Durante muchos años, cada que se hace una encuesta social y política, al preguntar a la gente que es lo que más les preocupa, surgen siempre dos temas: la inseguridad y la economía. Sin embargo, estos elementos tienen distinto peso en cada elección, por ejemplo, en las elecciones de Estados Unidos la percepción de que marcha mal economía fue un factor para el regreso de Donald Trump, aunque no fue el único. Lo mismo se puede decir de la elección en Argentina, que llevó a Milei a obtener una victoria contundente. Por eso ha quedado como gran lección, la clásica frase que surgió del war room de la campaña de Bill Clinton: ¡Es la economía, estúpido!
En México la percepción sobre la economía hasta el momento no ha sido determinante para modificar los resultados electorales; es decir, la población, por ahora, percibe que su bolsillo va bien, sobre todo entre los segmentos de la sociedad que reciben importantes recursos del gobierno a través de programas social. Y ya vimos que las grandes fortunas de este país acrecentaron sus ganancias con el gobierno de Morena en la presidencia, al parecer sólo la clase media es la que ha tenido que sufrir por los desajustes en la inflación, pero incluso algunos de estos sectores votaron por darle una nueva oportunidad a Morena, es decir la economía no fue determinante.
Sobre el tema de la inseguridad es muy difícil tomarlo como bandera durante las elecciones, tanto desde el gobierno como desde la oposición; porque si está mal planteado, produce miedo. Este factor llevado a las campañas políticas fue el que desplomó al PAN en las elecciones del 2007, cuando desde el gobierno se intentó colocar el tema del combate a la inseguridad como un avance, simplemente los electores abandonaron a ese partido, y su votación se fue a lo que registraban en los años 90s. Lo que incluso, provocó la renuncia a la presidencia del blanquiazul de Germán Martínez. SI no está bien planteado el tema de la inseguridad, la gente sólo voltea para otro lado.
Conociendo la debilidad del actual gobierno morenista, la oposición intentó colocar el tema de la inseguridad, en la pasada elección presidencial; pero como comentamos, si no está bien planteado, es un tema que no es conveniente manejar. Sobre todo, porque quien hable del tema se debe mostrar fuerte, con mucho valor y energía para detonar la percepción de que puede proporcionar seguridad a la gente, eso lo hacen muy bien los políticos fuertes y de rasgos autoritarios. Pero Xóchitl, por sus factores de imagen, no se percibe fuerte como Ángela Merkel de Alemania, o como Margaret Thatcher de Inglaterra, por lo que poner en su campaña la bandera de la seguridad pública fue un error que ya quedó evidenciado por sus resultados.
Sin embargo, se esté moviendo el mundo sobre temas que van más allá de la inseguridad y la economía, y es la cultura. Temas que tienen que ver con cuestiones ya muy individuales de los votantes, son temas como la familia, el aborto, la cultura wok, etcétera.
Estos temas suelen polarizar a los electores, esa es la razón principal por la que políticos como López Obrador no la llevan al discurso público, pero deja que el tema lo lleven otros de sus aliados de izquierda; son cuestiones que AMLO no convirtió en ejes centrales del discurso público. Kamala Harris si lo hizo, y eso explicaría en buena medida que sectores hispanos y conservadores salieran a las urnas y formaran una ola roja que acabó con el empate técnico que preveían algunas encuestas, y que incluso le daban una ligera ventaja a la candidata demócrata. ¡Nada que ver! En la elección norteamericana perdieron los grandes medios tradicionales, Hollywood y las encuestas. No vieron la guerra cultural que gravita en lo más profundo de las sociedades.
Las guerras culturales emergen de una manera silenciosa, pero están tomando relevancia. Sobre el tema de la seguridad, la discusión tendrá que ir más allá de balas y policías, porque también se está instalando la “narco cultura” en varias regiones del país; donde, por ejemplo, los narco corridos hacen de los mafiosos a los héroes de la comunidad y exaltan su “valor”. Y este es un elemento que se está volviendo cada vez más peligroso, porque al tomar el “alma” de la gente, por así decirlo, será muy difícil combatir la inseguridad que cada vez se ha vuelto más absurda y perturbadora.
En el discurso se habla de combatir las causas de la inseguridad, pero en los hechos no existe ningún programa para recuperar la cultura de la verdad, la justicia y el bien. Y no es regalando dinero como se combate el fenómeno, más bien lo alimenta en muchas franjas de la población, pues dichos recursos van a parar a los bolsillos de los narcomenudistas.
Las batallas culturales son muy profundas, pero empiezan a emerger con más fuerza. Los medios tradicionales siguen viendo los procesos electorales como fueron los del siglo XX, pero ya no son así. Por eso no alcanzan a analizar los fenómenos que realmente están ocurriendo en las luchas por la mente y el ser más íntimo de las personas. Es este todo un desafío, sobre el cual no hay suficiente debate ni conocimiento.
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