El Frente Amplio por México es un ejercicio inédito en la democracia mexicana cuya existencia se debe al actual clima político; pero que puede ser una gran oportunidad para que la ciudadanía se apropie de espacios que le estaban vedados. Aunque sólo con una amplia participación se logrará ganar un terreno indispensable para tener esperanza de que en 2024 las elecciones permitan continuar con la alternancia política y no se regrese a la hegemonía de un partido oficial, escenario que ya hemos vivido.
Es necesario tener muy presente que el sistema político mexicano sigue siendo un sistema de partidos, no siempre equilibrado pues el PRI dominó varias décadas del siglo pasado y sólo hacia el último cuarto del siglo se dio el crecimiento real del PAN y, a raíz de la escisión del PRI, de donde surge el PRD uniendo además fuerzas menores de la izquierda. Ese cambio, por supuesto, sólo fue posible porque los ciudadanos se involucraron, sin embargo, el esfuerzo no se extendió más allá de las elecciones plenamente democráticas. Por otro lado, los ciudadanos que en un momento sí fueron atraídos especialmente por el PAN fueron abandonando la participación y se puede afirmar de manera coloquial que “se dejó la política a los políticos”. Es decir, se quedaron en los partidos sólo aquellos que buscaban puestos específicos, no participación cívica.
El surgimiento de Morena no fue un fenómeno ciudadano, su gestación fue más parecida al PRI luego de los acomodos (y asesinatos) en los años postrevolucionarios o a la ya citada escisión del PRD. Es una amalgama de intereses, y 2024 será la prueba de si es un partido político como tal, porque aparentemente el cemento principal es el actual titular del Ejecutivo, y no hay un proyecto de nación fuera de sus deseos personales. Esta diferencia puede parecer pequeña, pero no es y la prueba que ha pasado desapercibida para muchos es la sumisión que los diputados y senadores de Morena han mostrado en este sexenio. Es que si se ve de cerca, si hubiera sido un verdadero proyecto de nación en el que se cree con algún nivel de sinceridad o patriotismo, los diputados y senadores hubieran contribuido desde su trinchera a mejorar, proponer o ampliar los proyectos de ley y no se hubieran plegado aprobar (y hasta recular cuando ponían algo de su cosecha) sin mover comas y dando, como nunca, la espalda a la ciudadanía.
El ejercicio del poder de esta manera monolítica no fue una buena noticia ni para ciudadanos ni para los partidos de oposición; sin embargo, sí permitió el despertar ciudadano que puede resultar una excelente noticia si logramos que se consolide no como reacción a este gobierno sino como una responsabilidad ciudadana permanente.
Estamos en un momento peligroso porque el entusiasmo inicial de julio que el Frente Amplio por México suscitó ha venido menguando como ocurre con casi todo en un mundo donde las emociones primarias son las que privan y debemos entrar en una fase más racional donde predomine la convicción de que este ejercicio es algo más que apoyar a una persona.
Es posible que los ciudadanos hayan creído que sólo si apoyaban a alguien debían inscribirse; y sin duda entre muchos ciudadanos esa fue la razón para movilizarse, no obstante, es el resto del proceso el que determinará la magnitud y la fortaleza del ejercicio, y si impulsará o demeritará lo realizado.
Asimismo, tenemos que tener cuidado con las descalificaciones que parecen estar aflorando entre algunos que se han quedado en el camino por no haber despertado interés ciudadano ni partidista. Puede tratarse de simple mal tino al dar declaraciones o escribir tuits, pero puede ser que apunte a desacuerdos un poco más profundos entre los miembros de los partidos y los cientos de grupos detrás.
Por todo lo anterior, es vital que una vez terminada la recolección de firmas de apoyo que permiten a los que juntaron 150 mil o más pasar a la siguiente fase no se detenga la adhesión ciudadana, porque los cuadros partidistas para bien o para mal ya está ahí, por más diezmados que parezcan.
Desde hoy hasta el 20 de agosto, los ciudadanos pueden seguir uniéndose a través de la plataforma para participar en la decisión final de quién encabezará la candidatura y este paso es el realmente importante en el proceso porque es lo que dará impulso y abonará a la representatividad de quien quede, luego de la elección interna el 3 de septiembre.
Los problemas con los libros de texto, la creciente inseguridad en las carreteras, la extensión de cobro de piso a los negocios, la falta de insumos en los hospitales, y todos los demás asuntos que nos afectan ciertamente no se resolverán con la adhesión y participación en los procesos del Frente, pero si los ciudadanos que los padecemos no estamos al 100 por ciento participando y ejerciendo presión, los partidos pueden creer que no nos necesitan. Y hoy por hoy, el sistema está hecho para dificultarle al ciudadano llegar de forma independiente, no se puede prescindir de los partidos. Pero ellos deben sentir la presión de que nos necesitan también.
El ejercicio del Frente Amplio por México lo debemos desbordar los ciudadanos porque ya metimos el pie en la puerta de la participación política y no debemos renunciar a ella tanto para arrebatar el poder a Morena (que nunca permitiría el crecimiento de la ciudadanía, sólo le apuesta al clientelismo) como para que el siguiente gobierno tenga muy claro que ya dejamos de ser ciudadanos votantes, que somos ciudadanos actuantes.
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