Un gobierno que divide y enfrenta a la sociedad, un presidente con un lenguaje poco apropiado para su cargo, muchas veces soez, con palabras y frases que señalan, acusan, e incluso se burlan de muchos de sus gobernados y que minimizan cualquier diferencia o evidencia porque simplemente él “tiene otros datos”.
Nunca he sido admiradora de Benito Juárez, pero debo reconocer que la máxima que a él se le atribuye “El respeto al derecho ajeno es la paz”, es la fórmula maravillosa para la buena convivencia de los ciudadanos.
Los derechos fundamentales se basan precisamente en el respeto de los derechos de todas las personas por igual: derecho a la vida, a la educación, a tener una familia, a la libertad de pensamiento, de creencias, de expresión, a tener un trabajo, a la seguridad de su persona entre muchos otros.
En los siete meses que López Obrador lleva gobernando nuestro país, la gran mayoría de los mexicanos hemos sido testigos o víctimas de la violación de muchos de estos derechos, y tanto la incertidumbre como la indignación van creciendo a pasos acelerados en el ánimo de los ciudadanos.
Un gobierno que divide y enfrenta a la sociedad, un presidente con un lenguaje poco apropiado para su cargo, muchas veces soez, con palabras y frases que señalan, acusan, e incluso se burlan de muchos de sus gobernados y que minimizan cualquier diferencia o evidencia porque simplemente él “tiene otros datos”; y que trata con poco respeto al “pueblo” prometiéndoles dádivas y bienestar.
En pocos meses ha dejado a miles de niños sin el beneficio de las guarderías, uno de los pocos programas sociales acertados y exitosos de sexenios anteriores, que beneficiaban a las madres trabajadoras y les permitía tener a sus hijos en condiciones más seguras.
En medio año no solo acabó con la incipiente reforma educativa, también premió y reintegró a las escuelas a aquellos “maestros” del CNTE que cometieran tantos actos ilícitos, devolviéndoles poder a ellos y al SNTE para el manejo de las plazas de maestros.
En contraste, ha hecho evidente su desprecio a la Sociedad Civil Organizada, su apoyo nulo a los estudiantes que quieren superarse y obtener becas; igual que a los deportistas de alto rendimiento.
Los servicios de salud se han reducido y hay desabasto de medicamentos, afectando e incluso poniendo en riesgo la vida de miles de personas que no tienen recursos, no apoya a nuestros buenos médicos, pero ofrece trabajo a cientos de doctores cubanos.
Ha dejado sin empleo a miles de servidores públicos, y muchos otros viven en la incertidumbre que provocan cada día sus ocurrencias mañaneras, mientras que regala millones de dólares a otro país.
Estos son solo algunos ejemplos, ni siquiera los más significativos, de la larga lista de desaciertos que ha tenido AMLO en menos de un año de su mandato, y que hoy mantienen al país en un clima de crisis, creciente violencia y descontento social.
Los ciudadanos hemos carecido de un trato digno y respetuoso; por eso resulta aún más grotesca la escena que circula por las redes sociales en donde el presidente de la República, acusa de un acto de provocación al grupo de trabajadores en huelga que lo esperan en el hotel donde se hospedaría en Ciudad Valles, SLP, y visiblemente molesto y cansado les dice entre otras cosas: “Yo no merezco ese trato, donde voy a descansar se meten a la fuerza esto es indebido completamente, democracia es orden es orden democrático y todos necesitamos respeto, aunque se tengan necesidades, siempre hay que respetar”.
Ojalá el dignatario se dé la oportunidad de analizar lo que él mismo dijo: todos merecemos respeto, un respeto que no hemos recibido ni de él ni de muchos de quienes le rodean y prefieren servirle a él y no a la ciudadanía y a México; solo así se explica una declaración como la de la exministra Sánchez Cordero que afirma que la reelección del gobernador de Baja California, morenista por supuesto, es inconstitucional “pero respeta la decisión del Congreso”.
Como bien lo dice el diputado Romero Hicks, estamos viviendo un gobierno de ocurrencias, y esta pequeña manifestación en Ciudad Valles podría ser una oportunidad para recordarle respetuosamente a nuestro presidente que el diccionario del español jurídico define al mandatario como a aquella persona que acepta el encargo del mandante, esto es, de la ciudadanía que representa; y que nosotros los ciudadanos, asumimos sus palabras y le recordamos que en una democracia ¡siempre hay que respetar!
Esperamos de nuestro mandatario una reacción digna y semejante ante Trump y le exija, respeto para él y para México ”no merecemos ese trato”, “ todos necesitamos respeto, aunque se tengan necesidades, siempre hay que respetar”.
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