Administrar el caos

Una buena parte de las instituciones públicas y privadas, y la mayoría de los seres humanos, vivimos con la aspiración de mantener una vida estable, segura y que, si hay complicaciones, podamos resolverlas de manera instantánea. Esto ha producido un mercado enorme de personajes que ofrecen soluciones para brindar esa “estabilidad y seguridad” a la que aspira todo el mundo. Las frases como: “Pare de sufrir”, “llame ahora y obtenga lo que siempre ha soñado”, se multiplican como nunca y hasta las terapias alternativas que suelen ser tácticas de confort, pero no de paz duradera.

Sin embargo, la noticia es que debemos estar listos para todo lo contrario, hay que prepararnos para administrar el caos. La vida humana no tiene nada seguro, o se dice que lo único seguro es la muerte y los impuestos. Pero, además, para las personas del siglo 21 podemos decir que lo más seguro es la turbulencia, la incertidumbre.

En primer lugar, nos guste o no, hablemos de soberanía o de globalismo. La realidad es que el mundo está hiperconectado, el mercado digital ha borrado barreras. Ahora si China consume más carne, como consecuencia de su mayor poder adquisitivo, provoca inestabilidad al mercado mundial de ese producto. Si estalla la guerra, el precio del petróleo se agita, si habla Donald Trump los mercados se ponen nerviosos. La información viaja de manera instantánea y entonces la noticia agita a consumidores y productores en todo el planeta. Y claro que altera la vida cotidiana de cualquier ciudadano común.

En el mundo antiguo la información tardaba en llegar mucho tiempo. Hoy hasta los secretos de Estado quedan al descubierto con los hackeos y los ataques cibernéticos. Cada día surgen cientos de miles de apps para los teléfonos inteligentes y esa explosión de creatividad tecnológica puede desestabilizar las marcas que hoy quisieran navegar seguras. El mercado ya no es estable y los consumidores no son leales a las marcas, brincan de novedad en novedad, solo pocas compañías como Apple, han logrado crear un frágil lazo emocional con el usuario. La verdad es que es el caos el que hace rugir al mundo.

En estas páginas hemos señalado que distintos organismos de salud hablan del aumento de los trastornos mentales, la ansiedad, la depresión, el insomnio, la angustia, someten a franjas enteras de la población que las hace vivir en un vértigo constante que incrementan este caos. 

Mientras nuestros antepasados tenían miedo a cuestiones naturales como el rayo, el terremoto, o los ciclones; hoy tenemos miedo de cosas que no existen, alimentadas por esa velocidad para satisfacer las nuevas “necesidades”. Las redes sociales muestran muy bien estos elementos: El miedo a no ser amado, de no ser seguido, de no ser consultado, el miedo al futuro. Y las altas expectativas y espejismos que consumimos en los medios digitales ponen en tensión constante al ser humano de nuestros días.

La noticia es que este caos no se irá y que debemos aprender a administrarlo. Porque no sólo hay confusión en satisfacer las “nuevas necesidades” y los “nuevos derechos”. También las cosas que valen la pena, como la amistad, la familia y el amor, son parte de un caos muy, pero muy especial. Algún día el padre Martín Descalzo comentó que “todo lo que pasa a la altura del corazón, pasa a la altura del vértigo”. Las emociones son grandiosas y bellas, pero también son turbulentas en esta área de nuestra vida, como los compases de una gran sinfonía que tiene las variaciones armónicas que nos conmueven.

Es el caos lo que debemos administrar, el de la adversidad, el de lo inevitable, lo contradictorio, y lo doloroso, porque son parte de nuestra naturaleza humana. Incluso la cibernética nos enseña que del caos nace la vida, en esa frontera exacta donde el frío y el calor se combinan para dar paso a la existencia humana.

Así que la estabilidad es un sueño guajiro. La respuesta, como diría Erich Fromm, se encuentra en el corazón del hombre. Mientras ahí no se encuentren las herramientas que lo hagan surfear en la alegría o la tristeza, en la guerra o en la paz, perderemos la capacidad de vivir plenamente. Aprender a deslizarnos en el caos, en esa cruz donde se encuentra la adversidad, la vida y el consuelo.

Philip Kotler, el experto en marketing cita en su libro “Caótica” una frase de Lord John Browne, que me parece fascinante: “Desechar la ilusión de que se puede predecir el futuro es algo muy liberador. Todo lo que uno puede hacer es darse la capacidad de responder a lo único seguro en la vida, que es la incertidumbre. La producción de esa capacidad es el propósito de la estrategia”.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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