El aniversario luctuoso de Carlos Abascal

A diez años de su muerte, recordamos a Carlos Abascal como una persona que, por medio de la política, buscaba el bien.


Aniversario Luctuoso Carlos Abascal


En estos momentos difíciles para México, en los que pareciera que el motor que mueve a políticos y autoridades son los intereses personales y partidistas, provocando una constante confrontación social para demostrar quien tiene en sus manos el poder, a diez años de su muerte, toma especial relieve el recuerdo de Carlos Abascal Carranza, un político que más allá de cualquier válida aspiración personal, desarrolló innumerables virtudes que se encierran en dos ideas concretas: vocación de servicio y un enorme amor a México.

María Luisa Aspe Armella nos narra en su libro Un cristiano en la vida pública como Carlos Abascal hizo de su actividad política un servicio en búsqueda del Bien Común, privilegiando siempre el diálogo antes que la amenaza, los puntos de encuentro antes que la confrontación. Impresiona constatar el reconocimiento y admiración que le brindan por su congruencia y logros, tanto líderes sindicales como empresarios, autoridades eclesiásticas, políticos, trabajadores y hasta expresidentes, sin importar si compartían con él la misma visión o los mismos fines e ideales.

Ningún testimonio es tan impactante como los de su esposa y sus hijos. La coherencia de vida entre sus actividades públicas y su vida privada; la exigencia acompañada siempre por el ejemplo, el gran amor a su esposa, su decidida actitud para defender su derecho a la educación de sus hijos, el lugar preponderante que siempre le dio a su familia y su inquebrantable fe, hablan de una integridad poco común y nos da un testimonio de vida de esos que tanto se necesitan hoy en día para mantener viva la esperanza.

Hoy que el hartazgo y la desilusión han sido una constante provocada entre otras cosas por la corrupción e ineficacia de muchos servidores públicos, se convierte en una necesidad imperante la formación de liderazgos frescos y sanos que más allá de su visión de” izquierda o derecha” busquen conciliar, generar oportunidades y solucionar los problemas a los que diariamente nos enfrentamos los ciudadanos.

Esta formación no se da en los partidos políticos, inicia en la familia, es en ella donde hombres y mujeres encuentran el sentido del verdadero servicio, aprenden a amar a sus semejantes y a amar y servir a México. Si hoy carecemos de buenos políticos es porque quizá nuestras familias no han cumplido su cometido.

Conocer a Carlos Abascal a través del testimonio de su familia y colaboradores nos alienta, llena de esperanza y compromete a trabajar con prisa en la formación de líderes humanistas que vean como él, a la política no como un fin, sino un medio para hacer el bien.

Hoy más que nunca, México nos necesita.

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