México en crisis: llamada a la esperanza y a la acción

Amigos de Yo Influyo, sé que entienden lo que significa tener miedo, porque es un sentimiento natural en todos los seres humanos. Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos experimentado miedo. Sin embargo, a menudo ese miedo es infundado o se refiere a situaciones menores. Hoy, en cambio, México enfrenta un temor profundo por su propia vida.


Desde Sinaloa, Tabasco y Guanajuato, donde la inseguridad es alarmante, hasta la propuesta de un paquete de reformas que implican todo lo que este gobierno ha señalado como incorrecto, ahora busca implementar de manera urgente a nivel constitucional, aprovechando su poder absoluto.

Imagínate levantarte un día y descubrir que tu casa ya no es segura, que la calle tampoco lo es, y que no puedes salir de tu casa, ni de tu ciudad, ni de tu estado, porque en el camino a escapar, podrías perder la vida. Esto es lo que está sucediendo en México, desde el horror de la violencia en Guerrero, hasta las guerras desatadas en Guanajuato y la crisis más reciente en Tabasco. Sinaloa, sin embargo, se encuentra en una situación crítica, con más de medio mes en guerra, no en enfrentamientos menores, sino en un conflicto real. Hay que ser ciegos para no ver lo que está pasando; los videos, las fotografías, las declaraciones del ejército y del presidente lo evidencian. Sin embargo, hasta ahora, nada ha resuelto el problema.

Lo más preocupante, en mi opinión, es que el gobierno no se responsabiliza de lo que debería garantizar: la seguridad, la salud y los derechos que se encuentran en nuestra constitución. En lugar de asumir su deber, el presidente, de manera cobarde, dice que “la culpa es de Estados Unidos”, como si eso le eximiera de la obligación de actuar, como si fuera problema de alguien más que no sea el “comandante supremo de las fuerzas armadas” que tanto presume ser. O quizás ya le ha dado flojera reaccionar porque “ya se fue” y en el proceso se han llevado a… ¿Cuántos homicidios?

Durante este sexenio, no se atendió esta situación; simplemente se dieron el lujo de dejar que las cosas pasaran, mientras saludaban a narcos, escondían evidencias de corrupción y se afanaban por perpetuarse en el poder. En este proceso, más de 200,000 homicidios dolosos se han registrado, un récord histórico, sin contar los desaparecidos, que también alcanzan cifras alarmantes, aproximadamente 50,000. Y ni siquiera sumamos las muertes por COVID, que también pueden atribuirse a la negligencia durante la pandemia.

Me preocupa que los principales opositores en México hayan terminado tres metros bajo tierra. Las personas que sí se preocupaban por el país y podían participar ahora son olvidadas, y la pregunta es: ¿Cuántos jóvenes han muerto? ¿Cómo podemos permitir que continúe esta atrocidad? Los mexicanos no tienen con qué defenderse del abuso de las autoridades ni de los delincuentes, y quedan a merced de lo que otros decidan. Lo más terrible es que el ejército, que debería proteger a la ciudadanía, dice que actuará “hasta que el crimen organizado decida regresar la paz a Sinaloa”. Esto demuestra que no solo carecen de valentía para detener los abusos, sino que también les faltan recursos… ¿O será que hay algo más que los detiene?

Lo que más me aterra es que, según una nota de Yoinfluyo, hay 250,000 niños con la posibilidad de unirse al crimen organizado. Lo he vivido; en comunidades, al preguntar a un niño qué quiere ser de grande, muchos responden “narco, porque ganan bien”. Nos estamos quedando sin jóvenes que aspiren a trabajar en el campo, en empresas o en medicina. En México, lamentablemente, no se está ganando lo suficiente para llevar una vida tranquila, a pesar de que la constitución promueve derechos como un hogar digno, educación de calidad y salud pública. Sin profesionistas y personas que generen valor, este problema solo crecerá.

Es triste pensar que las aspiraciones de nuestros jóvenes ya no son crecer como personas, sino simplemente encontrar una manera de sobrellevar la crisis en la que vivimos. Lo que más me preocupa no es solo el presente, sino el futuro de México. Un futuro tan incierto que duele pensarlo. Pero México sí puede salir de esto, estoy seguro de que lo hará, porque México siempre ha sido resiliente. Un abusador se presenta, dura un tiempo y luego logramos avanzar. Esta tierra es de gente luchadora, y debe salir adelante. México es la tierra guadalupana que debe tomar las riendas de su futuro, y lo que queremos es justicia, paz, salud, educación y preservar nuestras ricas características culturales, nuestra alegría, nuestro querido México.

Nuestro país tiene muchas cosas hermosas, y debemos asegurarnos de que no queden enterradas entre todo lo que está sucediendo. Debemos cuidar de nuestra cultura, nuestra vida y nuestras familias.
Mientras todo esto ocurre, mientras México se convierte en un narcoestado, un país con violencia y falta de congruencia política, aquí estaremos los jóvenes, observando qué errores no cometer. Es fundamental que aprendamos, porque nosotros somos los próximos en esta historia. Debemos luchar por nuestra generación y las que vienen, para que no sufran la misma herencia que nos están dejando. Tú, joven que hoy no ves salida del túnel, nos toca escarbar para crear una.
 
Es oficial: Claudia Sheinbaum ya es presidenta de México, y lo curioso es que no hemos presenciado un inicio de sexenio tan turbulento desde el de Ernesto Zedillo. Permítanme explicarme.

Zedillo asumió la presidencia en un país al borde del “error de diciembre”, enfrentando numerosos problemas y remanentes del movimiento del EZLN, lo que lo llevó a tomar decisiones que hoy son fuertemente criticadas.

