La alegría de ver que la semilla germinada llegó a su término después de nueve meses se entrelaza con la renuncia voluntaria.
Aquello que llamábamos pomposamente “nuestro tiempo” hoy se llama maternidad. La vida se vislumbra de otra manera, tal vez imaginada, pero jamás experimentada.
El sueño se torna vigilia; los sueños que hicieron volar a la mente tienen que esperar en aras de esa vida, que le dará continuidad a la nuestra.
Se abre un compás de espera que es surco, que es huella sobre la que caminará esta misma en el futuro, esta que es individuo, que desea enriquecerse en la entrega a los demás, pero también en su propia persona.
La maternidad es de tiempo completo, termina con la muerte. No es cursilería, como se apreciaba de lejos en aquellas frases de las tarjetas. Las mujeres ancianas aún lloran por sus hijos que les adornan la cabeza de canas. El sello indeleble se fragua en el amor.
Hay momentos para todo. La mano materna va soltando a la otra mano, la que en un principio apretaba como con una garra.
Los cinco dedos dicen adiós en aras de su propio círculo. En el intermedio hubo llanto, desesperación, frustración, noches en vela para obtener un título profesional, sin descuidar al otro. Se cansaba el cuerpo y se alimentaba el espíritu.
La renuncia y el coraje, la valentía de nutrir al mundo con otra mirada, tuvo un precio, pero también tiene recompensa.
Ya estamos acompañadas y solas. Aquel o aquellos con su propio reloj, en su espacio; nosotros, en el nuestro. El tiempo de la independencia se hizo hoy. La vigilia en el sueño quedó en el olvido. Los sueños profesionales se fraguaron poco a poco hasta hacerse posibilidad.
Valió la pena. Valdrá la pena hasta la última respiración, porque la soledad creativa está acompañada, se enriquece de otros pensamientos que de alguna manera fueron nuestros y penetraron en otras mentes hasta volverse otros, sin dejar de ser los mismos.
Entre tantas voces que la denigran, la maternidad necesita el coraje.
Hoy, también, feliz día; felices días de tiempo completo.
Te puede interesar: Érase una niña desordenada
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com