado a su destino y sí al bote de la basura. Más allá de ver nuestro dinero desperdiciado, ¿cuántas vidas se perdieron por tamaña negligencia?
Las vidas de los mexicanos además de estar en riesgo por la deficiencia del sector salud, lo están por la inseguridad que además de seguir creciendo se ha vuelto más sanguinaria. Para muestra, en la madrugada del lunes 11, ocho personas fueron atacadas en su domicilio en Tultepec, Estado de México. Una mujer sobrevive con una herida de bala en la cara; mueren siete, tres de ellos menores de edad. Casos como este se conocen porque llegan a los titulares; pero, por desgracia, no se sabe cuántos más se presentan a diario en tantas localidades. La actuación del gobierno federal y locales tampoco apunta a la toma de acciones mínimamente efectivas.
El gobierno federal no es el único poder que gobierna a los mexicanos, y en medio de la tolvanera por la renovación de mandato se corre el riesgo de olvidar los daños que se generarán a corto, mediano y largo plazo si pasa la reforma eléctrica. El oxígeno que la Suprema Corte dio al Ejecutivo no alcanza más que alargar la agonía en este tema y los diputados de Morena y Cía. han mostrado su peor cara en esta primera lid verdaderamente democrática que deben enfrentar al ya no ser mayoría aplastante.
El recuento de los temas que oscurecen la vida diaria de los mexicanos es muy más largo; por ello, es imprescindible que los ciudadanos estemos dispuestos a sacar los temas reales que nos preocupan para impulsar una agenda que sí los tome en cuenta y dejen de ser opacados por los aironazos artificiales del discurso desde Palacio y los arranques infantiles desde San Lázaro.
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