Por su parte, Claudia Sheinbaum inicia su sexenio atrapada en una burbuja económica, con más deuda que nunca, problemas políticos internos derivados de la reforma judicial, y conflictos sociales por la reforma de la SEDENA. Las protestas de los padres de los 43 normalistas irrumpen en el Senado, mientras que las madres buscadoras siguen siendo ignoradas. Además, la diplomacia mexicana se encuentra debilitada por un orgullo mal encauzado, la economía golpeada y, por segunda vez, las calificadoras han bajado la calificación de inversión en México. Todo esto, rodeado de una pantalla de humo, cuya durabilidad es incierta.

Esto nos deja con muchas dudas: desde el “¿Qué le va a pasar a México?” hasta el “¿Qué sucede si los jueces son electos?” y muchas más.

Lo peor que puede ocurrir en una transición de gobierno es enfrentar una dura incertidumbre, alimentada por el orgullo, por la polarización y la falta de claridad y unidad. Y lo advertimos, pero no se hizo caso.
Además, la oposición no está exenta de los problemas que enfrentamos; ellos también son responsables y lo vemos a diario en sus procesos de renovación de liderazgos.

Nuestro México, tal como lo conocemos, está en crisis, pero es natural que los ciclos lleguen a su fin. Las cosas cambian; hay tiempos buenos y malos para todo. Sin embargo, eso no debe ser excusa para quedarnos inactivos. En los buenos y en los malos tiempos, México necesita de ti y de todos nosotros para salir adelante.

No se vale decir “ya puse mi granito de arena”. No estamos en la primaria; estamos en la vida real, donde necesitamos el esfuerzo de cada uno de los mexicanos todo el tiempo y al 100%. Queda claro que las decisiones que se están tomando hoy son antidemocráticas y equivocadas para México, tanto interna como externamente y que están deconstruyendo el México democrático que nuestros abuelos y nuestros padres construyeron, pero que ahora nos toca a nosotros los jovenes retomar y re construir
Amigos, hablemos de diplomacia.

México tiene una historia diplomática impresionante. El origen de este país se forjó a través de estrategias diplomáticas dignas de estudio. Un ejemplo notable es cómo Cortés logró convencer a los indígenas mediante negociaciones y palabras, todo con la ayuda de La Malinche, la madre de la diplomacia mexicana.

A nivel mundial, somos considerados uno de los países más amables y cálidos. Nuestra calidez humana, nuestra gastronomía y nuestras tradiciones sorprenden a quienes nos visitan. Desde nuestros bailes regionales hasta nuestra música y colores vibrantes, millones de personas han pisado nuestro suelo y se han emocionado tanto que al irse, su único deseo es convertirse en mexicanos.

En México, hacemos de cualquier persona que nos visita, que entra a nuestro negocio, que nos curzamos en un restaurante, que coincidimos en un espectáculo,  un hermano más. Aquí, la raza no importa; somos mestizos que hemos habitado esta tierra, ¡somos la raza cósmica!. Un mexicano puede tener la piel clara o el rostro de una persona de color, y eso es irrelevante, porque en México siempre hay espacio para todos.

Sin embargo, hay algo que nos duele a los mexicanos: el orgullo.

Un ejemplo de esto es la reciente queja que se asemeja a la de un niño de primaria. Alguien grita “te odio” a su madre, a la madre Patria, pero no tiene por qué esperar una respuesta del Rey Felipe VI que sí entiende de historia, de diplomacia y de prudencia.

Recientemente, la presidenta Claudia Sheinbaum envió una carta “dando la oportunidad al rey de España de disculparse por los abusos de la conquista”. Esta actitud trivial no es más que un berrinche infantil, como decir: “entonces no te invito a mi fiesta”. Como resultado, no se invitará al rey, quien estuvo presente en todas las tomas de protesta desde que era príncipe; ahora, ni siquiera habrá un representante español.

Y te preguntarás, “¿y a mí en qué me afecta esto?”. La respuesta es que mucho. México es rico en recursos, comercio y acuerdos internacionales. Este incidente es una muestra más de que nuestro país está en un declive diplomático, social y cultural. Todo esto invita a cualquier empresario con sentido común a considerar: “mejor busco oportunidades en otro lugar” . Y aquellos que continúan haciendo negocios con nosotros podrían redefinir los precios de nuestras exportaciones, tratándolas como si fueran irrelevantes. Ya estamos empezando a ver este efecto dominó.

Esta actitud infantil del nuevo gobierno de México, también te afecta a ti como persona, imagina que tu rechazaras constantemente tu origen, la familia donde naciste, la unión entre tu padre y tu madre. Eso es exactamente lo que está haciendo el nuevo gobierno, rechazar nuestra raíz, quiénes somos, qué hemos aportado a la Madre Patria y que ha aportado esta a nosotros. ¿Errores? De todas partes, somos seres humanos. La historia ha demostrado que a pesar de todo ello, ha sido mucho más lo que hemos construido entre España y México, México y España, que el daño que nos hemos hecho, somos países hermanos.

Esto refleja también una profunda ignorancia sobre la historia de México. España es, en realidad, nuestra nación hermana, como dijo Pedro Sánchez. Es decepcionante que entre naciones hermanas haya divisiones impulsadas por orgullo, disparates y berrinches.

Y esto no acaba aquí; es un tema problemático cuyas consecuencias ya son palpables. La pregunta es: ¿por qué debería importarte tanto la historia?

El futuro debe ser visto con esperanza, con el deseo de seguir adelante y con un profundo amor por nuestro país. Hoy enfrentamos miedo por lo que está sucediendo, y es comprensible, pero necesitamos valentía de tu parte para que México continúe creciendo. No podemos permitir que nuestro país se hunda por las decisiones de unos pocos. Como pueblo, debemos recuperar nuestras instituciones y reivindicar la grandeza de México.

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