Diseñar un poderoso mensaje es la fórmula necesaria para impactar entre la ciudadanía y triunfar en la política, la estrategia es el mensaje; sin embargo, aunque es muy importante lo que se va a decir en un discurso y aunque contenga todos los elementos para que sea memorable, lo más importante es: ¡Quién lo va a decir! Porque de esto depende lograr la credibilidad entre los ciudadanos y conquistar su voto. Si el mensajero no sabe comunicar el mensaje, si sobreactúa o no se la cree, el público lo va a notar, y será sólo un rollo más, un discurso aburrido que se perderá en el inmenso grupo de frases sin sentido de la política.
Este es el principal problema que se observa en los partidos políticos, el problema no es el partido en si mismo, el problema son los dirigentes que emiten mensajes sin impacto ni credibilidad.
Lo mismo podemos señalar sobre la discusión de crear o no crear nuevos partidos, el problema no es crear un nuevo vehículo partidista, el problema es quién es el conductor. Es por eso que, en los distintos estudios de opinión, la confianza en los partidos políticos registra el mas bajo índice de credibilidad. Nadie cree en los partidos.
Cuando vemos el lanzamiento de Xóchitl Gálvez para crear un nuevo partido político, la idea no es mala, la mala es Xóchitl. Lo mismo podemos decir de la intención del Frente Cívico Nacional de convertirse en partido político, aunque Acosta Naranjo logra armar buenos discursos de oposición y mucho mejores que los que da Xóchitl, el mensaje sólo penetra en unos cuantos seguidores de lo que fue la ola rosa. Y los rostros que aparecen en la conformación de dicho partido son de personajes que no penetran en el corazón de la gente. Y es que para mover hay que conmover. Y eso nunca lo han logrado estos personajes, por más fama y reconocimiento que tengan en los viejos círculos políticos.
Por supuesto que se requieren nuevos partidos políticos, la oposición actual está en crisis y sus dirigentes repiten frases que a nadie le importan. Las fallas en su forma de comunicar son evidentes, si quieren mejorar deberían hacer buenos estudios de grupos de enfoque y estar dispuestos a escuchar, conocer sus miedos y fortalezas, y hacer ejercicios para pulir su estilo, pero hasta ahora, sólo repiten frases trilladas, y actúan sobre fórmulas que los han llevado a ser campeones en administrar derrotas y sobrevivir del presupuesto. Y por eso no cambian.
En el libro “Ideas que Pegan”, se recomienda usar mensajes claros, sencillos, certeros y firmes. Y es correcto, pero el que los emite debe creerlos y comunicarlos con profunda emoción. La idea es analizar con la cabeza, pero ejecutar con el corazón, inspirando miedo o inspirando afecto, cuestión muy difícil de alcanzar, sobre todo si el dirigente presenta una desintegración interna en su psicología y sus afectos.
Ahora hay una gran ola de organizaciones de la sociedad civil que seguramente tienen líderes reales, creíbles y nada sofisticados, que con un trabajo profesional podrían generar un polo diferente, creando, sí, un nuevo partido político; pero sobre todo, lanzando líderes ciudadanos que inspiren el cambio. Tarea nada fácil, pero que es muy necesaria en esta etapa que vive México.
Se requieren nuevos vehículos, pero sobre todo nuevos conductores, líderes que transmitan ideas y emociones, porque más que ganar las palmas hay que ganar los corazones. Los políticos que ahora tenemos reflejan la decadencia de los partidos; proponen lo mismo, siguen la moda global de una izquierda populista (al estilo Kamala Harris), con la que las elites intelectuales se sienten cómodas, pero que no le dicen nada a la gente, no le hablan a ese polo de más de 40 por ciento de mexicanos, que en efecto, conforman el rostro de un México que no está fielmente representado.
¨La comunicación es un 20 por ciento lo que sabes
y un 80 por ciento de cómo te sientes acerca de lo que sabes”.
– Jim Rohn
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