La ciencia y la religión tienen distintas posturas, pero dentro de la fe cristiana no se necesita comprobar nada para creer en Dios.
La Modernidad ilustrada planteó la relación de la fe cristiana y la razón humana de modo antagónico que se podría resumirse en la siguiente frase: “Si lo razono entonces no lo creo, y si lo creo entonces no lo razono”. Bajo esta mentalidad una lectura de la ciencia físico-matemática tendría la siguiente consecuencia: si eres científico entonces debes dejar de lado tu fe cristiana, si quieres vivir tu fe cristiana entonces debes dejar de lado el ser científico.
Lo descrito en el anterior párrafo es asumido casi como un dogma de fe por aquellos que evalúan a la fe cristiana como algo irracional, es decir, la fe cristiana basada en la Revelación sería antinatural por el simple hecho de ser fe. La razón humana es luz y la fe cristiana es oscuridad.
Por el contrario, los hombres de fe cristiana no descalifican a la razón humana, sino más bien asumen que la fe y la razón constituyen un binomio según la siguiente máxima cuyos orígenes se remontan a la Edad Media: “Creo para entender y entiendo para creer”. La anterior frase expresa la situación existencial e intelectual del pensador no sólo medieval, sino del ser humano cristiano actual quien asume una adecuada racionalidad cristiana.
La racionalidad cristiana valora a la razón humana no como criterio último de verdad, esto último lo hizo la Ilustración del siglo XVIII. Una razón humana evaluada como criterio último de verdad entra en conflicto necesariamente con la fe cristiana descalificándola como irracional. Es interesante mencionar también que la Posmodernidad asume la idea de que la razón es contraria a la fe, pero contrariamente a la Modernidad, la razón humana queda infravalorada en un marco escéptico, es decir, según un posmoderno, si la razón humana no tiene valor cognitivo, mucho menos lo tendrá la fe religiosa.
La racionalidad cristiana considera a la razón humana como una auténtica capacidad cognitiva para alcanzar la verdad, pero no es el criterio último de verdad. ¿Por qué la razón humana no es el criterio último de verdad para el cristiano? Porque la razón humana es deudora de la razón divina. El logos humano es una participación creativa del Logos Divino.
En la racionalidad cristiana que sigue la máxima “creo para entender y entiendo para creer”, dicha racionalidad no tiene como función hacer una demostración a modo de silogismo aristotélico que demuestre exhaustivamente el contenido de fe basado en la Revelación. Es aquí en donde la visión ilustrada tiene su punto de caída, en efecto, una razón humana que se ha absolutizado, hace de la razón humana algo divino, y este mismo logos humano divinizado se rechaza para encontrar su fundamento en el auténtico Logos Divino, lo cual tiene como consecuencia la aparición de un escenario de conflicto entre fe cristiana y razón con la respectiva caída de la razón humana en un escepticismo gnoseológico que la posmodernidad ha heredado.
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