Votantes indecisos

En la mayoría de los casos, al enfrentarse a una elección, los partidos políticos cuentan para ganar con su núcleo duro: los miembros de su partido y simpatizantes cercanos. Por otro lado, también están sus clientelas, ciudadanos que han recibido apoyo de programas sociales o que han sido beneficiados por la inversión pública en sus localidades o en su actividad económica. Pero, aun así, para poder ganar se necesita convencer a un grupo muy importante de la población, que son los indecisos. Ciudadanos que toman su decisión, a veces porque están enojados, o porque les parece que un candidato es el menos malo de los disponibles, o porque le quieren mandar un mensaje al Gobierno en el sentido de que no han cumplido con sus expectativas, y a veces, en muy pocos casos, porque han hecho un análisis concienzudo de las cualidades de los candidatos.

Los partidos políticos pueden, por supuesto, confiar en su núcleo duro, más los parientes y amigos de ese grupo, pero en general no les basta el número de votantes que pueden convencer. Por eso todos los partidos, cuando gobiernan, tratan de crear nuevas clientelas y de convencer al votante indeciso de que ellos son la mejor opción. Y, por supuesto, el partido gobernante tiene muchas ventajas para poder crear dicha clientela, tanto porque dispone de fondos como porque tiene la posibilidad de influir en los buenos resultados de su gestión. 

En las pasadas elecciones de 2018, se decía que el electorado cautivo de Morena era de unos 15 millones de votantes. Su triunfo se debió a que una gran cantidad de electores, otros 15 millones no comprometidos con alguna opción, terminaron votando por la plataforma de AMLO. Después de ver los resultados de esta administración en estos 5 años, es todavía dudoso asegurar que Morena siga teniendo el mismo número de votantes que tuvo en las pasadas elecciones presidenciales. Lo cual nos lleva a pensar qué tipo de indecisos queda por captar por las fuerzas políticas en contienda.

Probablemente, el segmento más importante que ha sido captado por la 4T son los ancianos.  En estos 5 años se establece una pensión, que el año próximo será de 6,000 pesos bimestrales, qué podría llegar a 15 millones de votantes. Es claro que la 4T ya está aplicando la fórmula de Felipe González, expresidente de España, qué pudo ganar varias elecciones diciendo que, si su partido no ganaba, los adultos mayores perderían su pensión. Receta que ya están aplicando algunos de los “Siervos de la Nación”. Probablemente, esta es la razón por la cual la precandidata del Frente Amplio por México se desvive por dejar muy claro que mantendrá todos los programas sociales.

Están, por supuesto, los jóvenes.  Que no le dieron su voto mayoritario a Morena y que tuvieron una participación relativamente baja en la elección del 2018. Son un grupo mayor que el de los ancianos, la mayoría están registrados como votantes, pero una parte importante sólo obtuvieron su credencial de elector por otras razones, no para votar.

También está un grupo importante de indecisos en la clase media.  Que en nuestro país es ligeramente mayor que la clase pobre.  Que ha sido objeto de toda clase de insultos, les han dicho toda clase de adjetivos y que han visto reducir sus ingresos, de manera que una parte sustancial de ellos han pasado a ser parte de la clase pobre. Si la oposición toma como lema la pregunta: ¿Estaba usted mejor en el año 2018 que ahora?, buena parte respondería que sí.

Hasta este momento, parece que los partidos políticos no están teniendo una actividad muy concreta para ganarse a esos indecisos. La mayoría siguen pensando que el modo de ganar adherentes es insultar a partes importantes del electorado, atacar ferozmente a la administración actual y también a las administraciones anteriores, incluso utilizando los embustes para desacreditar a los posibles candidatos.  Por ejemplo, negando que alguna de las candidatas haya nacido en México, y que la otra miente diciendo que es indígena y, además, que  fue pobre. Evidentemente, como se ha dicho en estas páginas, todavía hay quienes creen que los insultos a grupos importantes de votantes harán que, por pura vergüenza, cambien su intención de voto.

Quedaría un segmento, probablemente minúsculo, de personas pensantes, que tienen capacidad de influir en otros votantes y que todavía están indecisos sobre su intención de voto o, en otros casos, indecisos sobre la manera más efectiva de plantear sus opiniones a los demás.

Todavía falta bastante en esta contienda. Hasta ahora, los distintos bandos siguen cultivando a su voto duro, tratando de convencer a los que ya están convencidos.  Es claro que esto no será suficiente.  Puede ser que se dé un gran abstencionismo, si los precandidatos siguen con la misma táctica.

Para el ciudadano común, el “sin poder”, la reacción más ética, en lo político, es la de tomar la iniciativa de informarse, ver todos los puntos de vista posibles, llegar a una opinión calificada e ilustrada y votar en conciencia. No ganamos nada logrando que la confusión, la polarización y en ocasiones hasta el miedo, nos lleven a abstenernos de votar. Que parecería qué es el plan de los posibles contendientes.

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