En estas semanas de Pascua, entra las varias lecturas de los domingos es frecuente escuchar que Jesús dirige a sus apóstoles la frase: “Mi paz les dejo mi paz les doy”, y es que uno de los frutos más importantes de seguir a Jesús es precisamente la vivencia de la paz. Esto es válido tanto para los individuos como para las sociedades, así que en parte por eso la Iglesia mexicana ha insistido en la necesidad de adoptar estrategias efectivas que abone a que los mexicanos recuperemos la paz y lo ha hecho con acciones concretas que nos implican a todos, pero especialmente a quienes nos solicitan el voto.
A inicios de las campañas electorales, se invitó a las candidatas y el candidato a la presidencia a firmar el documento Compromiso por la Paz, estrategias de política pública para la paz. Este esfuerzo se llevará también en las entidades que tienen elecciones de gobernadores. El lunes se comenzó con la Ciudad de México con Clara Brugada, Salomón Chertorivski y Santiago Taboada.
Al documento general se le agregaron algunas precisiones para aterrizar cada eje rector del mismo a las realidades particulares de la Ciudad de México. En los discursos que cada uno de los candidatos dio previo a la firma, aprovecharon para fijar su postura. No es sorpresa que Brugada difiera del diagnóstico presentado y afirmara que la situación no es tan grave como se presenta. Chertorivski, por su parte, culpó a todos los partidos menos al suyo de la situación y Taboada fue el más moderado aceptando que sin diagnóstico no se puede avanzar.
Es importante destacar que la reflexión y la acción se centren en hablar de la paz, que es un tema y un concepto, como se apuntaba al inicio, mucho más amplio e incluso personal que hablar de la seguridad o el combate a la delincuencia. Estos temas sin duda son medulares para el restablecimiento de condiciones del desarrollo personal, pasa por la recuperación de la justicia, el combate a la impunidad, y la reconstrucción del tejido social, entre otros muchos asuntos transversales a la vida diaria, y que impactan el conjunto de las actividades de los mexicanos.
Pero cabe recalcar que hablar de paz pasa también por crear condiciones para la reconciliación entre los mexicanos. Es necesario notar que como nunca antes en nuestra historia contemporánea el germen de la división se ha colado entre nosotros, y eso amenaza la paz entre familiares, entre amigos y entre vecinos. Debemos ser conscientes que cualquiera que promueva el enfrentamiento ya sea con sus palabras, con sus políticas o con sus acciones está atentando también contra la paz.
Por todo lo anterior, resulta positivo que la Iglesia Católica, en conjunto con representantes de otras creencias religiosas, sigan promoviendo tanto el documento que elaboraron, como la conversación hacia este tema. El mismo hecho de hacerlo en armonía con representantes de otras creencias es muestra de ese espíritu solidario que como mexicanos debemos buscar en todos los ámbitos de nuestra vida.
Además, no se puede obviar que las circunstancias internacionales apuntan también a que estamos en un mundo donde la crispación, el enfrentamiento, y la falta de diálogo son el pan de cada día y ponen en riesgo de escalar los conflictos afectando a todos los habitantes del planeta.
En este escenario, los mexicanos debemos esforzarnos tanto en elegir como autoridades y representantes populares a aquellos que verdaderamente se comprometan con la búsqueda de la paz en nuestro país, pero también en el ámbito internacional. Pues México debe recuperar su liderazgo como agente de reconciliación y promotor de la paz, pero lo hará apropiadamente cuando recuperemos la concordia y la paz interna.
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