Sin embargo, las mañanas lluviosas traen consigo muchas dudas, de la misma forma en que otro día cualquiera trajeron alegrías.
Las mañanas lluviosas, que le resultan inspiradoras a mi espíritu cargado de quimeras, pero que acaban por parecerle deplorables a mi físico endeble que no acaba de reponerse de un resfriado, remueven aunque no quiera las ansias de eternidad que dan mérito a la circulación sanguínea.
Vaya que cuesta trabajo vivir, y no sólo por la crisis económica, como pensamos cuando las neuronas pierden la proporción de un proyecto que se forja con el sudor de la frente, del cuero todo y aun del espíritu.
¡Vaya que cuesta, también, por los insondables intangibles! O por los errores que se descubren tarde, aunque nunca sea lo bastante para enderezar el tronco, siempre que conserve todavía algunos frutos tardíos; como el árbol del jardín de mi casa que, aun en invierno, se empeña en regalarnos limas.
Algunos piensan que tienen que acomodar su vida para seguir respirando. Otros, que el devenir trae consigo las oportunidades, y que estamos en el mundo para otearlas y asumirlas. Tal vez ambos tengan razón, porque la justicia divina es un hecho inescrutable, como lo es la libertad humana que nos lleva a encaminar nuestros pasos por distintas veredas, acertada o equivocadamente.
Sin embargo, las mañanas lluviosas traen consigo muchas dudas, de la misma forma en que otro día cualquiera trajeron alegrías. ¿Cómo podemos ser tan ciegos y tan sordos para gastar nuestra respiración en una espera necia, que ha delegado en los demás una responsabilidad de cambio que es sólo nuestra?
Que recapaciten ellos, que mejoren ellos, que superen sus defectos ellos, que decidan ellos. ¡Qué fácil! Afortunadamente, la vida te ha enseñado a vivir por ti.
Esta mañana lluviosa te encuentra en una transición afortunada. La apertura de corazón te ha regalado muchos corazones que se ven en tu espejo. Aunque tal vez nunca puedas ver todos los frutos de tu nueva actitud, emprendiste la lucha contra tu conformismo, contra esa costumbre malsana de dejar tus decisiones en otras manos.
Hoy, mañana y pasado mañana, voy a cambiar; claro que sí. Pero… ¡Qué trabajo cuesta vivir!
Te puede interesar: …Ser yo, sin réplica ni contrincante
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com