Como cada 25 años, 2025 será del jubileo para la Iglesia Católica, por ello el tradicional mensaje de Año Nuevo del papa Francisco se centró en ese acontecimiento, su significado y la invitación a que sea compartido no sólo por los católicos, sino por todos los hombres de buena voluntad. En el caso de México, hay muchos aspectos que si buscamos hacerlos vida ayudarán a iniciar un cambio significativo que redunde en un beneficio compartido.
La invitación del jubileo parte de que cada uno de nosotros se abra a escuchar y mirar el mundo de manera más misericordiosa para identificar las múltiples formas de injusticia que se presentan en los migrantes, en los pobres, los hambrientos en los que sufren el flagelo de la guerra, las amenazas a la vida desde la concepción hasta su fin natural, etc. Esta reflexión parte de reconocer esas injusticias, pero también de identificar cómo cada uno de nosotros contribuye a ellas para encontrar acciones que la combatan de manera permanente.
Así nos propone el papa: “la escucha de este grito de la humanidad para que todos, juntos y personalmente, nos sintamos llamados a romper las cadenas de la injusticia y, así, proclamar la justicia de Dios. Hacer algún acto de filantropía esporádico no es suficiente. Se necesitan, por el contrario, cambios culturales y estructurales, de modo que también se efectúe un cambio duradero”.
El papa propone centrarse en tres gestos para empezar: la revisión del equilibrio ecológico entre países pobres y ricos (que en muchos casos implica el endeudamiento excesivo de los primeros); la reivindicación del respeto a la dignidad de la vida humana favoreciendo una cultura de la vida; y la disminución de los porcentajes dedicados a la adquisición de armas para destinarlos al combate del hambre.
Adoptar los gestos propuesto por el papa tendrá como último efecto el crecimiento de una paz duradera pues pasan por la búsqueda de la justicia y se cimientan en el crecimiento de la esperanza, especialmente entre los más jóvenes que hoy son los que tiene más temor del futuro.
El papa puntualiza que esos grandes gestos se construyen a partir de lo que cada uno de nosotros podemos hacer: volver a sonreír a los que están a nuestro alrededor; revisar qué deudas monetarias y morales podemos perdonar a otros; encontrar formas de contribuir a la paz en nuestras familias y nuestras comunidades; contribuir con acciones concretas a cuidar de las embarazadas, de los pequeños; pero también de los adultos mayores, etc.
Por su parte, y en particular en nuestro país, que lleva años marcado por la división política, por el enfrentamiento entre hermanos, por la perversión del mensaje de la ayuda a los pobres; por una forma particular de guerra por las acciones del crimen organizado hay mucho espacio para vivir el jubileo buscando gestos concretos que nos acerquen a esta meta de la paz que comenzará por nuestra interioridad y se proyectará a la sociedad. Y así, como propone el papa: “a lo largo del camino, junto a los hermanos y hermanas reunidos, nos descubriremos ya cambiados respecto a cómo habíamos partido. En efecto, la paz no se alcanza sólo con el final de la guerra, sino con el inicio de un mundo nuevo, un mundo en el que nos descubrimos diferentes, más unidos y más hermanos de lo que habíamos imaginado”.
En Yo Influyo hacemos votos para que todos los mexicanos más allá de nuestra denominación religiosa, encontremos en las palabras del papa y en la vivencia de este jubileo formas, gestos y caminos que nos acerquen los unos a los otros en el encuentro verdadero que nos comprometa en hacer efectivo el Bien Común y nos una en la solidaridad genuina. ¡Feliz 2025!
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