Aún no está al cargo de la presidencia y AMLO ya nos tiene preocupados y temerosos con sus iniciativas.
No me gusta lo que estamos viviendo. Todavía el presidente electo no toma posesión de su cargo y México ya está de cabeza.
Quienes amamos a México sentimos una profunda preocupación ante el futuro incierto de nuestro país… y no es que estuviéramos muy bien, nada de eso, sin embargo, hoy se percibe una gran confusión, molestia, confrontación; y miles de ciudadanos nos sentimos ignorados, amenazados y señalados por tener una postura diferente.
A la inmensa mayoría de los nuevos legisladores no les mueve servir a México, ni al estado o municipio que representan, ni cumplirle a los ciudadanos que los eligieron y que depositaron su confianza en ellos; mucho menos les interesa la búsqueda del bien común lo cual se evidencia en la cantidad de iniciativas de leyes que han presentado con mucha prisa y poco escrúpulo. Las Cámaras se han convertido en un mercado donde todos gritan, ofenden, abuchean, y hacen gala de su poca cultura y educación.
A escasos dos meses de haber asumido sus cargos, la izquierda ha presentado iniciativas en contra de la vida, de la familia, de la salud, la libertad de expresión y de la libertad de educación, y están decididos a imponer su postura ideológica por encima de cualquier evidencia científica, política o ética, pues el único argumento válido y de peso para ellos es que “es un honor estar con Obrador”. En sus respectivos recintos, senadores y diputados son una comparsa incondicional del próximo presidente de la República y van preparando con alfombra roja su arribo al poder.
No, no me gusta lo que estamos viviendo, ni el panorama de un México en donde acabar con la vida de un hijo es un derecho, pero brindar ayuda terapéutica o espiritual a quien manifieste tendencia homosexual será un delito; donde se podrá usar y cultivar la mariguana “con fines recreativos”, pero los niños y adolescentes carecen de oportunidades de una educación de calidad y de un mejor futuro.
Aunque el presidente electo ha manifestado su animadversión por la sociedad civil organizada, ésta se ha dejado escuchar haciendo reclamos y observaciones, y presentando propuestas para una mejor coordinación con el gobierno entrante en favor de México.
De igual manera, si queremos un cambio real, drástico para que ningún gobierno ni sus leyes impuestas arbitrariamente puedan hacernos daño, tenemos que trabajar intensamente en la educación que debe iniciar desde la familia.
“Si la educación no se vuelve cultura no es educación”, y hoy es inminente y necesario restablecer la cultura de la vida para acabar con la cultura de la muerte que nos ha invadido.
Apoyar a los padres de familia que son los primeros educadores, para que desde casa proporcionen una educación preventiva dará como resultado generaciones de niños con conciencia de su dignidad y con los valores necesarios para ser, en un futuro, buenos ciudadanos, los que necesita México. Cualquier espacio se puede convertir en escuela para papás: el parque, la parroquia, nuestra casa…
La familia es la base de la sociedad y cualquier esfuerzo por protegerla, apoyarla y revalorarla vale la pena. Si ésta cumple con su papel educador, toda ley absurda, como las que están proponiendo nuestros legisladores, perderá eficacia porque no será aplicable.
De la familia deben surgir los liderazgos necesarios para lograr que México sea una gran nación; los políticos que velen por el bien común y no por sus intereses partidistas, los profesionistas, deportistas, científicos y artistas que sean ejemplo para las siguientes generaciones. Es desde la familia, tu familia y mi familia donde se puede ahogar el mal en abundancia de bien.
“La familia es un taller de esperanza”, dice el papa Francisco. Si no nos gusta lo que estamos viviendo hagamos de nuestra familia un gran taller.
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